Julen Bollain, economista: “La renta básica no es para que las personas cenen langosta y caviar todos los días, es para que nadie muera de hambre”
“Las patronales tienen mucho poder y a éstas no les interesa la implantación de la renta básica ya que sería una herramienta que, a diferencia de lo que ocurre en la actualidad, nos dotaría de la libertad necesaria”, señala Bollaín
Julen Bollain (Eibar, 1990) es un economista especializado en renta básica, político e investigador español. En las elecciones al Parlamento Vasco de 2016 fue elegido parlamentario por Elkarrekin Podemos y es miembro de la Red Renta Básica.
Junto con otros autores, ha escrito el libro 'Hoy es mañana: 10 relatos para repensar el futuro', en el que analizan las claves para repensar el futuro en el que se quiere vivir tras la pandemia del coronavirus desde distintos sectores como la economía, la política o el feminismo.
Acaban de publicar el libro ‘Hoy es mañana. Diez relatos para repensar el futuro’. ¿Cómo podría repensarse el futuro desde el punto de vista económico?
Revisar la historia y repensar el futuro no es una tarea fácil, menos aún en una rama tan impredecible como la economía. En el ámbito socioeconómico creo que hay dos cuestiones clave: la transformación de nuestro sistema económico y la modernización de nuestro sistema de protección social.
Desde el inicio del capitalismo las políticas económicas se han dirigido a aumentar la riqueza de la sociedad en términos casi exclusivamente monetarios. Esto ha tenido como resultado que se haya antepuesto el crecimiento sin límites de la economía ante la destrucción de nuestro ecosistema y, ante ello, es indispensable realizar un cambio de este modelo económico que nos lleva al desastre y apostar por una política de descarbonización de la economía. Debemos aspirar y avanzar hacia una economía de emisiones cero que nos permita cuidar de nuestro planeta. Y, por otro lado, la economía española lleva mucho tiempo pidiendo a gritos una modernización y la revolución digital ha llegado para quedarse. Los países que no afronten con seriedad el reto de la digitalización se verán muy perjudicados en el futuro con una clara desventaja competitiva en el mercado global.
¿La pandemia ha influido o ha aumentado esa necesidad de repensar el futuro del sistema económico?
La pandemia solo ha acelerado una crisis económica y social que se encontraba a la vuelta de la esquina y que, todo parecía indicar, nos iba a hacer repensar muchos aspectos de nuestro Estado de Bienestar. Ahora este proceso, que podría invertir la sociedad de arriba a abajo, se ha visto precipitado y afrontarlo debería considerarse un imperativo ético. Porque no podemos hacer frente a los problemas del hoy con las políticas del ayer. Es necesario que no perdamos el tren del siglo XXI y abordemos la modernización de nuestra economía y de nuestro sistema de protección social. Necesitamos remar entre todos y todas para sentar las bases que transformen nuestra sociedad en una donde la economía esté al servicio de las personas, una sociedad que apueste por la modernización y que traduzca los retos que tenemos en nuevas oportunidades para el bien común.
¿Qué otras áreas sociales y políticas deberían repensarse?
Muchas. Deberíamos repensar y reflexionar acerca de todas las ramas que afectan a nuestra vida cotidiana. En el libro, aparte de la economía, tratamos otras área igual de importantes como pueden ser el feminismo, la ecología, la sanidad, la política, la arquitectura de nuestra ciudades o la educación. Siempre permitiendo que sea el lector o la lectura quien saque sus propias conclusiones. Y es que nuestra intención no es la de llegar a verdades absolutas, sino, con actitud humilde, ayudar a construir caminos esperanzadores aprendiendo de los errores del pasado. Nuevos caminos que nos permitan crear un mundo más próximo, más hospitalario y que cuide tanto del planeta y como de las personas que lo habitamos.
Usted es miembro de la Red Renta Básica y es investigador especializado en este tema. ¿Cómo mejora la vida de los ciudadanos la renta básica?
Una renta básica mejoraría la vida de la ciudadanía de muchas maneras y tendría un impacto muy positivo en colectivos muy diversos. Durante la pandemia hemos visto comunicados a favor de la implantación de una renta básica por parte de colectivos LGTBI, colectivos feministas, del sector de la cultura, de colectivos del Trabajo Social y la Educación Social o de entidades que trabajan con personas con sufrimiento psíquico.
