EC-AJR: el avión de Normandía que trajo al aeropuerto nazi de Vitoria al hermano del último alcalde republicano
Una exposición exhibe el ala del aparato como homenaje a Heraclio Alfaro Fournier, prestigioso aviador con larga trayectoria en Estados Unidos y miembro de una de las grandes familias de Vitoria
En la calle de Francia de Vitoria, no lejos del museo Artium, el bar Warhol se ha convertido en otro reducto de arte. Ahora, sobre la barra, han colgado el ala del avión con matrícula EC-AJR. Sus dimensiones hacen que las lámparas estén inclinadas y dan sombra a los parroquianos. Es una parte del aparato más antiguo de la ciudad, un Auster Mark V diseñado durante la II Guerra Mundial. Es también un homenaje indirecto al aviador más señero de la capital, Heraclio Alfaro Fournier, con una dilatada trayectoria en Estados Unidos pero no excesivamente conocido en su tierra natal. De él hay algunas fotografías colgadas en las paredes del local.
La avioneta es de factura británica y participó en labores de observación en las operaciones militares de liberación del yugo nazi, como el desembarco de Normandía. Su gran característica no es ni su potencia, ni su velocidad, ni su tamaño ni tampoco la solidez de su fuselaje. De hecho, es más bien pequeño y el esqueleto de madera y aluminio está revestido de tela. Pero volar extremadamente lento es muy útil para hacer fotografías, también en una guerra. Incluso podía hacer piruetas para comunicar mensajes a tierra sin necesidad de transmisiones.
Uno de los promotores de la exposición, el periodista jubilado y piloto Pedro Gorospe, asegura que ese avión trajo a la oscura Vitoria de la dictadura un mensaje de “libertad”. En agosto de 1955, en pleno franquismo, un ya enfermo Alfaro Fournier lo aterrizó como copiloto en el aeródromo que estaba en lo que ahora son las calles del actual barrio de Salburua, una de las cuales fue llamada precisamente como el aviador. El simbolismo de la llegada de ese aparato aliado era múltiple. Tomaba tierra en una España que estuvo en el otro bando en la II Guerra Mundial. El campo de aviación, además, se llamaba General Emilio Mola, en memoria del golpista fallecido en un accidente aéreo durante la Guerra Civil. Durante esa contienda, esta instalación fue base aérea de la aviación de la Legión Cóndor de Adolf Hitler y desde aquí se orquestó el bombardeo de Gernika. Después de ella, se decoró con el lema 'Duce, Duce' Duce' para recibir con honores a Galeazzo Ciano, poderoso ministro de Exteriores de la Italia fascista y yerno de Benito Mussolini.
Heraclio y Tomás son nietos de Heraclio Fournier, el hombre detrás de los naipes más conocidos mundialmente y que se instaló en 1870 procedente de Burgos. En 1882 la familia dispuso de la primera línea telefónica de la ciudad para hacer crecer el negocio. Un tercer nieto, Félix Alfaro Fournier, fue el heredero del imperio de las cartas. Mientras su hermano Tomás era represaliado, la empresa familiar cedió sus imprentas al bando sublevado. Ése es el motivo de que el estado mayor de la Italia de Mussolini se instalara en Vitoria como la Alemania nazi. Los fascistas, entre otros organismos, montaron un servicio cartográfico y todos los mapas usados en las operaciones terrestres y aéreas de la Guerra Civil se imprimieron allí. Otro descendiente, Juan Manuel Alfaro, rodó una generación después unas películas de la Vitoria de mediados del siglo XX que han sido rescatadas este año por el Archivo Provincial después de haber sido coloreadas.
La casa familiar de los Alfaro-Fournier es uno de los últimos chalés que quedan en el Ensanche de Vitoria. Es allí donde murió el aviador en 1962, siete años después de traer el EC-AJR. Ahora el espacio languidece con hiedras comiéndose sus otrora lujosos exteriores y unos andamios intentando evitar el colapso. El Ayuntamiento discute si reconvertir el espacio de la calle de Manuel Iradier en un hotel de lujo.
