El Departamento de Seguridad trabaja en un preborrador para regular de forma actualizada medidas de prevención de casos de acoso sexual o por razón de sexo en el ámbito laboral. El documento, de 39 páginas y cuya tramitación acaba de comenzar, recoge un amplísimo catálogo de conductas sancionables que incluye, además de los casos de discriminación, tocamientos o intimidación física, una censura de miradas, piropos sexuales, humor humillante o incluso si un varón no atiende las órdenes de una superior. Son un total de 35 los hechos denunciables y en un punto concreto se alude a la necesidad de un “cambio cultural”. El texto de trabajo se cierra con esta disposición: “La persona sancionada disciplinariamente por estos hechos recibirá una formación específica al objeto de evitar este tipo de conductas en el ámbito laboral”.
La orden de Seguridad se fundamenta en que “el acoso sexual y el acoso por razón de sexo constituyen dos de las más graves formas de violencia y discriminación”. Defiende también que no hay que “invisibilizar” determinadas prácticas. Son un “riesgo laboral” más para las mujeres y Seguridad se compromete a “promover un ambiente de respeto” y a “intervenir” en caso de problemas desde parámetros de confidencialidad o de no revictimización, esto es, de que las víctimas no tengan que repetir sus declaraciones una y otra vez. Explica el Ejecutivo que podrá actuar cuando los hechos se den en el ámbito laboral o bien con medios públicos, es decir, también si se usara un teléfono corporativo, por ejemplo. Si dos personas relacionadas con la organización se vieran implicadas en estas situaciones pero fuera del ámbito laboral, “de acuerdo con el principio de tolerancia cero” se garantizará la “orientación, acompañamiento y asesoramiento” de las víctimas. Las actuaciones internas, eso sí, en ningún caso suplantan a la vía judicial.
Son un total de 18 los tipos de acoso sexual perseguible, según este borrador. El primer punto alude a “supeditar el acceso, mantenimiento o condiciones de un puesto a la aceptación de un favor de contenido sexual”, en general a cualquier “chantaje sexual”. Después se enumeran, entre otros puntos, las “represalias” por motivos sexuales, “invitar o pedir citas cuando se ha expresado una negativa”, los “contactos físicos indeseados” incluidos “roces, abrazos, palmaditas o pellizcos”, los “acercamientos excesivos”, “buscar deliberadamente quedarse a solas con una persona”, las llamadas, mensajes o imágenes de índole sexual, las “insinuaciones”, “mirar con fijación o lascivamente”, los “comentarios o valoraciones” sobre el aspecto físico o la orientación sexual, la difusión de “rumores con connotación sexual”, “hablar sobre las propias habilidades o capacidades”, el espionaje en baños o vestuarios, el “uso y difusión” de contenidos como la pornografía, los “gestos sonidos o movimientos obscenos” y, finalmente, “contar chistes o decir piropos de contenido sexual”.
En cuanto a los tipos de “acoso por razón de sexo”, se apunta al “trato desfavorable relacionado con el embarazo”, las “descalificaciones” o las “expresiones sexistas” del tipo 'mujer tenías que ser' o desdeñar “aportaciones, comentarios o acciones” en función el sexo. Se destaca, igualmente, “negarse a acatar órdenes o a seguir instrucciones procedentes de mujeres superiores jerárquicas” o “sabotear” el trabajo de alguien por su sexo. Se penalizaría también la “vigilancia extrema”, el “paternalismo” o “ridiculizar a las personas que desarrollan tareas tradicionalmente asignadas al otro sexo”. Se completa la lista con puntos como “llegar a la fuerza física para mostrar superioridad”, no tratar a una persona según el género con el que se identifica o “utilizar humor sexista”.
Hace unas semanas, en noviembre, el vicelehendakari y consejero de Seguridad, Josu Erkoreka, presentó un plan de promoción de la presencia de mujeres en la Ertzaintza. En él se destaca que en 2018 ya se aprobó una orden específica para el cuerpo por parte de su predecesora, Estefanía Beltrán de Heredia, aunque no tenía el anexo tan detallado del texto actual y abarcaba otros tipos de acoso. “Sin duda, todas estas actuaciones reflejan un compromiso institucional firme y decidido de poner en marcha una serie de políticas encaminadas a alcanzar la igualdad efectiva de mujeres y hombres en el seno de los cuerpos policiales del País Vasco”, se indicaba entonces. Ese mismo plan fijó como reto incrementar un 25% en cuatro años el número de mujeres en la Ertzaintza, del 16% de la plantilla al 20%. En números absolutos, sería pasar de 1.200 a 1.525.
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