El Servicio Vasco de Salud (Osakidetza) tendrá cerradas este verano al menos 788 camas en su red de hospitales, según una estimación realizada por este periódico con datos de los sindicatos SATSE y LAB. La capacidad ordinaria ronda las 5.200 camas, lo que supondría una reducción algo inferior al 16%. El Departamento de Salud no ofrece el dato preciso aunque sus cálculos no distan en exceso de los sindicales. Pero opta por dar la vuelta a la cifra: “En este momento tenemos habilitadas más del 84% de las camas disponibles en Osakidetza”.
El cierre de plantas en verano es una práctica habitual en la Sanidad vasca, ya que se estima que “no hay el volumen de patología que suele haber en invierno, por lo que la demanda suele ser más baja”. “Además, el personal sanitario tiene derecho al período vacacional, que suele ser habitualmente en el período de verano”, explican desde Salud. En 2016, por ejemplo, el cierre superaba las 1.000 camas, hasta el 42% en algunas organizaciones.
Este año, en todo caso, es el tercero de la pandemia y, hasta el momento, el que mayor presión asistencial está generando. Son ya más de 500 los hospitalizados totales ahora mismo, si bien el Gobierno puntualiza que presentan cuadros de COVID-19 más leves que en otras oleadas del virus. Hace dos años, la segunda ola tuvo un pico de 379 ingresos a mediados de agosto; en 2021, la variante delta dejó como máximo 356 hospitalizados. “Osakidetza realiza un ajuste de sus recursos a la demanda, sin perjuicio de que, si fuera necesario, se habilitarán más camas. Lo que no tiene sentido es tener abiertas camas si no existe demanda para ello. No dejamos de atender a nadie. Toda persona que necesite hospitalización, tendrá una cama en Osakidetza. Eso no está en duda”, enfatizan desde Salud.
Los sindicatos consultados, sin embargo, no comparten esta visión. “Independientemente de que sea algo similar a otros años, siempre hemos dicho que no compartimos esta práctica. Entendemos que el personal tiene que descansar pero las necesidades de la ciudadanía no descansan”, señala Amaia Mayor, de SATSE. Añade que ve “incoherente” que se lancen mensajes de que crecen los ingresos a causa del coronavirus y de que toca que la población sea “cuidadosa” cuando la respuesta en la red hospitalaria es la de “cerrar camas”. Mayor entiende que, en efecto, se pueden abrir en caso de necesidad, pero alerta de que ello “supone un estrés importante” en el caso “de que se tenga que hacer a todo correr”. Esta central ha detectado incluso casos de accidentes y lesiones en este tipo de traslados.
Independientemente de que sea algo similar a otros años, siempre hemos dicho que no compartimos esta práctica
LAB es más contundente. “Aquí tenemos lo que supone el cambio cultural que la consejera [Gotzone Sagardui] publicitó frente a grupos influyentes de la Sanidad privada. Los hechos certifican lo manifestado y dejan clara la apuesta por el desmantelamiento y privatización del Gobierno del PNV y del PSE-EE. Hay que salir a la calle a contestar y a enfrentar este atropello sin precedentes y que no sólo está precarizando las condiciones de trabajo de la plantilla sino que supone la precarizacion de los estándares de salud de toda la población”, señala su delegado Jesús Oñate.
En detalle, la estimación arroja al menos 173 camas cerradas en los hospitales de Álava, en esencia en Txagorritxu y Santiago, ya que no hay datos del pequeño centro de crónicos de Leza, en la Rioja Alavesa. En Bizkaia, son 307, con 87 en Basurto, 84 en Santa Marina, 56 en Galdakao, 50 en Cruces y 30 en Gorliz. No hay datos del Alfredo Espinosa de Urduliz y no hay previsión de cierres en San Eloy, según las fuentes consultadas. En Gipuzkoa, las camas clausuradas suman 308, el grueso de ellas (256) del complejo hospitalario Donostia. El resto son 20 en el Bidasoa, 17 en Arrasate-Mondragón y 15 en Zumarraga. No hay datos del resto de comarcales y, en el caso de Tolosa, es un centro privado concertado con gestión propia.
Este verano también se reducen los horarios de los centros de salud y ambulatorios. No hay tampoco un dato general. En Navidad, en plena ola de ómicron, la reducción afectó a 62. El criterio general es que los que durante el año cierran a las 20.00 horas pasen a tener un horario hasta las 17.00 horas y que los que ya bajan la persiana de normal a esa hora lo hagan a las 15.00 horas. En Álava, según SATSE, el recorte afecta a 13 de los 23 ambulatorios. En Bizkaia, ya hay consultorios “cerrados o atendidos sólo por enfermería”, como por ejemplo el de Zaratamo “en julio y agosto”. En la segunda localidad más importante de Álava, Llodio, “el fin de semana pasado sólo hubo enfermera”.
En este caso, Salud aduce que cae también un tercio la demanda. “Dudo bastante de que las personas mayores con pluripatología y crónicas, que son los que más frecuentan [la atención primaria], se vayan de vacaciones. En todo caso, quien paga los platos rotos es la ciudadanía. O bien pierde horarios y puntos o bien la atención que recibe no es la ideal. Los parches no son buenos para nadie”, interpreta Mayor.
Lo que no tiene sentido es tener abiertas camas si no existe demanda para ello. No dejamos de atender a nadie
Esto llega tras un mes intensa polémica por la salud de la Sanidad pública vasca en general y de su atención primaria en particular. Hace justamente un mes la consejera Sagardui planteó en una conferencia la necesidad de un “cambio cultural” ante la escasez de médicos. Según explicó -aunque luego ha matizado sus palabras y su partido, el PNV, directamente ha considerado que no lo dijo-, ello se iba a traducir en desplazamientos más largos a los ambulatorios o en puntos atendidos únicamente por enfermeros. Ello enervó a los profesionales, a los sindicatos -que se movilizaron en las calles de Bilbao hace dos domingos al grito de “¡Sagardui, dimisión!”-, a la oposición e incluso al socio de Gobierno de los nacionalistas, el PSE-EE. Euskadi insiste en que el problema de falta de personal no es exclusivo y que buena parte tiene su origen en problemas en la regulación de la formación de los sanitarios. De hecho, de la mano de Galicia y de Catalunya -gobernadas por PP y por ERC y Junts, respectivamente-, así como de Andalucía (PP), llevará este miércoles al consejo interterritorial una petición al Gobierno de Pedro Sánchez para que tome medidas “urgentes”, como 1.000 plazas más o la creación de la especialidad de Urgencias, que hasta ahora bebe de facultativos de primaria.
Aquí tenemos lo que supone el cambio cultural que la consejera [Gotzone Sagardui] publicitó frente a grupos influyentes de la Sanidad privada