Si Tomás Alfaro Fournier tiene una calle en Vitoria como pintor y no como último alcalde democrático antes de la Guerra Civil, a diferencia del regidor franquista José Lejarreta, Gorospe sostiene que su hermano Heraclio, al que le dieron la calle ya en democracia, no ha recibido en su Vitoria natal el reconocimiento que merece. “De su etapa en Estados Unidos tiene una treintena de patentes”, remarca Gorospe, que menciona que algunos de esos inventos llevaban no un término en inglés sino directamente su apellido. Indica su contribución al desarrollo de los 'flaps' o de pequeños motores ligeros. En Cleveland, Springfield o Boston quedan imágenes de operarios de la industria aeronáutica con Alfaro escrito con las letras griegas alfa y ro en la espalda de sus monos, decenas de conferencias, clases magistrales en el MIT, contratos por valor de miles de dólares y hasta vuelos experimentales sobre Nueva York. Vivió casi tres décadas allí y, en 1938, en plena Guerra Civil, llegó a adquirir la nacionalidad aunque nunca perdió la española. Tiene una mención como pionero de la aviación en el Museo Nacional del Aire y el Espacio de Washington D.C. Pero es que, antes de emigrar, fue “el tercer piloto civil” de la historia en España, montó con Leoncio Garnier la primera escuela civil de aviación en Vitoria y construyó “el primer aeroplano” de fabricación española allá por 1914, que se estrenó con un vuelo sobre su ciudad, según la Real Academia de la Historia.
Tras la II Guerra Mundial, volvió a España (en barco) para completar su vida. “Era un fenómeno. En Madrid, intentó montar una industria aeronáutica civil, pero el régimen le dijo que tururú, que todo eso dependía de lo militar. Como premio de consolación le dieron el avión”, indica Gorospe. El avión que se le asignó es el EC-AJR. La Royal Air Force británica (RAF) 'civilizó' los Auster tras la II Guerra Mundial y los vendió. La España realineada tras la caída de sus socios nazis y fascistas adquirió algunos de esos aparatos y cedió uno de ellos a Alfaro Fournier. El aterrizaje en Vitoria está documentado por escrito. Para ello, fue rematriculado en España -de ahí las iniciales EC- y se le asignaron las letras AJR, leído en las radiocomunicaciones como “Eco Charlie Alfa Julieta Romeo”. Porque, según Gorospe, el aparato también encierra una historia de “amor”.
Y esa historia de amor es la protagonista de la tercera vida del Auster Mark V. El campo de aviación de Salburua dejó paso, con la llegada de la democracia, al moderno aeropuerto de Foronda. El traslado supuso la destrucción de las pruebas del pasado nazi de aquellas instalaciones y la desaparición de algunos aparatos. Gorospe, que forma parte del aeroclub de Vitoria, que lleva el nombre de Alfaro, detalla que “de casualidad” dieron con el paradero del EC-AJR, que 'voló' en 1977. “Empezamos a buscar y, al final, de casualidad, lo encontramos en Alsasua. Un piloto navarro lo había comprado al aeroclub en la década de 1970 para hacer fotografía aérea. Lo eligió precisamente por eso, porque vuela muy lento. Estuvo volando con él hasta que el avión ya requirió de una de una revisión estructural muy gorda. Es un avión muy frágil”, relata.
Después de una década en servicio, casi hasta 1990, este aviador, Carlos Eugi, logró que un amigo se lo almacenase en un hangar en Alsasua, precisamente el pueblo vecino al de Gorospe. Este amigo era Felipe Lecea, que se suicidó tras la muerte de su esposa, Josefina Arregui, a la que dedicó una clínica de investigación contra el Alzheimer con su herencia que aún ahora funciona en el pueblo navarro pegado a Álava. A Gorospe le recuerda a la historia de Romeo y Julieta. El aeroclub convenció a Eugi y recuperó para Vitoria la avioneta. “Le explicamos que queríamos ponerlo en vuelo y darle una nueva oportunidad para hacer cosas especiales”, indica. No fue posible técnicamente, dado que la crisis económica impidió acceder a apoyo institucional. El EC-AJR, sin embargo, fue trasladado a Foronda y adecentado y ha sido exhibido en diferentes eventos. Ahora, una de sus alas es la que se cuelga del techo del Warhol.
La exposición, titulada 'Altitud de miras' y en la que colaboran artistas locales del grupo Kultur Buru, estará abierta hasta el 15 de enero. Su acceso es libre y gratuito. “Aspira a no dejar a nadie indiferente” porque es una “equilibrada síntesis, transversal y polisémica, entre arte e historia”, se puede leer en el folleto oficial de la muestra. “De alguna manera representa ese doble viaje. Por un lado, el viaje liberador de la Europa nazi. Y, por otro lado, tiene una matrícula que induce al amor. Al amor que tuvo su último guardián”, abunda Gorospe, que reunió a un nutrido grupo de personas en la inauguración, que tuvo lugar este jueves.