Uno de los resultados que más impacto tendría en un momento como el actual sería conseguir que todas las personas tuviéramos unos ingresos mensuales regulares que nos permitan vivir con un mínimo de dignidad. La renta básica no es una herramienta que sirva para que las personas cenen langosta y caviar todos los días, pero sí para que nadie muera de hambre. En un momento donde el dinero no llega a los bolsillos de gran parte de la ciudadanía, donde millones de puestos de trabajo están en peligro y donde no sabemos qué será de nosotros el mes que viene, la renta básica se perfila como el seguro colectivo de la mayoría social que nos permitirá no estar al albur de las inestabilidades o las turbulencias macroeconomicas.
¿Qué modelo de renta básica recomienda para España?
Para el Estado español se han hecho varios estudios de microsimulación estadística con datos ofrecidos por el Instituto de Estudios Fiscales que han evidenciado que una renta básica igual al umbral de la pobreza es viable económicamente. Unos estudios que, dicho sea de paso, no difieren significativamente de otros realizados en países como Alemania o Finlandia. Para el caso español el coste neto para que todos los declarantes por debajo del percentil 80 no pierdan es de 76.739 millones de euros. Es decir, un 6,57% del PIB (recordemos que anualmente dejamos de ingresar entre el 6% y el 8% del PIB por el diferencial en presión fiscal que tenemos con la media europea).
¿De qué cantidad de dinero debería fijarse?
Así, una renta básica individual igual a 8.400 euros para las personas mayores de 18 años y del 20% (1.680 euros) a los menores supondría un tipo único del 49,05% en el IRPF. Un tipo único proporcional que se progresiviza automáticamente cuando se realizan las transferencias de renta básica. En este caso, el 80,5% de la ciudadanía saldría beneficiada frente al 19,5% más rico que tendría que pagar un poco más en impuestos. Esto nos llevaría a una mejora en la igualdad entre las personas muy elevada, reduciéndose en casi 14 puntos en el índice de Gini respecto a la situación ex-ante. De esta forma pasaríamos de un índice de Gini ex-ante de 0,3457 a uno ex-post de 0,2061. Por poner algunos ejemplos, Islandia tiene un índice Gini de 0,24 y Noruega o Finlandia un 0,25.
¿Qué diferencia hay entre la renta básica y los sistemas de rentas mínimas?
Si algo diferencia a las rentas mínimas y a la renta básica incondicional es la diferente concepción expresada en términos de libertad. Las rentas mínimas ayudan a las personas una vez han “fracasado”, ofreciendo una ayuda ex post a quienes se encuentran en una situación de necesidad. Esta ayuda, que normalmente se ofrece a cambio de una contraprestación por las prestaciones percibidas (habitualmente a través de un proceso de intervención laboral), conduce irremediablemente a la pérdida de libertad efectiva. Sin embargo, una renta básica incondicional, al ser una asignación monetaria que recibiría toda la población como derecho de ciudadanía o de residencia acreditada, supone garantizar la existencia material de la ciudadanía ex ante (y no una vez se ha “fracasado”). Así, consigue la lógica incondicional de las medidas que actúan ex ante, no obligando a muchas personas a comportarse como “sumisas suplicantes” de un subsidio y teniéndose que “desnudar” ante la Administración competente. De esta forma, se garantiza a toda la población la existencia material de entrada, otorgando un aumento de la libertad efectiva para la inmensa mayoría de la población no estrictamente rica.
Los resultados del proyecto piloto realizado en Finlandia demuestran que la renta básica no sería una herramienta para alimentar a un ejército de personas 'vagas y parásitas'
¿Hay algún país o algún proyecto de renta básica que recomiende? ¿Se podría implantar en España?
La proliferación de los proyectos piloto de renta básica es uno de los motivos por los que ésta ha conseguido un cada vez mayor espacio en la agenda política y social. Son muchos y diversos los países a lo largo y ancho del mundo que están experimentando con proyectos piloto de renta básica (Estados Unidos, Canadá, Brasil, Finlandia, Alemania, Francia, Escocia, España, Países Bajos, Kenia, Namibia o India) que, algunos ya han acabado (debido al límite temporal o a su cancelación), otros aún están en marcha y otros están en proceso de empezar. De hecho, la administración de Ada Colau ha llevado a cabo en Barcelona uno de estos proyectos piloto (llamado B-Mincome) que recientemente ha acabado con la obtención de unos resultados muy positivos.
