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Las imágenes del largo camino de la lucha feminista: de “trabajar en casa para el marido y los hijos” hacia la igualdad

El camino hacia la igualdad entre mujeres y hombres, que todavía no se ha recorrido por completo, no ha sido recto, sino que ha estado plagado de curvas, con avances sucedidos por retrocesos, con vueltas a empezar tras periodos de mayor esperanza. Tras el reconocimiento de derechos a raíz de la proclamación de la Segunda República, que liberó progresivamente a la mujer del enclaustramiento en el hogar al que había estado sometida hasta entonces, siguieron luego los “años oscuros” de la Guerra Civil y el retorno al papel secundario. Una exposición recorre ahora, a través de fotografías tomadas a lo largo de todo el siglo XX, el camino que la sociedad ha trazado, con sus tiras y aflojas, hasta los años posteriores a la caída de la dictadura de Franco, cuando ya se fueron asentando —primero negro sobre blanco en papel y ya más tarde y a rebufo en la realidad del día a día— los derechos de una mujer que exigía ser igual a sus conciudadanos varones. La exposición, titulada 'Un largo camino hacia la igualdad: las mujeres en Euskadi en el siglo XX', consta de un total de 102 fotografías y puede visitarse en el centro cívico de Hegoalde de Vitoria hasta el 31 de octubre.

La semilla de la exposición se hunde en los datos de un barómetro que se remonta a 2017: “Más de uno de cada cuatro jóvenes entre 15 y 29 años (27,4%) cree quela violencia de género es una conducta normal en el seno de una pareja; el 31,5% cree que es un problema que aumenta progresivamente por culpa de la población inmigrante; el 21,2% considera que es un tema politizado que se exagera; y casi un 7% cree que es un problema inevitable que, aunque esté mal, siempre ha existido”. Estos datos, que los organizadores de la exposición tildan de “tremendamente preocupantes”, impulsaron la concepción de un proyecto que, abrazando una visión histórica, fije como eje central “el análisis de la lucha por la igualdad entre hombres y mujeres”. “Consideramos que esta visión de largo recorrido ofrece una comprensión más completa del problema y nos permite percibir la idea del avance y retroceso de los derechos de la mujer a través de diferentes periodos de nuestra historia, evidenciando que los derechos se pueden perder y no solo ganar”, abundan.

Las imágenes más antiguas de mujeres que figuran en la exposición datan del año 1909. El recorrido que traza la exposición lleva a las mujeres desde estar relegadas y circunscritas a un ámbito exclusivamente privado hasta llegar a conquistar las esferas que durante siglos fueron coto privado de los hombres y que ahora están equilibradas. “Convertir lo extraordinario en normal, es decir, que las mujeres que han alcanzado metas importantes en el ámbito de la política, del mundo del trabajo o de la educación dejen de ser una rareza y se conviertan en algo habitual”, sintetiza Mikel Urquijo, catedrático de la UPV/EHU que firma la introducción a la exposición. La otra comisaria de la exposición es María José Villa Rodríguez, también de la Universidad pública vasca.

'El ángel del hogar'

Para dar comienzo al recorrido por los avances de la mujer a lo largo del siglo XX, la exposición pinta a una sociedad que aún se rige en lo que tiene que ver con las mujeres por lo puesto negro sobre blanco por Pilar Sinués en 'El ángel del hogar', una obra de 1881. ¿Qué imagen de mujer 'ideal' se trasladaba entonces? La de una persona enclaustrada entre los muros del hogar, dedicada a la gestación y crianza de los hijos, sin horizonte allende el matrimonio, “ni más educación que la necesaria para poder educar a sus descendientes”. Al comenzar el siglo, el 71% de las mujeres españolas no sabía ni leer ni escribir. Y fue por ahí por donde surgieron voces femeninas discordantes como las de Concepción Arenal y Emilia Pardo Bazán. Abogaron por la educación como pilar fundamental para que las mujeres pudiesen avanzar. Pueblan la exposición imágenes de aulas de niñas en la Vitoria de 1916, un retrato de María Goyri —una de las primeras universitarias estudiantes de Filosofía y Letras— y una fotografía de Pilar Careaga —primera ingeniera titulada de España—, entre otras.

