“Algunas mujeres son marginadas y no son conscientes porque les parece una situación normal”

Para la directora del Instituto Vasco de la Mujer-Emakunde, Izaskun Landaida, la igualdad con los hombres resulta imposible de alcanzar solo con la buena voluntad. Es imprescindible tomar medidas que ayuden a la mujer a concienciarse de lo importante que resulta su presencia en los centros de poder, donde se toman las decisiones. En su opinión, a muchas mujeres les cuesta darse cuenta de que sufren algún episodio de marginación porque no lo identifican como tal, no son conscientes de ello. Graduado Social por la Universidad del País Vasco (UPV), comenzó su labor en la administración pública como concejala de Igualdad y Acción Social además de Teniente de alcalde del Ayuntamiento de Ugao-Miraballes (Bizkaia). Y en 2007 se convierte en la primera alcaldesa de su municipio, puesto que dejó para ocuparse de Emakunde. La educación en valores es una de sus principales preocupaciones para abortar entre los más jóvenes los síntomas de machismo.

Pregunta. ¿Por qué aún resulta chocante ver que una mujer conduce un taxi o un autobús?

Respuesta. Porque históricamente hemos vivido en un contexto en el que las mujeres estaban en un segundo plano y su vida se reducía al ámbito privado. Las conquistas en el terreno de lo público estaban asumidas para los hombres, pero no para las mujeres. Remover todo eso cuesta mucho.

P. Incluso en la cabeza de las propias mujeres, ya que un 60% de las profesionales rechazan los ascensos y optan por la flexibilidad laboral.

R. A la hora de elegir los trabajos, las mujeres normalmente optan por horarios más flexibles para poder conciliar el trabajo con la vida familiar. En muchos casos, trabajos a tiempo parcial. Por eso es fundamental trabajar la corresponsabilidad para que el cuidado de la familia, que es lo que más tiempo requiere, se encuentre equilibrado. Cuando eso se logre, las mujeres tendrán más libertad para tomar decisiones en su ámbito profesional.

P. Que los hombres interioricen la igualdad es la clave, pero los sociólogos apuntan que queda machismo para rato entre los jóvenes.

R. Estamos hablando de una historia que perdura a través del tiempo, donde las mujeres han estado relegadas a un segundo plano y en ese contexto nos hemos socializado todos. Los cambios son bastante más lentos de lo que nos gustaría y por eso hay que redoblar esfuerzos. Para eso es necesaria la implicación de todos.

P. Cada vez hay más mujeres ocupando puestos tradicionalmente masculinos como doctoras, juezas, abogadas, profesoras. Sin embargo, eso no se traduce en una mayor visibilidad social a la hora de tomar decisiones.

R. Siempre decimos que hay una segregación horizontal y vertical que hace que las mujeres prefieran trabajos con más flexibilidad horaria. Esa segregación hace que no opten a puestos de dirección. Es fundamental que las mujeres, que están perfectamente cualificadas, estén en los ámbitos de la toma de decisiones, en los consejos de dirección de las empresas. Esa presencia es necesaria porque la sociedad está formada por mitad hombres y mitad mujeres. Por lo tanto, las decisiones que se adopten deben dar respuesta a esa población.

P. ¿Las mujeres no son conscientes de la importancia de estar en el núcleo donde se toman las decisiones?

R. Por una parte no son conscientes y por otra, optan por otras cosas. Es necesario que se conciencien de lo importante que es que vayan adquiriendo poder. En la medida que ese empoderamiento es mayor ven que su presencia a la hora de decidir es fundamental. Hay mujeres perfectamente capacitadas, pero que no se atreven a dar el paso. ¿Por qué no van a poder estar en el consejo de dirección si son buenas en su trabajo? Hay que hacer un proceso de empoderamiento porque las mujeres no son conscientes de su valor y de la importancia de su presencia. Cuando reciben la formación adecuada sobre género, se constata una evolución. Las mujeres consideran vital la autonomía individual y reconocen que se han producido avances en el ámbito privado, pero en el ámbito público, sobre todo el laboral, no.

