En el edificio de Jabi Cotado, el número 2 de la Plaza Easo en el centro de Donostia, conviven en cuatro plantas dos pisos turísticos. Uno en la primera planta, que cuenta con una terraza y otro en la tercera. En medio de ambos vive Jabi Cotado con su mujer. A pocos años de jubilarse, Jabi trabaja en un centro escolar. A veces tiene turno de mañana y se levanta temprano, otras, tiene turno de tarde. No obstante, asegura que a ninguna hora logra descansar. “Por las mañanas suenan las maletas o el servicio de limpieza que antes de que entren los nuevos inquilinos debe dejarlo todo limpio. Por las noches, depende de quien venga, suelen hacer fiestas. En verano tengo que cerrar las ventanas porque la terraza de abajo es perfecta para que se reúnan ahí los inquilinos del piso turístico y sus invitados. El ruido me viene de arriba y de abajo. Estoy completamente rodeado”, lamenta mientras nos enseña el apartamento.
Lo que hasta hace poco era un problema que exclusivamente tenía en los meses de verano, se ha acabado alargando a todo el año. “Antes el turismo llegaba en verano y duraba un par de meses. Ahora hay otro tipo de turismo durante el año y está bien, pero quienes lo sufrimos somos los vecinos, que vemos nuestras ciudades diseñadas para ellos y nos acaban echando de nuestras casas. Yo, en cuanto pueda, tengo decidido irme de aquí”.
En la plaza Easo y en la contigua calle Estella Lizarra no hay un edificio en el que no esté colgado el cartel de VT que identifica a las viviendas turísticas. Y e propio barrio ha sufrido otros cambios propios de la gentrificación. Los bares y comercios locales se han convertido en franquicias de smoothies o de “street food”. Mientras Jabi recorre cada uno de esos edificios, enumera, de memoria, todos los pisos que no están habitados por vecinos. “Lo sé porque es algo que se nota. Los veo desde mi ventana y a veces hasta los oigo. En una ocasión les pedí que bajaran la música desde mi ventana hasta su balcón y me hicieron una peineta y me insultaron”.
A nadie le gusta que haya inquilinos ruidosos pero tampoco quieren prohibir las viviendas de uso turístico en sus comunidades, por si algún día quieren alquilar sus pisos así
No es la primera vez que el hombre se queja de sus ruidosos vecinos. Cada poco tiempo termina llamando a alguna de las puertas para pedir silencio y casi nunca le hacen caso. “Si son extranjeros hacen como que no me entienden hasta que digo que voy a llamar a la Policía. En un caso, un par de chavales se me encararon. Es una situación insostenible”.
Polémica entre propietarios
Jabi reconoce que está afectado psicológicamente y no termina de entender que sea el único en el edificio al que le incomoda esta situación. “Es algo muy duro que me afecta porque cada vez que escucho un ruido ya pienso que no voy a poder dormir, aunque luego no pase nada. Vivo con el miedo al ruido y es muy estresante, porque ocurre cualquier día de la semana, también cuando tengo que madrugar. Es una sensación que no se la recomiendo a nadie. Los otros vecinos, al no tener los pisos justo encima o debajo, parece que no lo sufren tanto. Les he contado lo que me ocurre, pero no me hacen caso. Es algo que no te afecta hasta que no te pasa a ti”, lamenta el hombre, que también achaca la falta de otras quejas al hecho de que sean alquilados o personas jóvenes. Jabi y su mujer lo tienen claro. Aguantarán hasta que se jubile, dentro de un par de años y después se marcharán a otra zona. “Es una pena porque no queremos marcharnos de aquí, pero la situación es insostenible. Eso sí, vamos a luchar por no irnos de Donostia. Es y ha sido siempre nuestra casa”, asegura con esperanza.
Jabi no es el único que no logra el apoyo de sus vecinos. El teléfono de Carlos Rivero, administrador de fincas y vicepresidente del Colegio Territorial de Administradores de Fincas de Gipuzkoa y Álava no ha parado de sonar en lo que va de verano y la gran mayoría de esas llamadas preguntaban por la posibilidad de limitar los pisos turísticos de sus edificios. “Todas las mañanas recibimos solicitudes”, reconoce Rivero que confirma que los principales problemas entre los propietarios en este sentido acaban ocurriendo porque “hay quien está en contra de los pisos turísticos, pero también en contra de su prohibición. A nadie le gusta que haya inquilinos ruidosos o que molesten. No quieren tener molestias, pero tampoco están por la labor de prohibir las viviendas de uso turístico en sus comunidades, porque en un futuro pueden querer poner un alquiler de este tipo o vender el piso a una empresa que lo haga”, reconoce.
