Hasta ahora, las subidas que se iban dando año tras año en las estadísticas de delitos de odio en Euskadi se atribuían no a que había más casos sino exclusivamente al celo policial en perseguirlos y a una mayor efectividad en las políticas para impulsar las denuncias. Sin embargo, en el informe de 2022 presentado este lunes en el Parlamento Vasco por el vicelehendakari y consejero de Seguridad, Josu Erkoreka, y el asesor Jon Mirena Landa (de la UPV/EHU), han concluido que al margen de ese “objetivo deseable” de ir aflorando discriminaciones ocultas aunque empeoren los datos, el incremento de casos, hasta 438, ya “no se debe sólo a la mejora mencionada” y empieza a ser motivo de preocupación. “Vuelve a crecer de manera ostensible en 2022” la estadística, ha admitido Erkoreka, que ha apuntado que el crecimiento es del 57%, y ahora también “parece que Euskadi se encuentra ante un verdadero aumento de los delitos de odio”.
En el caso del pasado año, el ahora estudiado, hay un factor que cambia el panorama y explica en buena medida la subida de estos incidentes. ¿Cuál? El pasado verano la Ertzaintza decidió registrar los pinchazos a mujeres como “lesiones leves con agravante de odio”. Así, el 15,32% de todos los expedientes tuvieron una motivación de género (68 casos en total) y ello hizo que agosto fuese, con claridad, el mes en que más delitos de odio se anotaron, el 20,46% de los de todo el año. Es el doble que abril, el segundo mes con más casos. Ahora bien, el Departamento de Seguridad estima que todavía “el colectivo vulnerable más atacado sigue siendo el árabe” y que el motivo principal de los delitos de odio el “racismo” o la “xenofobia” (el triple de casos que los pinchazos, por ejemplo).
¿Qué son los delitos de odio? Las “lesiones” son los más habituales (41% de los casos) pero avisa el informe: “Debe advertirse que la violencia de odio de mayor gravedad (asesinatos, homicidios, lesiones graves, agresiones sexuales) empieza a dar señales de alerta y de presencia en nuestra comunidad. Este tipo de incidentes tienen una carga de dramatismo e impacto sobre la convivencia que aconsejan un seguimiento particularizado y de prevención específico”. Desde 2019, el año base comparativo ya que fue el último sin restricciones por la COVID-19, se han multiplicado por cuatro las tasas. Landa ha avisado de que no hay que interpretar de los delitos de odio exclusivamente como “incidentes de expresión”.
El desglose de los datos muestran que la mayoría de delitos de odio se dan en la vía pública y en muchos casos asociados a espacios de hostelería, ocio o fiesta. Además del dato de agosto como el mes con más casos, también se constata que se producen más denuncias en fin de semana (sábados y domingo son los peores días) y “en lo que respecta a la distribución horaria, la mayor parte de los delitos de odio se concentran, una vez más, durante la tarde-noche”. El 60%, de hecho, se da pasada la medianoche. Un dato: en 2022 “el porcentaje de delitos cometidos entre las doce y las seis de la mañana se ha triplicado esta anualidad”. Los espacios de ocio y esparcimiento “pueden facilitar el encuentro y posible conflicto entre víctimas y agresores potenciales”.
El informe recoge un perfil de los responsables de los delitos de odio. El 73,98% tiene nacionalidad española (y el 81% de ellos son nacidos en Euskadi). Sin embargo, la Policía detiene en mucha mayor proporción a los extranjeros, ya que son el 68% en este apartado estadístico. En cuanto a las víctimas, el 50% son extranjeras y el 46% mujeres. El 52% no pasa de 30 años.