El PNV colmará este domingo las campas de Foronda a las afueras de Vitoria. Es el Alderdi Eguna, la gran fiesta del partido. Al margen de los mensajes políticos que se puedan lanzar, lo esperado es que Andoni Ortuzar, presidente del Euzkadi Buru Batzar desde 2013, active el proceso de renovación interna que llevará prácticamente a una “refundación”, en palabras del propio Ortuzar, de cara a la primavera de 2025. El principal partido vasco se quiere resetear después de haber ganado las autonómicas, sí, pero con EH Bildu pegada a los talones y tras la tercera posición en las europeas, algo nunca ocurrido en cuatro décadas largas de democracia. Ortuzar no aclarará su futuro (aún) pero hace casi un año él mismo se encargó de pilotar el final de la etapa de Iñigo Urkullu como lehendakari. De su misma generación, edad y trayectoria, quedó apartado para dar paso a una “nueva generación” que pudiera liderar el país durante “tres legislaturas”. Precisamente el Alderdi Eguna llega justamente cuando se cumplen cien días de Pradales en Ajuria Enea y con su liderazgo institucional ya asentado.
La 'operación Pradales' del pasado año no fue para nada sencilla en el PNV. Urkullu era el mayor activo institucional del PNV y tenía una posición consolidada y un sello propio de liderazgo tranquilo. El entonces lehendakari, ahora en un segundo plano mientras prepara un 'lobby' europeísta con algunos de sus excolaboradores más cercanos en la Presidencia vasca, tenía mejores valoraciones en las encuestas que el partido y el entonces diputado foral en Bizkaia, Pradales, era un perfecto desconocido más allá de su ámbito de gestión más directo. Ni siquiera se ofrecieron todas las explicaciones que brotaron de golpe aquel viernes de noviembre por la tarde cuando saltó la noticia. ¿Quería Urkullu seguir, como se deslizaba desde su entorno? Pero el elegido, de la máxima confianza del gran visir de Ortuzar, Joseba Aurrekoetxea, el poderoso responsable de Organización en la sombra, ha respondido a las expectativas que de él tenía el aparato del PNV.
Pradales completó el protocolo de investidura a finales de junio. En Gernika, durante la jura, mantuvo la mención a dios pero excluyó la “lealtad” a la Corona, por ejemplo. Es un símbolo de cómo está siendo su mandato: mantener los fundamentos del PNV pero aplicar cambios simbólicos y en la comunicación. “Es otra cosa”, repiten en privado consejeros, miembros de su partido y otros cargos del Gobierno. En sendas entrevistas con este periódico, los socialistas Mikel Torres (vicelehendakari) y Denis Itxaso (consejero de Vivienda) han tenido muy buenas palabras para él.
El primer Pradales quiere mostrarse cercano, más abierto a las redes sociales y con un enfoque moderno de la gobernanza. Una de sus propuestas ha sido un decálogo para la ética en la vida pública vasca. Pero a la vez mantiene elementos discursivos sorprendentemente similares a los de Urkullu, como constató en la conferencia de principios de septiembre en Bilbao en la que dibujó cómo deseaba que fuera el “nuevo estatus” de encaje de Euskadi en España. Empleó conceptos idénticos a los que manejaba su predecesor, particularmente en lo tocante al “concierto político” y la “bilateralidad”. Algunos de sus asesores más próximos ya estaban en Presidencia con Urkullu, como Peru Salaburu, aunque en Lehendakaritza han desembarcado Mikel Iriondo, Aimar Rico, Nekane Zeberio, Aitziber Díez y Ion Muñoa, un equipo de su máxima confianza desde la campaña. En el Parlamento Vasco hay también nuevo portavoz, Joseba Díez Antxustegi.
PNV y PSE-EE cerraron un acuerdo de coalición y, con Pradales a la cabeza, se ha creado el Ejecutivo más extenso de la democracia. Ello, al menos, ha implicado reformar el Parlamento para dar cabida en los escaños a los quince consejeros más el propio lehendakari, crear nuevos despachos en la sede de Lakua y adquirir cuatro coches oficiales nuevos. Se justifica en tener “especialistas” en una materia en vez de macrocarteras. Del gabinete e Urkullu solamente siguen tres consejeros y hay doce caras nuevas. Continúa el socialista Javier Hurtado, el único con las mismas funciones. En la parte del PNV, Nerea Melgosa dirige ahora una cartera social menguada de sus atribuciones anteriores de Justicia, memoria histórica o Prisiones y, para sorpresa de muchos, un veterano Bingen Zupiria que ha saltado de portavoz y titular de Cultura durante ocho años a dirigir Seguridad. Pradales se ha rodeado de un equipo con cercanía generacional. María Ubarretxena es la portavoz y la responsable de Autogobierno, Noël d'Anjou hace las cuentas y Mikel Jauregi, que habla castellano y euskera con acento británico, aporta a la cartera que mezcla lo gris y lo verde, la Industria y el Medio Ambiente, su trayectoria en el extranjero. Ibone Bengoetxea, con la que coincidió en la Diputación de Bizkaia, es la vicelehendakari primera y consejera de Cultura y Política Lingüística.
En estos tres meses largos, Pradales ya se ha reunido dos veces con Pedro Sánchez y se espera un nuevo encuentro en octubre. El primero fue en julio. De hecho, Sánchez visitó al nuevo lehendakari en el palacio de Ajuria Enea, algo que solamente hicieron antes Adolfo Suárez con Carlos Garaikoetxea cuando se montó el entramado institucional autonómico y José Luis Rodríguez Zapatero con Patxi López tras el final de ETA. Urkullu, por el contrario, se quejaba con regularidad de que el presidente no contestara a sus cartas. Con esa relación se confía en completar para 2025 todas las materias pendientes del Estatuto de 1979, incluida la transferencia de la gestión económica de la Seguridad Social, que implica 12.000 millones anuales en pagos de pensiones.