Quieren vendernos la desestacionalización y la descentralización, pero así harán que el turismo se extienda a todos los barrios todo el año. Es un ejercicio de hipocresía
“Hay quien tiene claro que la mejor opción es la prohibición, pero lo que más estamos viendo son las comunidades de propietarios que optan por limitar las viviendas turísticas y subirles las cuotas. Cuando esto pasa, es relativamente fácil poder llegar a un entendimiento, aunque siempre hay propietarios que no se conforman con limitarlo y abogan por la prohibición total, pero si no tienen la mayoría suficiente es algo imposible”, concluye.
Movilizaciones
Desde el año 2018 el Gobierno vasco instauró la obligatoriedad de tener que registrar las viviendas turísticas. En la actualidad, la lista de viviendas turísticas registradas aumenta hasta un total de 4.655 y casi la mitad de ellas están en Donostia, donde hay 1.262 y en Bilbao con 991. Caso muy distinto es el de Vitoria, en el que por el momento solo hay registradas 91 viviendas turísticas, el 2% del total. El hecho de que la mayoría se concentren en las capitales vizcaína y guipuzcoana ha alumbrado movimientos sociales en ambas ciudades que convocan manifestaciones y reuniones periódicas para tratar de atajar el problema.
En el caso de Donostia, Donostia Defendatuz formada por distintas asociaciones vecinales y grupos sociales donostiarras, salió a la calle el pasado 26 de mayo en su última protesta antes del verano en la que congregó a miles de personas bajo el lema ‘¡Donostia no está en venta! Por un modelo de ciudad habitable’. Según denuncian desde la organización, el Ayuntamiento donostiarra “está promoviendo e imponiendo proyectos y operaciones urbanísticas agresivas que no tienen nada que ver con las necesidades de la ciudadanía”.
“No ha caído del cielo”
“La turistificación de Donostia no ha caído del cielo; las instituciones públicas están al servicio de quienes se enriquecen con el negocio turístico. Negaban, al principio, los perjuicios causados por el crecimiento del turismo. Cuando han visto que los donostiarras están absolutamente preocupados y hartos, sin embargo, han empezado con el teatro. Hablan de turismo sostenible porque ahora sienten la necesidad de hacer el relato de que están tomando medidas. Pero no es creíble. Han regulado la apertura de pisos turísticos y hoteles, dejando la puerta abierta para que se abran más. Siguen dando vueltas en torno a la tasa turística ocultando para qué quieren usar el dinero recaudado y sin admitir que no disminuiría la llegada de turistas. Quieren vendernos la desestacionalización y la descentralización como fórmula mágica; pero con ello harán que el turismo masivo se extienda a todos los barrios y a todo el año. Vivimos un ejercicio de hipocresía y falsedad. Es una operación para aplacar el enfado de las y los donostiarras. Pero mantienen su estrategia de no adoptar medidas efectivas para disminuir el peso del turismo”, denuncian desde Bizilagunekin Donostia, una de las asociaciones vecinales.
En Bilbao también han comenzado a ver las orejas al lobo del turismo. Además de las maletas, en la céntrica plaza Unamuno se dan cita decenas de empresas de los cada vez más conocidos ‘free tours’. Es el lugar desde el que parten los grupos de hasta 20 personas tras un guía para mostrar el centro de la ciudad. Junto a la plaza, en una de las calles, los carteles de VT son tachados por pegatinas y pintadas en las que se lee el mensaje ‘Bizilagunok egiten dugu auzoa’ (‘Los vecinos hacemos el barrio’). En algunos edificios, en el lugar en el que suelen colocar el cartel de VT junto a la puerta, han colocado un cartel con la planta eguzkilore (símbolo de protección que defiende los hogares de los malos espíritus) dibujada y el mensaje “Comunidad libre de viviendas turísticas” seguido de “Bizilagunok egiten dugu auzoa”. Ese mismo cartel está en el edificio de la asociación vecinal Bihotzean del Casco Viejo, que ha convocado en lo que va de año una serie de manifestaciones y ha elevado sus quejas al Ayuntamiento de la ciudad.
El artículo 17.2 de la Ley de Propiedad Horizontal permite limitar la aparición de pisos turísticos en la comunidad, sin efecto retroactivo, y aprobada por 3/5 de los propietarios
En uno de los últimos plenos celebrados en mayo, miembros de la asociación criticaron que los vecinos han dejado de ser “sujetos y beneficiarios de las políticas públicas, que ahora se diseñan bajo los intereses de lobbies turísticos inmobiliarios”. “Nuestro barrio y, por ende, las personas que lo habitamos, nos hemos convertido en un producto de consumo y mediante plataformas, durante años y bajo el amparo de instituciones públicas e intereses económicos privados, se han estado desviando casas al mercado turístico, reduciendo la oferta para los vecinos y acarreando el aumento imparable del precio de los alquileres. Son muchos los vecinos que se están viendo obligados a abandonar el Casco Viejo porque no pueden pagar las nuevas rentas, porque tienen en su edificio un tránsito constante de personas que no conocen y que rompen el tan importante sentimiento de comunidad o porque generan tanto ruido y molestias que la vida se hace insoportable”.
