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Euskadi lo fía todo a las “recomendaciones” para afrontar una Navidad de transmisión desbocada

Urkullu, con Sagardui, en la conferencia de presidentes

Iker Rioja Andueza

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El lehendakari, Iñigo Urkullu, ha insistido este jueves en el Parlamento Vasco en que no hará uso de sus competencias y que no aplicará ninguna de las medidas para Navidad que había propuesto él mismo como necesarias para controlar la expansión de la COVID-19, que nunca se había transmitido a tanta velocidad en Euskadi en toda la pandemia. Habrá cotillones, la hostelería se podrá llenar al 100%, se celebrarán cabalgatas y los horarios serán los habituales. Asegura Urkullu que es un problema de “necesidad de seguridad jurídica” -aunque en otras fases de la pandemia se han aplicado muchas de estas decisiones con normativa propia- y ha dado a entender que de poco sirve no autorizar fiestas navideñas en Euskadi cuando sí se podría viajar a Cantabria, La Rioja o Navarra a disfrutar de ellas.

“No se puede. Lo sabemos por el año pasado. No puede ser una medida en una comunidad y que en la otra no haya medidas”, ha enfatizado contradiciendo su propia praxis en muchas fases de la pandemia. En verano había, por ejemplo, aforos diferentes en el fútbol o en el baloncesto que en el resto de España y en otras olas se ha seguido una agenda propia. Es más, en el primer estado de alarma lo que se criticaba precisamente era la uniformidad, lo que llevó a al Ejecutivo de Urkullu a cuestionar casi cada paso del Gobierno central, empezando por el confinamiento y terminando por un final anticipado de ese estado de alarma con un acto con el presidente cántabro, Miguel Ángel Revilla, en la muga entra ambas comunidades.

“Me quedo con que se va a establecer el uso de la mascarilla. Es una medida por la que venía abogando desde hace meses”, ha destacado Urkullu sobre el resultado de la conferencia de presidentes que sentó este miércoles a Pedro Sánchez y los líderes autonómicos y que tuvo en este cambio su única novedad sustancial. La realidad es que Euskadi entró en emergencia sanitaria a principios de diciembre y que, salvo por el pasaporte COVID, nada ha cambiado el escenario mientras los contagios suben y suben y el propio Gobierno admite que tiene la UCI a más del 40% y la atención primaria tensionada. Tampoco hay prevista en la agenda ninguna reunión de la mesa de crisis, el órgano conocido como Labi, aunque el equipo técnico que lo asesora sí se reúne cada día y habrá Consejo de Gobierno con normalidad la semana próxima.

Formalmente, eso sí, se repite que no hay nada descartado. “Sigo analizando la situación en cada momento sin negarme a que lo que ayer no fue lo tenga que hacer en el futuro”, ha manifestado Urkullu a los periodistas. Pero en la práctica todo se fía a recomendaciones como evitar aglomeraciones que no harán que se suspendan muchas cabalgatas de Olentzero y Mari Domingi o los Reyes Magos por decisión expresa de los ayuntamientos, que no han creído en la necesidad de un marco común de actuación. “La sociedad vasca sabe cuáles son las recomendaciones y las medidas que de manera individual y colectiva tenemos que aplicar”, ha añadido con referencia a un documento hecho público esta semana que pide que no haya comidas familiares de más de diez personas o dos núcleos de convivencia, que se extreme la ventilación en interiores o incluso que no se cante, que no se compartan platos o que no se hable en voz alta.

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