En la pandemia, que arranca su tercer año, han contraído el Sars-Cov-2 379.177 vascos, el 17% de la población. Es dos veces toda la ciudad de Donostia y más que todos los habitantes de Bilbao. De ellos, 266.099 positivos se han registrado en 2021. Un dato demoledor: 45.788 de esos casos se han dado en los últimos siete días, también el 17% del total. La pandemia acaba rampante 2021, con Euskadi sumergida no en la sexta sino en la séptima ola, ya que ha habido picos en marzo, agosto y noviembre de 2020 y, ya en 2021, después de Navidad y Semana Santa, en verano y ahora. Nunca antes había habido tanta transmisión e incidencia y la consejera de Salud, Gotzone Sagardui, no se atreve a poner fecha al final de esta escalada.
Este año 15.191 personas con COVID-19 han tenido que ser ingresadas y en los hospitales de Osakidetza ha habido una media de 330 ingresos (83 críticos en UCI). Ahora mismo los registros son muy superiores, con 550 ingresos totales y 115 graves en intensivos. También son más altos que en la pasada Navidad. La UCI también tiene que atender todo su trabajo ordinario y porcentajes de ocupación por encima del 35% solamente para coronavirus ya son un indicativo de saturación. Ha pasado inadvertido que hace 48 horas hubo 116 ingresos de una tacada, el segundo peor dato de toda la pandemia excluyendo la primera ola. Con el primer aniversario del coronavirus, un informe remarcaba que nunca en la historia una sola enfermedad había generado tantos afectados al mismo tiempo y tan de continuo.
1.960 personas más han fallecido en estos meses, una proporción muy inferior que en 2020. El total de decesos llega ahora a 4.991, más de 1.000 de ellos concentrados en las residencias de ancianos. Algunas de ellas, como la de San Prudencio de Vitoria, llevan hasta cinco brotes. La extensión de las vacunas -que llegaron en realidad a finales de 2020- ha amortiguado el golpe pero no está evitando en este final de 2021 el tensionamiento de la Sanidad pública. Ya se da por desaparecido el rastreo y se recomienda a los positivos y contactos que se autoaíslen, que hagan por sí mismos todo el papeleo e incluso que se automediquen. En los centros donde se hacen pruebas PCR y de antígenos, ningún profesional recoge las muestras. Miles de personas optan por diagnoticarse o en laboratorios privados o en farmacias.
2021 arrancó con la resaca de una noticia que llegó en plena Nochevieja de 2020. Los laboratorios de Osakidetza habían detectado los primeros casos de la variante alfa del Sars-Cov-2. Se trataba de una mutación detectada en origen en el Reino Unido en diciembre. Se estaba incubando una nueva ola y la movilidad de la Navidad acabó por confirmar los presagios. Alfa tomó el relevo de la cepa salvaje original del coronavirus que llegó de Wuhan en febrero de 2022 y todavía ofrecería una segunda embestida después de Semana Santa. Pasarán a la historia las aglomeraciones de seguidores de Athletic de Bilbao y Real Sociedad con motivo de las finales coperas, que tuvieron lugar aún bajo el segundo estado de alarma que desapareció en mayo.
En esa época un carguero atracado en el puerto de Santurtzi supuso la llegada de los primeros positivos de otra variante llamada delta y que había llevado al colapso a India semanas atrás. Fue 48 horas antes del final del estado de alarma. Cuando ya se daba por amortizada la pandemia y acelerada por supuestas no fiestas, brotes en viajes de estudios y otras aglomeraciones, delta generó desde junio una gran oleada en verano. Hasta entonces, nunca había habido tantos casos diarios de una tacada. El 21 de julio se registraron 1.803, un tope que superaba los 1.547 de finales de 2020. A finales del verano, de nuevo, se dio por amortizada la pandemia. A principios de octubre, el lehendakari, Iñigo Urkullu, levantó solemnemente la segunda emergencia sanitaria que llevaba activada desde agosto de 2020 y, con ella, casi todas las restricciones. Más allá fueron en Navarra, donde afirmaron que se había acabado la época de la circulación epidémica del Sars-Cov-2.
Finalizada la emergencia sanitaria, Euskadi tenía una incidencia por debajo de 60 casos por cada 100.000 habitantes, el umbral que se considera como asumible. Fue una semana con dientes de sierra pero siempre dentro de ese margen. En ese momento, incluso, se decidió limitar la información sobre el día a día de la pandemia y enviar únicamente un informe semanal. Pero fue solamente una semana. A partir del 15 de octubre se inició una clara tendencia ascendente que continúa ahora sin visos de detenerse. La ola arrancó con la variante delta tomando fuerza y hasta principios de diciembre no se recuperó la emergencia sanitaria. Eso sí, más allá del pasaporte COVID, las primeras medidas no han llegado hasta el 28 de diciembre, ya con la tasa de incidencia en 2.000 puntos y subiendo. Además, todas ellas están en el aire ya que esta Nochevieja el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco (TSJPV) se pronunciará sobre el recurso presentado por los hosteleros, que creen desproporcionado que se les limite la actividad con hasta 11.000 positivos diarios. En cuanto a los datos, tampoco se ofrecen ya diariamente. El 5 de diciembre, según informes internos, Euskadi detectó el primer caso de la variante ómicron, aparecida en origen en Sudáfrica. Sin embargo, es algo que no se confirmó hasta la semana siguiente. En muy pocos días, la pendiente de subida de la ola se ha verticalizado.
Ómicron es ya la cuarta variante dominante y también la que más rápido se propaga. Por el camino se han quedado otras que se quedaron en residuales. Ha habido casos de beta, de gamma, de eta, de épsilon y hasta de delta plus, una submutación de delta. La tasa de incidencia está en 3.000 puntos y no se aleja tanto de una previsión realizada a mediados de diciembre en la que se alertaba de que el virus estaba “infradiagnosticado” y se estimaba en 4.000 esa posible incidencia real porque un 4% de los asintomáticos que pasaban una prueba para entrar al hospital estaban dando positivo. Y todo mientras públicamente se decía que los datos vascos eran muy altos porque se hacían muchas pruebas. Es cierto que Osakidetza siempre está por encima de la media en los momentos críticos, pero este otoño Euskadi ha llegado a ser la undécima y ahora hay cuatro o cinco autonomías con más proporción, dependiendo de los días.