Según denuncian, desde su asociación son testigos de que “además del crecimiento del número de viviendas turísticas legales, existe una ingente cantidad de viviendas turísticas ilegales, pero las instituciones miran hacia otro lado porque están primando otros intereses”, aseguran.
De los 937 pisos turísticos registrados en Bilbao en 2023, la mayoría se encuentran en zonas céntricas como en el Casco Viejo, con 129; en Abando con 139 pisos; o en Indautxu con 92. Sin embargo, la llegada de este fenómeno se está expandiendo a barrios con población con rentas más bajas como San Francisco, con 61 pisos turísticos; Zabala, con 24; Atxuri, con otros 24; y Bilbao La Vieja, con 18. Estos últimos son tres barrios donde la renta familiar está muy por debajo de la media de Bilbao que es de 47.021 euros. San Francisco, concretamente tiene una renta media de 32.552 euros por familia; Bilbao La Vieja, de 32.066 euros y Zabala de 32.303 euros. “Son barrios que tienen una alta concentración de inmigrantes, especialmente San Francisco en el que la población migrante es el 29,7% y Zabala el 24,3%, teniendo en cuenta que en Bilbao la población extranjera supone el 11,2%. Son unos barrios en los que los alquileres se ven afectados por la presión ejercida por los pisos turísticos, especialmente a la población inmigrante. Esto les está obligando desplazarse a otras zonas más baratas (se detecta un traslado hacia las Encartaciones)”, alertan desde Ekologistak Martxan.
¿Cómo afectan este tipo de pisos al alquiler convencional? Según analizan desde la asociación ecologista, en el Casco Viejo los alquileres desde 2016 hasta 2023 han subido un 21%. En San Francisco la subida ha sido del 22%. La mayor subida, de casi un 25%, la ha sufrido el barrio de Atxuri.
“La aparición de los pisos turísticos supone que una cantidad relevante (depende de cada zona), pasan del alquiler tradicional a su función vacacional (búsqueda de rentabilidad). En zonas donde el parque de vivienda en alquiler es muy alto, por ejemplo, el Casco Viejo (24,1%) o San Francisco (32,2%), lo que se produce es una expulsión de los inquilinos con rentas más bajas porque no pueden hacer frente al nuevo escenario”, aseguran desde Ekologistak Martxan.
En el Casco Viejo de Bilbao los alquileres desde 2016 hasta 2023 han subido un 21%. En San Francisco la subida ha sido del 22%. La mayor, un 25%, la ha sufrido el barrio de Atxuri
Desde el sindicato AZET de vivienda han comenzado una serie de acciones con el objetivo de “limitar” el número de los pisos turísticos. A través de panfletos distribuidos por los barrios de San Francisco, Bilbao La Vieja y Atxuri, comunican a los vecinos las formas en las que pueden por lo menos debatir sobre esta cuestión en sus comunidades. La primera medida que aconsejan es “llamar una asamblea de vecinos”, la segunda, votar la medida. “El artículo 17.2 de la Ley de Propiedad Horizontal permite condicionar o limitar la aparición de nuevos pisos turísticos en la comunidad. Esta medida no tendrá efecto retroactivo y deberá ser aprobada por 3/5 de los propietarios y cuotas”, advierten desde el sindicato. Una vez realizada la votación, el acta deberá ser transcrita ante notario y después, deberá ser presentada en el Registro de la Propiedad.
¿Qué ocurre con los pisos turísticos ya existentes? “El artículo 17.12 de la Ley de Propiedad Horizontal permite también elevar las cuotas a estos un máximo del 20%. Esta decisión deberá ser aprobada de la misma manera que la anterior, y tampoco tendrá efecto retroactivo”, detallan. No obstante, si las viviendas turísticas suponen una molestia para la vida común, existen “vías legales para su cese”, reconocen. “La industria del turismo es una de las más salvajes y expropiadoras del capitalismo contemporáneo. Por ello proponemos dar un paso más en la lucha contra la turistificación, poniendo al servicio de las vecinas otra herramienta de autodefensa: la guía para limitar pisos turísticos. Si hay un piso turístico en tu edificio o crees que puede llegar pronto, contacta con nosotras. Organicémonos y combatamos al capital y cada una de sus expresiones para que las casas sean para vivir y no para comerciar”, sentencian desde el sindicato AZET de vivienda.