Pradales quiere dar después un salto y superar ese marco con un reconocimiento nacional de Euskadi. Aquí empiezan ya las fricciones con el socio, con el PSE-EE. “Nación” sí; “derecho a decidir” no. Eneko Andueza no quiso entrar al Gobierno y seguirá haciendo marcaje al PNV desde fuera. De momento, ya ha avisado de que el PNV no puede pretender tener una mayoría con los socialistas para el día a día institucional y coquetear con otra abertzale mirando a EH Bildu. En sentido inverso, los nacionalistas también estarán muy vigilantes de la gestión de María Jesús San José como responsable de las políticas de memoria. Es el gran cambio entre partidos -o al menos el más simbólico- de una legislatura a la otra.
La prioridad, en todo caso, es la mejora de la Sanidad pública. Es una de las principales preocupaciones ciudadanas y constituyó un quebradero de cabeza de gestión y comunicación para Urkullu desde la COVID-19. El nuevo consejero es Alberto Martínez, anestesista de Cruces afiliado al PNV. Con la excepción de la jefa de prensa, la práctica totalidad del anterior equipo de Gotzone Sagardui ha desaparecido. Suena también a enmienda de totalidad que se haya accedido a reabrir el segundo PAC de Vitoria cerrado en los últimos años, reconducir la crisis en el servicio de Cirugía Cardíaca de Basurto o montar una mesa con oposición, sindicatos, colegios profesionales, universidades y asociaciones de pacientes para trazar una hoja de ruta para la Osakidetza del futuro. “Un cambio sistémico para frenar el deterioro” de la Sanidad vasca, ha llegado a verbalizar Pradales. Que Johnny Depp se caracterice de Jack Sparrow y decida acudir a hacerse fotografías con los niños ingresados en el hospital Donostia, hasta hace no tanto foco de una rebelión interna, agudiza también la sensación de cambio de ciclo. Hasta EH Bildu le ofreció “oxígeno” para intentar lograr cambios en Osakidetza, aunque no haya renunciado en ningún caso a ejercer de primera fuerza de la oposición.
Pradales ha exprimido también el palacio de Ajuria Enea. Coincide con Urkullu -y con Patxi López- en que no es apto como residencia oficial, pero antes de las vacaciones de agosto lo abrió de par en par para hacer una primera y extensa ronda de contactos. Al margen de Sánchez -con el jefe del Estado, Felipe VI, se entrevistó en Madrid- recibió a los diputados generales, a alcaldes y alcaldesas en dos tandas, a todos los partidos de la oposición -salvo a Vox, a quien le aplica un 'cordón sanitario'-, a los sindicatos -rompió el alejamiento de Urkullu con el antiguo sindicato de su partido, ELA-, a la patronal, a las universidades y a otros agentes sociales y económicos del país. Otro cambio de su mandato es que ahora el Consejo de Gobierno celebra sus reuniones en castellano. Con Urkullu eran mayoritariamente en euskera.
Proceso refundacional en el PNV
El lehendakari, desde luego, será uno de los grandes protagonistas del Alderdi Eguna. Pero el PNV profesa la bicefalia -con importantes excepciones, como la de su presidente en Navarra, que lo es también del Parlamento- y al proceso de renovación institucional le seguirá ahora el del reseteo interno con ritmos y procesos claramente diferenciados. Este domingo, tras una asamblea nacional extraordinaria, saldrá un calendario para lo que Ortuzar llegó a sugerir que sería una refundación, un PNV 3.0 después de la primera versión tras la dictadura y la segunda y actual a la que se vieron forzados los nacionalistas tras la traumática escisión de EA en 1986. La “asamblea general” de 2025, como el PNV llama a sus congresos, ha sido situada al mismo nivel que la de Pamplona en 1977 y que la de Zestoa en 1987.
Está por ver si a partir de la próxima semana se inicia también la renovación de las organizaciones territoriales. Estos procesos no tendrían por qué ser paralelos. En Bizkaia, la más poderosa, hay una creciente corriente interna crítica con Itxaso Atutxa; en Álava José Antonio Suso ya ha dicho que no sigue; en Gipuzkoa, salvo un breve período, no ha habido otro líder que Joseba Egibar desde la escisión; y en Navarra la organización va a menos y la coalición Geroa Bai no es una balsa de aceite.
En el caso de Iparralde, y como novedad, al discurso de Ortuzar y de Pradales se le unirá el de Gracianne Mirande, representante del PNB y que ya cerró la campaña europea con el PNV en Bilbao. Con ellos, la asesora parlamentaria Olatz Arrese será la voz de EGI, las juventudes 'jeltzales'. Ninguno de los dirigentes consultados espera grandes anuncios por parte de Ortuzar. El presidente del partido despeja las preguntas con la explicación de que en el PNV no hay que postularse ni descartarse porque son las bases las que proponen a la dirección nacional. De momento, como previa al Alderdi Eguna, ha reunido en Bilbao a todos los dirigentes del partido -no solamente al EBB, sino también a los 'burukides' territoriales- para activar la maquinaria y buscar una exhibición de fortaleza en las campas de Foronda. Este domingo, los terrenos comprados en propiedad junto al aeropuerto de Vitoria volverán a llenarse de carpas y txosnas y los presentes, además de política, tendrán “disko festa” y la ya clásica misa de campaña para acompañar el poteo y los 'selfies' con las estrellas del partido. Sí o sí habrá un guiño a Venezuela, con cuya oposición el PNV mantiene una estrecha relación.