Entre sus muchos otros cargos, Inés Sánchez de Madariaga es Doctora Arquitecta por la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) y Master of Science por la Universidad de Columbia, en Nueva York; directora de la Cátedra UNESCO de Género en Ciencia, Tecnología e Innovación de la UPM, universidad de la que además es profesora Titular de Urbanismo y Ordenación del Territorio y presidenta de la comisión encargada de elaborar el Plan de Igualdad; presidenta de la red COST genderSTE sobre Género, Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente y co-directora del proyecto Gendered Innovations, de la Comisión Europea y la Universidad de Stanford. Además, ha asesorado al Gobierno vasco para elaborar una norma de vivienda con perspectiva de género.
Esta arquitecta, experta en vivienda con perspectiva de género, ha visitado San Sebastián con motivo del Curso de Verano de la UPV/EHU 'RE-vivienda: I laboratorio de vivienda en Euskadi' que se ha celebrado este miércoles. En su ponencia, de nombre “Vivienda y perspectiva de género” ha tratado temas como los diferentes papeles de hombres y mujeres tanto en la ciudad como en los domicilios, los cambios en las ciudades con la aceptación de la perspectiva de género y de los retos que experimentan los arquitectos y las arquitectas de cara a construir ciudades y edificios igualitarios para las sociedades futuras.
¿Qué significa la arquitectura con perspectiva de género?
Las personas tenemos unos roles de género y en función de esas tareas de la vida cotidiana utilizamos los edificios y las calles de una manera u otra. Eso tiene un impacto en las necesidades de las personas tanto en la ciudad como en el transporte o las viviendas. Una persona que tiene responsabilidades del cuidado de menores o personas mayores a su cargo y también trabaja, es una persona que además de ir a su lugar de trabajo, tiene que ocuparse de que los menores vayan al colegio, al médico, a actividades extraescolares. Normalmente acompañarlos, porque los menores no tienen autonomía para moverse en el espacio urbano, y lo mismo con las personas mayores cuando pierden la autonomía personal. Lo que nos dicen las encuestas del uso del tiempo es que mayoritariamente son las mujeres las que realizan estas tareas y esto ocurre en España y en todos los países.
¿Y eso en qué se traduce?
Estas encuestas del uso del tiempo nos muestran que la brecha entre hombres y mujeres en el tiempo que se dedica a estas actividades se reduce muy poco. Hablar de necesidades de género en la ciudad y en los edificios significa mirar a la realidad de la vida cotidiana de las mujeres en su papel de cuidadoras, porque es la realidad. ¿Esto qué significa en cómo usamos los edificios? Pues las personas que cuidan de otros usan la vivienda de manera mucho más intensiva que quienes utilizan la vivienda como área de descanso que suelen ser los hombres. Las personas que cuidan de otras personas hacen un uso más complejo, más extenso del espacio urbano, tienen recorridos en la ciudad más variados a lo largo del ciclo vital que aquellas personas cuya actividad se limita a acudir al lugar de trabajo y a alguna actividad de tipo deportivo o de ocio, que son mayoritariamente hombres. Entonces hay una diferencia muy grande en el uso de la ciudad entre hombres y mujeres y en el uso de la arquitectura.
Entonces, ¿cuál es la finalidad de esta práctica?
Hablamos de las necesidades específicas de las mujeres y hablamos de la perspectiva de género en el urbanismo para que podamos diseñar esos espacios, esos servicios de transporte, la localización de los equipamientos con respecto a la residencia y a los lugares de empleo de manera que se pueda hacer más fácil la realidad de uso de estas personas que tienen esas responsabilidades de cuidado de otros.
¿Por qué considera que hasta ahora no se ha tomado tan en cuenta la arquitectura con perspectiva de género?
Porque hasta ahora la disciplina arquitectónica se ha construido desde una experiencia vital masculina y es difícil que en la construcción disciplinar se incorporen otras experiencias cuando uno no las ha vivido. Digamos que hay una experiencia normativa masculina que está implícita en la manera de uso de los edificios. En el momento en el que se empieza un análisis de la perspectiva de género y este se está integrando a las prácticas institucionales y en la docencia universitaria empieza a entenderse y a calar en proyectos. También ha influido el que haya aumentado el número de mujeres en el mercado laboral. Yo soy muy optimista en que en poco tiempo haya calado entre los profesionales como en las instituciones la manera en la que hay que mirar de una manera más diversa las realidades vitales de todas las personas.
¿Cuáles son las mayores dificultades que encuentra a la hora e introducir este tipo de arquitectura a la sociedad?
Dificultades, ninguna. De hecho, veo mucha receptividad. Lo que hace falta es hacer ver, explicar que esta realidad vital es distinta y qué implicaciones tiene para el diseño y para la gestión de la ciudad. Yo creo que cuando esto se vaya difundiendo y las instituciones tomen conciencia, lo que se está viendo de manera amplia en España y de manera particular en el País Vasco, que va en cabeza en todo el territorio nacional a la hora de desarrollar medidas y proyectos que reconocen y actúan en estos temas, será cuestión de tiempo.
¿Qué espacios se deben cambiar en las ciudades y los hogares para adaptarlos a una perspectiva de género?
Afecta a todo: transporte, vivienda, edificios, etc. Por ejemplo, se trata de diseñar viviendas en las que aspectos de seguridad en los espacios comunes se tengan en cuenta, porque el diseño puede contribuir a que la seguridad se incremente. También en el diseño interior de las viviendas que el espacio de la cocina no sea un espacio pequeño residual separado del resto de las habitaciones de manera que quien está cocinando está separado, o el tamaño de las habitaciones, que influye y crea una jerarquía entre los miembros de la unidad familiar. El diseño puede contribuir a que las actividades que se realizan en el interior de la vivienda sean más compartidas y se hagan de manera menos aislada.
¿En la arquitectura considera que se discrimina a la mujer?
Considero que no hay una igualdad real de oportunidades. La discriminación existe, sin duda, pero que existan actitudes, circunstancias concretas o estructurales que crean resultados diferenciales es algo que la mayor parte de las veces no se hace de manera voluntaria ni de manera consciente. La gente no se da cuenta de que está discriminando. En la arquitectura -ni en ninguna otra disciplina- no se reconoce igual el trabajo hecho por una mujer que por un hombre, de entrada, se valora más el trabajo hecho por ellos. Es muy importante entender que, aunque sí es cierto que se produzcan discriminaciones en muchas se producen como resultado de sesgos personales o de sesgos estructurales de las organizaciones que no son voluntarios.
¿Usted ha sufrido personalmente o en su entorno como arquitecta algún tipo de discriminación?
Por supuesto. Sin duda. No conozco mujer que no lo haya sufrido. Muchas de ellas a lo mejor no han sido tan conscientes porque nosotras mismas formamos parte de una cultura en la que estos sesgos inconscientes están como incluidos. Desde hace tres años yo he notado un cambio muy grande en este tema, pero no conozco a ninguna mujer que no haya sufrido algún tipo de discriminación en su ámbito profesional.