Ante un eventual cambio de ciclo político en España después de las elecciones generales del 23 de julio, algunas miradas se están posando sobre el PNV. Es uno de los partidos que ha sido socio de Pedro Sánchez desde que fue decisivo en la moción de censura de 2018 pero ha apoyado también en el pasado a los dos presidentes del PP, a Mariano Rajoy y a José María Aznar. Hay quien intenta mostrar a un PNV dejándose querer por Alberto Núñez Feijóo o, al menos, jugando a dos bandas. Ayuda a ello que los nacionalistas estén necesitando de apoyos 'populares' para retener el poder en localidades como Durango o incluso en la Diputación de Gipuzkoa. Sin embargo, esta formación destierra totalmente esta hipótesis.
Fuentes del partido de Andoni Ortuzar, que confía de nuevo en el tirón de Aitor Esteban como candidato, insisten “por activa y por pasiva” en que la apuesta pasa por mantener el actual bloque en torno a Pedro Sánchez. Además, el PNV veta expresamente a Vox de cualquier planteamiento –este mismo martes el diputado general de Álava, Ramiro González, recalcó que eran un partido “no democrático”– y entiende que ahora mismo no hay fórmula que permita a Núñez Feijóo zafarse de la ultraderecha donde ellos puedan tener cabida.
De hecho, desde el PNV recuerdan que han sido un socio mucho más sólido que otros que ahora parecen más identificados con esa mayoría progresista, en velada referencia a EH Bildu, su gran rival político en Euskadi. Los de Esteban fueron el grupo que más apoyos externos ofreció en la investidura de 2019 a PSOE y Unidas Podemos, mientras que la coalición abertzale se quedó en la abstención, como ERC. Esto no obsta para que en Sabin Etxea hagan un balance crítico de la legislatura que ahora acaba, ya que sienten que Sánchez no ha cumplido ni mucho menos todos sus compromisos adquiridos. Interpretan que ellos pagaron “al contado” su apoyo en la investidura y que, de vuelta, no han ido llegando todos los puntos pactados.
Singularmente, el PNV y el Gobierno de Iñigo Urkullu son muy críticos con los retrasos en el calendario para completar las transferencias pendientes del Estatuto de 1979. En estos años ha habido traspasos y no menores, como la cesión de la gestión de Prisiones o la integración del Ingreso Mínimo Vital en el sistema vasco de protección social, pero los nacionalistas ponen también el foco en materias que se han quedado sin cerrar. La más relevante son los ferrocarriles de Cercanías. Los nacionalistas han denunciado igualmente que el Estado se sigue comportando con afán centralizador. De hecho, en los últimos meses han aflorado de nuevo los cruces de recursos de inconstitucionalidad. “Erosión silenciosa”, tituló el Ejecutivo vasco un informe sobre esa supuesta actuación del Gobierno central contra el autogobierno vasco. El PNV completa la legislatura sin haber logrado tampoco la reforma de la Ley de Secretos Oficiales, una de sus aspiraciones más antiguas para desclasificar archivos.
Desde el PNV insisten, además, en que su papel en la gobernabilidad del Estado no es el de la búsqueda de poder sino el de encontrar un espacio de influencia para defender los intereses de Euskadi en Madrid. Su lema en esta precampaña está siendo 'Euskadiren ahotsa“ ('La voz de Euskadi', en euskera). ”La ciudadanía debe saber que estas no son elecciones presidenciales sino que son para elegir quién quiere que lleve su voz a Madrid“, manifestó en este sentido la candidata por Gipuzkoa, Maribel Vaquero, que pasará del Senado al Congreso y que en el pasado también fue parlamentaria autonómica. Y, días atrás, así se expresó el propio Ortuzar: ”Nos vamos a emplear a fondo para trasladar un mensaje claro a la ciudadanía de Euskadi: esto no es un Sánchez contra Feijóo. Ningún ciudadano vasco, ninguna ciudadana vasca, tendrá en sus manos una papeleta encabezada con el nombre de Sánchez ni con el de Feijóo. Verá los nombres de Aitor Esteban, de Maribel Vaquero, de Mikel Legarda. También los de Patxi López o Javier Andrés, cierto, pero no el de Sánchez ni el de Feijóo. Porque esta no es una elección presidencial: el 23 de julio vamos a elegir a las personas que defenderán a Euskadi en Madrid, no a un presidente del Gobierno español. Eso llegará más adelante. Y, cuando llegue, el PNV sabrá hacer valer sus votos y los empleará en beneficio de Euskadi“.
Coalición con los socialistas en las instituciones vascas
La posición de mayor cercanía hacia los socialistas tiene también una derivada en clave de política vasca. El PSE-EE es el gran socio institucional del PNV. Gobiernan en coalición en la comunidad autónoma, lo harán en las tres diputaciones que ahora se están conformando y en los municipios más relevantes, incluidos Bilbao y Vitoria, aunque no de momento Donostia. Un volantazo en Madrid podría traer consecuencias en Vitoria.
En todo caso, la subida de EH Bildu en las últimas municipales y forales y el descenso del PNV –que de momento ve más una desmovilización de los suyos que un voto de castigo por su gestión– han mermado la fuerza de esa suma de nacionalistas y socialistas. Ya no siempre garantiza mayoría absoluta. Y ahí es donde ha emergido el PP. Ha crecido en votos tras lustros de ciclo descendente pero sobre todo en influencia. En su ánimo de que no gobierne la izquierda abertzale, ha dado Durango y otros pueblos de Álava al PNV, Vitoria al PSE-EE y, este jueves, consumará su apoyo a Eider Mendoza como diputada general de Gipuzkoa aunque allí ganara claramente las elecciones Maddalen Iriarte, de EH Bildu.
Hace una semana, EH Bildu llegó a hacer público un vídeo electoral en el que simulaba ser un protector solar pero no contra los rayos UV sino contra el “fascismo”. Y ahí coló al PNV junto a PP y Vox. Hay mucho malestar por el hecho de que los nacionalistas estén buscando el apoyo 'popular' para desalojarles del poder, particularmente en Gipuzkoa, donde el eterno presidente del partido, Joseba Egibar, es el icono del ala más soberanista del PNV. Pero “poner al PNV junto al PP y a Vox en ese vídeo fue un grave error”, ha terminado admitiendo Arnaldo Otegi en las últimas horas.