Que en la categoría infantil de fútbol amateur de Gipuzkoa un jugador de 13 años denuncie que el entrenador le ha insultado y amenazado diciéndole “qué vergüenza has dado”, “vaya subnormal estás hecho”, mientras propinaba patadas al vestuario. Que en categoría cadete, con jugadores de 14 y 15 años, uno de ellos sufra insultos racistas como “puto negro” y “mono” por parte de la grada de la afición. Que el público, tanto local como el visitante se pase todo el partido insultando y amenazando a los jugadores con frases como “hijo de puta”, “cabrón”, “puto inútil de mierda”, “eres malísimo”, “vamos a por ti” o “te esperamos fuera”. O que un grupo de 30 personas dirija insultos continuos a los jugadores visitantes como “hijo de puta”, “maricón” o “mátalos”. “No es el pan nuestro de cada día, pero sigue pasando”, alerta el presidente de la Federación de Fútbol de Gipuzkoa, Manu Díaz de Marcos.
Todos esos sucesos tuvieron lugar en Euskadi durante el año 2022 en fútbol infantil y amateur, donde gran parte de los jugadores son menores de edad. “¿Habéis ido alguna vez a ver 'La flauta mágica' y os habéis puesto a insultar al tenor? ¿Si canta y no os gusta empezáis a decirle que es un paquete y que no vale para nada? ¿Por qué el fútbol tiene que aguantar esto? ¿Por qué quien insulta no tiene el reproche social, sino que cuando insulta tiene un coro de personas insultando más? Esto nos pasa y no es que tengamos la piel fina, es que no tenemos por qué aguantara eso”, lamenta Díaz de Marcos, que este miércoles ha participado en el Curso de Verano de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) 'La violencia en el fútbol: causas, diagnóstico y perspectivas de afrontamiento', celebrado en Donostia.
Según su análisis, existen cinco tipos de incidencias relacionadas con la violencia en el fútbol, que se detectan habitualmente en los últimos años en el fútbol amateur vasco. El primero, la violencia que se da entre jugadores, que no ha aumentado. “El rifirrafe o la amenaza entre jugadores sigue existiendo, pero no ha cambiado demasiado”, reconoce. Sin embargo, en el segundo tipo de incidencia, que es cuando un técnico, ya sea árbitro o entrenador, son los protagonistas, está creciendo. “Han aumentado claramente y ha sido en parte por la exigencia a los entrenadores amateurs y por la falta de conciencia de que los entrenadores son formadores. Muchas veces viven su equipo como si jugara la Champions cada fin de semana y esta exigencia al entrenador por parte de los padres y la presión por parte de los clubes ha aumentado muchísimo”, alerta.
Que saque un portero, menor de edad, y que varias personas griten "hijo puta, maricón", eso no se había oído nunca en nuestros campos. Y ahora se da
El tercer tipo de incidente, el que se da entre padres y madres no ha aumentado, ni es de gravedad, según detalla el presidente de la Federación de Fútbol, lo que ocurre es que “se viraliza y da mucha pena porque los protagonizan personas adultas”. “Es muy raro que los padres lleguen a las manos o que las madres invadan el campo, lo que existe es más presencia en los campos y más presión. Tenemos padres que cuentan los goles de sus hijos y nos escriben para protestar diciendo que las actas están mal o que enseñan a sus hijos de 12 años un Excel en el que cuentan y suman los minutos que juega cada niño de su equipo. Con lo cual empiezan a comparar quién juega más y quién menos. También hay casos peores, tenemos un problema en este sentido”, lamenta.
Otro de los incidentes es el que protagonizan cuadrillas que llevan las costumbres aprendidas en las gradas de los campos de fútbol profesionales a las del fútbol amateur. “En la vida, en un partido de Oñati contra Mondragón, se ha oído un ”puta Mondragón“. ”En 40 años eso no había pasado nunca en un partido de infantiles y eso ahora se da. Que saque un portero, menor de edad, y que varias personas griten “hijo puta, maricón”, eso no se había oído nunca en nuestros campos. Y ahora se da. Hay fenómenos de imitación que están llegando ahora al campo además de un concepto de fiesta integral, donde yo allí soy el amo, tengo impunidad absoluta y no tengo por qué cuidar el lenguaje. Este fenómeno es muy preocupante“, señala.
Por último, el quinto incidente que se ve habitualmente relacionado con partidos de fútbol infantil y amateur es el que se produce en las redes sociales. “Hay violencia en las redes sociales. Hay un caldo de cultivo en redes que los padres y las madres ni controlan ni quieren controlar por desconocimiento tecnológico o por miedo. En las redes sociales se leen mensajes como 'después del partido les vamos a esperar y les vamos a partir las piernas'. Esto sucede entre chavales de 14 años y es un mundo que no controlamos en absoluto. La carga de odio es fundamental, tenemos a influencers deportivos absolutamente nocivos y a periodistas reputados que alimentan, seguramente sin querer, ese tipo de mensajes”, detalla.
Casos como los insultos racistas a Vinícius Júnior a Iñaki Williams o el caso Rubiales son excepciones, porque en ellos la maquinaria policial, jurídica y mediática se ha volcado para que los culpables paguen por lo que han hecho
“La banalización del insulto es un peligro. No solo en el fútbol, sino en toda la sociedad. Hemos banalizado el lenguaje y a los formadores y a las familias no nos importa”, critica Díaz de Marcos, que detecta que hay un punto en el que la situación ha ido a peor y es tras la pandemia cuando el fútbol amateur comenzó a ser un lugar de ocio descontrolado para algunas personas. “Después del confinamiento, uno de los primeros lugares de ocio que se abre son los campos de fútbol, todavía teníamos que cerrar los bares a las 20.00, pero podíamos ver partidos. Entonces, se traslada el ocio integral a los campos de fútbol de cualquier pueblo. Ese ocio integral consistía en beber antes o durante del partido, meterse contra el equipo contrario o ponerse detrás de la portería para masacrar al portero. Con la pandemia aparece un fenómeno que antes era residual de algunos puntos y son los amigos de jugadores o jugadores de otros clubes que van con una idea equivocada de diversión a ver un partido donde juegan sus amigos”, explica.
Una de las razones por las que la violencia se está convirtiendo en algo común, según el catedrático de Derecho penal de UPV/EHU y director de la Cátedra UNESCO de Derechos Humanos y Poderes Públicos, Jon Mirena Landa Gorostiza, es que “no hay condenas”. “La maquinaria no está funcionando correctamente cuando existen casos de violencia en campos de fútbol. Casos como los insultos racistas a Vinícius Júnior a Iñaki Williams o el caso Rubiales son excepciones, porque en ellos la maquinaria policial, jurídica y mediática se ha volcado para que los culpables paguen por lo que han hecho. Pero esas agresiones las vivimos en todas las categorías del fútbol y no sabemos ni qué está ocurriendo porque no tenemos información sobre ello”, reconoce, el catedrático, que recomienda “explorar nuevas formas” de castigar este tipo de delitos e “implementar nuevas herramientas de control” para evitar las agresiones.