Pese a las reticencias sociales de la época, los organizadores de la exposición arguyen que la incorporación progresiva de la mujer al trabajo en el mundo urbano “puso en tela de juicio el rol del hombre como cabeza de familia y 'ganador del pan'”. “No es posible que la mujer abandone la vida del hogar a la misma hora que el marido, ni tampoco que regrese después de una jornada idéntica o más larga que la de aquel, pues el hombre cuando sale de la fábrica no tiene ya nada que hacer, y la mujer, en cambio, tiene que trabajar en casa para el marido y los hijos”, escribía en 1925 la carlista María Rosa Urraca Pastor. ¿Qué imágenes ilustran los arduos empleos de las mujeres de esta época? Se suceden en la exposición fotografías de comienzos de siglo XX en las que las protagonistas son hilanderas, layadoras, vendejeras, vendedoras de pescado, trabajadoras de Azucarera Alavesa, telefonistas y secretarias. En el mundo rural, mientras tanto, la diferenciación sexual del trabajo fue mucho menos perceptible, pues no había nada más allá de ayudar a sustentar la economía familiar.

El advenimiento de la Segunda República trajo el derecho al sufragio de las mujeres, no sin la oposición de políticos —y políticas— de diferentes colores. ¿Los argumentos esgrimidos? “[...] la inferioridad intelectual de la mujer, el 'histerismo' que la dominaba o la falta de cultura política”. O según razonaba Victoria Kent: “la falta de cultura política de las mujeres y el peligro que suponía para la República el conceder a las mujeres ese poder cuando aún se encontraban bajo la influencia de una Iglesia de ideología muy conservadora”. En 1933, dos años después de que algunas mujeres fueran elegidas para representar al pueblo en las Cortes, las mujeres pudieron también ejercer el voto. Hay fotografías en la exposición de mujeres acudiendo a las urnas para votar en el referéndum del Estatuto de autonomía vasco.

“Buenas madres y esposas”

Con la República, sostiene la exposición, se incrementó el número de mujeres con estudios superiores, pero luego llegaron los “años oscuros” de la Guerra Civil. “Fuera o dentro de la cárcel sufrieron numerosas vejaciones, como violaciones o castigos públicos, que tuvieron como objetivo destruir psicológicamente a las mujeres”, abunda. Hay fotografías de enfermeras que presencian un desfile militar con el brazo derecho estirado y en el alto, pero también de otras mujeres que, con la cabeza rapada, aguardan a ser fusiladas. Una de ellas mira a los ojos al bebé que sostiene en brazos.

“Soy feminista; me avergonzaría de no serlo, porque creo que toda mujer que piensa debe sentir el deseo de colaborar, como persona, en la obra total de la cultura humana”, había escrito María de Maeztu en 1920. Las mujeres, sin embargo, volvieron al hogar al cabo de la contienda. Se destacan unas palabras de Pilar Primo de Rivera, hija del anterior dictador, hermana del difunto fundador de Falange y con un papel destacado en la nueva dictadura de Francisco Franco: “Muchas veces el alejamiento de los maridos del ambiente familiar está provocado por causas tan pequeñas como la de hacer mal el café y no tener unos muebles cómodos y limpios donde pueda quedarse tranquilamente después de comer”. Y la educación, en esa misma senda, “estuvo principalmente orientada a conseguir buenas madres y esposas”. “Las mujeres nunca descubren nada; les falta, desde luego, el talento creador, reservado por Dios para inteligencias varoniles; nosotras no podemos hacer más que interpretar, mejor o peor, lo que los hombres nos dan hecho”, decía también Pilar Primo de Rivera. En las instantáneas de la exposición se ve a mujeres en clases de labores domésticas, en lecciones de cocina y de enfermería.

Con el fallecimiento del dictador llegaron a Madrid en 1975 las primeras Jornadas por la Liberación de la Mujer, un impulso de igualdad que se vio refrendado por la Constitución ratificada tres años después. Del papel a los hechos quedaba aún trecho. Se necesitaba “un cambio en la mentalidad colectiva, que todavía [debía] profundizarse para alcanzar la plena igualdad en la política, en la cultura o en la empresa privada”, se explica.

¿Cómo se plasman estos paulatinos pasos en la exposición? Hay actos de investidura de doctoras (en femenino) en la Universidad de Deusto, mujeres de la Ertzaintza ayudando a recomponer Bilbao tras los destrozos de las inundaciones de 1983, mujeres votando en las elecciones de 1977... También se puede apreciar en el Parlamento Vasco a Inmaculada Boneta, una de las mujeres electas para representar a la ciudadanía en la Cámara vasca en su primera legislatura tras la dictadura. “Una vez finalizada la dictadura franquista, las mujeres adquirieron los derechos políticos perdidos y participaron en las primeras elecciones celebradas”, se concluye, a modo de colofón.

elDiario.es/Euskadi

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