Irene respira aliviada mientras juega con su hija en un parque cercano al Colegio Félix Serrano de Bilbao, donde ha tenido que acudir este domingo, 21 de abril, a primera hora para ser presidenta de mesa electoral. Está tranquila por primera vez desde que le notificaron que debía pasar el domingo formando parte de la mesa a pesar de ser la única cuidadora de su hija de 18 meses en una familia monomarental. “Tras recibir la notificación, y dado que esta responsabilidad es incompatible con el cuidado de mi hija de 18 meses, presenté un recurso solicitando mi exclusión como madre monomarental, que no ha sido aceptado. Me dieron una respuesta genérica alegando que o bien mis razones no eran suficientes o que no había entregado la documentación requerida. Y tenía que ir sí o sí”, explica la madre a elDiario.es Euskadi.
Así, madre e hija han acudido al colegio con la esperanza de que alguien le sustituyera a Irene. Por suerte, no ha hecho falta. Antes que a ella, habían designado a otra presidenta de mesa cuya notificación no pudo ser entregada por estar ésta de vacaciones. “Cuando hemos llegado, hemos estado más de media hora pero nos hemos podido ir porque éramos dos presidentas. Al no haber podido notificar a la otra persona, me designaron a mí. Gracias a eso se ha quedado ella y mi hija y yo nos hemos podido ir, pero no se ha tenido en cuenta que tenía una menor a mi cargo”, reconoce Irene.
Nos dicen que la tasa de natalidad está por los suelos y, a quienes a pesar de todo decidimos tener hijos, nos ponen dificultades y trabas
No obstante, la madre critica que la condición de familia monomarental o monoparental “no sea causa automática de exclusión en mesa electoral”. “Cuando realicé el recurso me pidieron que justificara la reducción de jornada, pero yo de lunes a viernes trabajo y concilio mi vida laboral con la familiar. Hoy no puedo por ser domingo y por todas las horas que tendría que pasar con mi hija en un espacio que obviamente no es adecuado para un bebé. Además, tras el recuento tendríamos que ir juntas al juzgado a entregar los votos a saber a qué hora”, lamenta la madre.
“Nos dicen que la tasa de natalidad está por los suelos y, a quienes a pesar de todo decidimos tener hijos, nos ponen dificultades y trabas. Yo he querido ser madre y soy madre yo sola, con todo lo que eso significa, pero con cuestiones como esta las instituciones no me facilitan las cosas para que pueda ejercer de madre”, denuncia Irene, que ha comenzado una recogida de firmas para que el Parlamento Vasco contemple la posibilidad de que las familias como ella con menores a cargo sean excusadas de formar parte de una mesa electoral.
No hay una mirada empática hacia nuestro tipo de familia, porque el sistema está pensado para un modelo de familia con dos figuras parentales
“El rechazo de mi recurso (contra el cual no cabe recurso administrativo) demuestra que la Junta Electoral asume por defecto que las familias monomarentales contamos con recursos humanos o económicos para el cuidado de un menor durante esta larga jornada. Las instituciones deben proteger a sus ciudadanos, particularmente a aquellos colectivos más vulnerables, como nuestras familias. Por ello, no podemos consentir esta situación. Estamos hartas de escuchar palabras vacías sobre conciliación, para luego toparnos con todo tipo de obstáculos”, sostiene.
Carmen Flores, presidenta de la Federación de Asociaciones de Madres Solteras, considera que la sociedad en general y la Administración en particular, no entienden y no empatizan con el tipo de familia que tiene Irene. “No hay una mirada empática hacia nuestro tipo de familia, porque el sistema está pensado para un modelo de familia con dos figuras parentales. ¿Por qué tiene que dejar a su bebé con otra persona cuando la cuidadora principal es ella? ¿Cómo es posible que la Administración le esté obligando a desatender a su bebé?”, se pregunta.
Para Flores, no tiene sentido tener que justificar una reducción de jornada para no ser presidenta de mesa electoral si se tiene un menor a cargo. “En primer lugar, estamos hablando de un fin de semana, no de un día entre semana en el que hay escuelas infantiles y recursos para la conciliación, y, en segundo lugar, una jornada laboral no debe exceder las 8 horas mientras que en una mesa electoral y, además, siendo presidenta, puedes estar hasta 14 horas o más. No es de recibo que un juez esté instigando a una madre a dejar a su bebé tantas horas con otra persona que no es su cuidador principal”, sostiene.
Tenemos que soportar el juicio por haber decidido ser madres solas. El 'tú te lo has buscado' o 'no tendrías ese problema con un hombre al lado' lo hemos escuchado miles de veces”
Según denuncia, las madres solteras o monomarentales, “sufren situaciones discriminatorias a diario”. “Sufrimos situaciones igual de espeluznantes que esta porque no se nos ve como familias completas. Además, sobre todo las mujeres, tenemos que soportar el juicio por haber decidido ser madres solas. El 'tú te lo has buscado' o 'no tendrías ese problema con un hombre al lado' lo hemos escuchado miles de veces”, lamenta.
No es la primera vez que en Euskadi se vive un caso como el de Irene. El pasado 10 de noviembre de 2019, durante las elecciones generales que ganó el Partido Socialista de Pedro Sánchez frente al Partido Popular de Pablo Casado, en unos comicios en los que también fueron protagonistas el Podemos de Pablo Iglesias y el Ciudadanos de Albert Rivera, Marta Pérez se vio obligada a ser presidenta de mesa electoral en un colegio de Donostia con su hija lactante de un año y ocho meses en brazos.
En aquella ocasión, Marta tuvo ayuda de su marido, que pudo llevarse a la pequeña del colegio cuando esta no necesitase comer, pero durante varias ocasiones a lo largo de la larga jornada electoral, Marta tuvo que dar el pecho frente a las cientos de personas que entraban y salían del colegio. Cuando se enteró de que le había tocado ser presidenta Marta recurrió a la Junta Electoral de zona alegando datos como información del pediatra y el Libro de Familia. No obstante, no aceptaron su caso debido a que el bebé tenía más de nueve meses, por lo que no consideraron la lactancia materna “motivo suficiente”, a pesar de que la Organización Mundial de la Salud recomiende un mínimo de dos años para este periodo.