Despejada la incertidumbre política en España y la posibilidad de una repetición de las elecciones generales en enero con Pedro Sánchez ya asentado por tercera vez en La Moncloa, en Euskadi ahora todas las miradas se posan en Iñigo Urkullu. En las próximas semanas, antes de final de 2023 con una alta probabilidad, el Euzkadi Buru Batzar (EBB) del PNV activará el proceso para conformar las candidaturas de las elecciones vascas de 2024 y, antes, un Urkullu de 62 años tendrá que confirmar si desea convertirse en el más longevo en el cargo en democracia, superando también a José Antonio Ardanza (1985-1999) después de haberlo hecho ya con Patxi López (2009-2012), Carlos Garaikoetxea (1980-1985) y Juan José Ibarretxe (1999-2009). Y, después, en enero, Urkullu tendrá que volver a decidir, en este caso si aprieta el botón para convocar elecciones en marzo, el escenario que estiman como más plausible fuentes del Gobierno y de la oposición.
En público y en privado, hay voces que han detectado que en las últimas semanas el lehendakari se ha multiplicado. Realiza varios actos al día. La jefa de la oposición, Nerea Kortajarena, de EH Bildu, llegó a decir en el Parlamento Vasco que sienten que está ya haciendo “puntos” para lanzar su cuarta candidatura. “¿Tanto les preocupa que yo vaya a ser candidato? ¿Tanto les preocupa?”, le contestó con ironía Urkullu en aquella sesión de octubre, en la que no dio ninguna pista más. En el pasado, el lehendakari siempre ha explicado que adopta estas decisiones de acuerdo con su familia. Desde que accedió a Ajuria Enea en 2012 Urkullu ya se ha convertido en abuelo y en algunas entrevistas, como la que hizo en Telebilbao, ha mostrado su deseo de compartir tiempo con sus nietos.
En el PNV también se guarda silencio. Es un silencio de respeto por la decisión de quien les devolvió el poder tras el interregno con el único lehendakari que no ha sido de este partido, el de López. “Ahora se despeja el camino para proponer a nuestro candidato a lehendakari. Pero tenemos que hablar primero [con Urkullu]”, dijo el líder del partido, Andoni Ortuzar, de 61 años y de la misma generación, en una reciente entrevista con 'El Diario Vasco'.
El PNV encara las autonómicas con tres precedentes. El primero fueron las de 2020, en plena pandemia; supusieron un golpe en forma de caída de la participación al 50%, pero consolidaron la apuesta continuista de Urkullu, que gobierna en coalición con el PSE-EE. El segundo llegó en las municipales y forales de mayo. El PNV defiende que su resultado fue alto y que se mantiene como primera fuerza del país. Pero empezaron a aparecer síntomas de debilidad: en Gipuzkoa continúa en el poder pero las elecciones las ganó EH Bildu, en Vitoria cayó a cuarta fuerza y tres localidades muy marcadas por denuncias de irregularidades o corrupción como Alonsotegi, Hondarribia y Zambrana, una por territorio, se volatilizaron. Y el tercero fueron las generales. En Euskadi las ganó el PSE-EE y EH Bildu, sumado el escaño de Navarra, tiene más diputados que el PNV.
Urkullu es el líder político mejor valorado (5,7, según el Sociómetro de febrero de 2023) y en el PNV ha operado en más de una ocasión la máxima jesuita de “en tiempos de desolación, no hacer mudanza”. Entre sus rivales, nadie es capaz de detectar una alternativa igual de sólida a la del actual lehendakari. En el PNV, por el contrario, es un clásico la frase de que el banquillo es extenso. Ya en las candidaturas de las locales de mayo y después con la conformación de las nuevas instituciones ha habido un esfuerzo de renovación, así como de feminización. Por el momento, la única noticia confirmada es que el consejero de Economía y Hacienda, Pedro Azpiazu, no continuaría una legislatura más. Ya ha dejado claro que está tramitando sus últimos presupuestos. En el partido, también se dan por hechos cambios de liderazgo en Álava, organización ahora dirigida por José Antonio Suso. En Gipuzkoa, continúa al frente Joseba Egibar, que accedió al cargo en 1986 aunque tuvo un paréntesis entre 200 y 2004.
La incógnita de la fecha
La fijación de la fecha es una prerrogativa exclusiva del lehendakari. En el pasado, Urkullu ha verbalizado su desacuerdo total con que el debate sobre las elecciones vascas se mezcle con el de la política española. Eso descartaría de plano que las autonómicas coincidieran con las europeas, ya previstas para el 9 de junio. Esos comicios, de circunscripción única, serán la segunda vuelta de las generales de 2023 con la derecha y la ultraderecha sometiendo a plebiscito a Sánchez y con Sánchez buscando el voto útil en torno a sí para frenarla. En 2009, el último año en que coincidieron europeas y autonómicas, la diferencia para el PNV fue de diez puntos entre unas y otras. Las de 2014 y 2019 también han arrojado resultados peores que las vascas más próximas en el tiempo, con un 'gap' de entre tres y siete puntos.
Al contrario de lo que se ha lanzado en algunos foros, hacer elecciones en marzo o abril no sería un adelanto electoral. En 2020, Urkullu disolvió el Parlamento en febrero -justo después de la catástrofe de Zaldibar- y llamó a las urnas en abril. Las elecciones fueron en julio exclusivamente porque era imposible hacerlas en pleno confinamiento. Ése es el calendario natural y así lo ha considerado siempre el Gobierno, más allá de las especulaciones. De hecho, el Ejecutivo trabaja en la Cámara para tener listos antes de final de año los presupuestos de 2024 -sin apoyos de la oposición- y las grandes leyes pendientes de la legislatura, particularmente las de Educación, Salud Pública y Empleo. Enero es un mes inhábil en el Parlamento y una posible convocatoria en marzo haría que, de modo natural, en cuestión de un mes se cerrara la legislatura a efectos parlamentarios. Las vacaciones de Semana Santa condicionan algunas fechas en primavera y la festividad alavesa de San Prudencio el 28 de abril, aunque Sánchez sí fijó unas generales en la última ocasión en que cayó en domingo.
Que se acerca este momento lo prueban los movimientos de los partidos. El PNV no tiene candidato y EH Bildu tampoco, pero los primeros han lanzado este sábado la iniciativa de escucha ciudadana 'Euskadi Think Next' para convertir Álava, Bizkaia y Gipuzkoa en el “mejor lugar para vivir” y los segundos están exprimiendo la desafección ciudadana sobre la situación de la Sanidad pública para criticar la gestión del Ejecutivo de Urkullu, además de movilizar a miles de personas en Bilbao bajo el lema 'Nazioa gara'. Pero es que el PSE-EE ya ventiló en unos pocos días en octubre sus 'primarias' para encumbrar como candidato a Eneko Andueza y el PP, con otro proceso exprés, ungió a Javier de Andrés como nuevo líder y aspirante. Podemos, de su lado, se ha querido adelantar a Sumar y busca ya que su portavoz parlamentaria, Miren Gorrotxategi, pueda repetir como candidata.