¿A qué conclusiones se llega tras esos experimentos?
Los resultados de estos experimentos han sido relativamente satisfactorios en los sitios donde se han puestos en marcha. Así, los datos nos muestran que las personas perceptoras de la renta básica experimentan una clara mejora económica, del bienestar y de la confianza tanto en sí mismas, como en las demás personas y en las instituciones. Y cómo sé que casi seguro hablaremos de ello más adelante, no entraré mucho más en detalle pero, para mal de tanto gurú, la renta básica también incrementa la oferta laboral.
Algunos de los detractores de la renta básica argumentan que esta podría hacer que los ciudadanos dejasen de trabajar. ¿Qué opinión tiene al respecto?
Si bien es sabida la disposición de las personas a trabajar siempre y cuando el trabajo que hagamos tenga sentido, los resultados del proyecto piloto realizado en Finlandia demuestran, una vez más, que la renta básica no sería una herramienta para alimentar a un ejército de personas “vagas y parásitas”. ¿El resultado? La incondicionalidad de la renta básica tuvo como consecuencia una mayor participación en el mercado laboral en comparación con las personas que se encontraban dentro del grupo de control (exactamente las personas con renta básica estuvieron empleadas, de media, 6 días más al año que las personas del grupo de control).
La renta básica es acumulativa, se pueden tener dos rentas a la vez (la renta básica y una renta de trabajo) y la administración no te arrebatará ninguna de las dos
Pero, ¿por qué ocurre esto? Por lo que en economía denominamos trampa de la pobreza. Las rentas mínimas que tenemos en la actualidad (como la Renta de Garantía de Ingresos o el Ingreso Mínimo Vital) son unas prestaciones condicionadas que no son acumulativas. Son prestaciones que, como mucho, complementan una posible renta que la unidad familiar pueda tener hasta un umbral fijado por el programa en cuestión. Por lo tanto, por cada euro que la familia ingrese por, digamos, rentas de trabajo, implica una deducción de la cuantía de la prestación. Muchas veces esto hace que cuando estamos en un programa de rentas mínimas y nos ofrecen un empleo remunerado nos preguntemos si realmente nos merece aceptarlo o no ya que, en ocasiones, puedes llegar a aceptar el empleo e ingresar mensualmente el mismo dinero que ingresabas de la prestación.
Sin embargo, la renta básica es acumulativa. Es decir, se pueden tener dos rentas a la vez (la renta básica y una renta de trabajo) y la administración no te arrebatará ninguna de las dos. Esto, tal y como hemos podido comprobar en distintos proyectos piloto, tiene como resultado que las personas se activen más laboralmente.
¿Confía en que algún día la renta básica sea una realidad en España o es una utopía?
Alguna vez he escrito que estamos al borde del próximo “momento Sputnik” y la renta básica ha pasado de estar en el cajón de sastre a colocarse en la agenda de las políticas realizables. Como decía anteriormente son muchos los países experimentando con políticas que garanticen el derecho universal a la asistencia y, sin embargo, solo uno será el primero en implementar de manera integral la renta básica incondicional. El país o la región que lo haga, obtendrá, sin duda, una ventaja competitiva frente a los demás países de la economía globalizada. ¿Por qué no ser nosotros?
¿Por qué cree que no se ha implantado hasta ahora? ¿A quién no le interesa que se implante?
Creo que hay tres factores que afectan significativamente. En primer lugar, porque dentro de los denominados “grandes partidos” en el Estado español ninguno actualmente cree y apuesta decididamente por ella. En segundo lugar, porque las patronales tienen mucho poder y a éstas no les interesa la implantación de la renta básica ya que sería una herramienta que, a diferencia de lo que ocurre en la actualidad, nos dotaría de la libertad necesaria (al tener cubiertos un mínimo para vivir) para decir “no” a empleos basura y rechazar condiciones laborales abusivas. Es decir, habría un gran incremento en el poder de negociación de trabajadores y trabajadoras. Y, finalmente, porque no existe la voluntad de apostar por el derecho universal a la protección frente a las políticas inspiradas en el asistencialismo.