P. ¿Está la igualdad en la agenda de los políticos?

R. Creo que sí. En estos 25 años de existencia de Emakunde, la igualdad se ha introducido en las agendas de los políticos. En 2004 se aprobó la Ley de Igualdad y desde entonces todos los departamentos del Gobierno vasco cuentan con unidades de igualdad. En diputaciones y ayuntamientos también existen agentes de igualdad. En 1988 solo había nueve mujeres parlamentarias, hoy esa fotografía es muy diferente. Pero queda mucho por recorrer.

P. ¿Y las acciones de discriminación positiva a favor de la mujer dan fruto o se pueden volver en su contra?

R. La igualdad por sí misma no se va a conseguir. Hay que tomar medidas, que conduzcan a esa igualdad de una forma real y efectiva. Desde Europa se marcó el objetivo de que hubiera mayor presencia de mujeres en los consejos directivos de las empresas, pero con la buena voluntad no se ha logrado. Hay que establecer medidas de obligado cumplimiento. Ojalá que la igualdad estuviera interiorizada en la sociedad, pero la realidad es que hacen falta medidas para conseguirla.

P. En la etapa educativa parece que la igualdad es un hecho, pero cuando se da el salto a la vida laboral todo cambia.

R. El problema al que nos enfrentamos es el espejismo de la igualdad. Hay muchas chicas y chicos que ven a sus padres trabajar fuera del hogar y que perciben un sueldo. Y esto les ha hecho creer que la igualdad era un hecho. Pero no es así. Y muchas veces cuando las mujeres acceden al mercado laboral o en el momento de la maternidad, son conscientes de que la igualdad no se ha alcanzado. Algunas mujeres son marginadas y no son conscientes porque les parece una situación normal. El espejismo del que vienen les hace creer que son iguales que los hombres en cuanto a las condiciones laborales.

P. ¿Se asume como normal esa marginación y esas diferencias en el terreno laboral entre hombres y mujeres?

R. Más bien lo que pasa es que las mujeres no son conscientes. Directivos de grandes empresas no visualizan lo de la igualdad hasta que sus hijas con un gran currículum han tenido problemas al presentarse a un trabajo y no les cogen. Hay una primera vez en la que empiezas a ser consciente de esa marginación.

P. Los hombres y mujeres parten de lugares distintos con una clara ventaja para los hombres y el sistema capitalista en el que vivimos exacerba con toda tranquilidad esas desigualdades.

R. Tratamos de que desaparezcan, pero por mucha ley que exista necesitamos la implicación de toda la sociedad. Tener objetivos comunes entre diferentes. En los consejos de dirección de las empresas se toman decisiones muy importantes y por eso es fundamental una presencia equilibrada entre hombres y mujeres. Las decisiones afectan a los dos géneros. La sociedad y las empresas no pueden permitirse el lujo de prescindir del talento de las mujeres. Sería un error gravísimo.

P. Las fiestas a menudo pueden resultar proclives al sexismo. Algunos chicos creen que hay barra libre para todo

R. Hemos hecho campañas para las fiestas con el lema Ni te pases, ni pases. Ni te pases porque hay que respetar a la mujer y ni pases porque es necesaria una actitud proactiva de la sociedad contra las agresiones sexuales. En el entorno de las fiestas se pueden dar muchas agresiones de este tipo que queden impunes. Y hay que ponerles freno. Tolerancia cero. Es fundamental trabajar con chicas y chicos en los valores de la educación, es muy importante que perciban en qué consisten las desigualdades para poder actuar. Muchas veces no son conscientes de ellas.

P. Las desigualdades entre hombres y mujeres alcanzan su máxima expresión en la violencia de género.

R. La violencia contra las mujeres solo se podrá erradicar de raíz trabajando e interiorizando la igualdad. El trabajo de cambio de valores, corresponsabilidad y empoderamiento contribuye a la igualdad y deja menos espacio a la violencia.

P. Un hombre que maltrata a una mujer y la desprecia, ¿es recuperable para la sociedad?

R. No lo sé. Hay que potenciar todos los programas que ayuden a cambiar esa mentalidad de que un hombre es superior a una mujer.