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Santi Pisonero, sociólogo: “Viene una pandemia de infelicidad en las nuevas generaciones y el factor renta es clave”

El sociólogo Santi Pisonero

Maialen Ferreira

Bilbao —

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Seis de cada diez jóvenes de Euskadi y Navarra ha tenido pensamientos suicidas o autolesivos en algún momento de su vida y la falta de emancipación, los pocos ingresos o el no saber gestionar los sentimientos están relacionados con esos pensamientos e incluso con las autolesiones. Además, el 26% de esos jóvenes ha consumido antidepresivos o ansiolíticos en el último mes, el 20% de ellos sin prescripción médica. Estas son algunas de las conclusiones del informe ¿Cómo afecta la salud mental a los jóvenes?  presentado en el Parlamento Vasco por la plataforma Gurea Geroa y el sociólogo Santi Pisonero en el que han preguntado a 3.763 jóvenes de entre 16 y 30 años cuestiones como si se sienten felices, cómo afrontan su futuro, cómo gestionan sus sentimientos o los hábitos que tienen. Pisonero explica a este periódico que entre los datos más alarmantes que encuentran está el hecho de cómo afecta el llamado “factor renta” y el acceso a profesionales de la salud mental a la hora de que los jóvenes sean o no felices.

¿Cuál es el objetivo del informe?

Ha sido un proceso no solo de diagnóstico, sino también explotario, de ver cómo está la juventud y dónde puede estar el problema. El objetivo es poder incidir desde la política pública para evitar situaciones de riesgo. De ahí que toquemos temas tan aparentemente dispares como el consumo que realiza la juventud, ya que una de las hipótesis de trabajo es que el hiperconsumismo genera frustración. También preguntamos por el uso de los filtros de las redes sociales o los transtornos de conducta alimenticia. Esta última era una cuestión que teníamos clara porque el Hospital de Basurto advierte de que hay una ola de problemas psiquiátricos relacionados con los TCA y el uso del móvil. Tenemos otra hipótesis y es que el espejo irreal en el que nos miramos nos va generando ansiedad.

El informe concluye que seis de cada diez jóvenes vascos y navarros han pensado en suicidarse y el 25% toma antidepresivos.

Sí, y el 20% de los que los han tomado lo han hecho sin receta. Algo que también me parece muy significativo. La muestra está bien recogida y es representantiva. Nos permite hilar fino y ver las diferencias que hay entre distintos géneros o territorios. Aunque a mí lo que me parece más relevante son las diferencias en cuanto a la renta. El foco de la infelicidad se sitúa en causas objetivables y materiales, como en la dificultad del acceso a la vivienda o en la dificultad de alcanzar un trabajo digno y bueno.

¿Cómo afecta el factor de la renta a la hora de que los jóvenes sean felices?

Hay una correlación entre renta y felicidad, totalmente. Existen chascarrillos y conversaciones en las que se dice que la juventud de hoy es muy lila, que es floja o que no aguantan las frustraciones. Es cierto que las redes sociales y la dictadura de la felicidad que se refleja en ellas generan infelicidad en los jóvenes porque están construyendo su personalidad, pero eso no lo explica todo. Hay unas condiciones objetivables y materiales detrás que explican estas cifras que ya sabíamos que iban a ser una bomba. Después de contrastarlo miles de veces nos hemos dado cuenta de que viene una pandemia de infelicidad en las nuevas generaciones.

¿Y qué diferencias se ven con respecto al territorio o al tipo de municipio?

Nos ha sorprendido que en municipios pequeños hay más infelicidad que en los grandes. Esto va un poco en contra de lo que siempre hemos pensado sobre que en las ciudades estás más anonimizado o hay más estrés. Podemos pensar que afecta el hecho de que la figura del psicólogo en los pueblos está más lejos o es más inaccesible. O que ahora mismo las expectativas que tiene la juventud pasan por interrelacionarse mucho y cambiar de gente. Seguiremos escarbando en este sentido.

El factor de género también hace que los resultados sean unos u otros.

Así es. En general las mujeres sienten más angustia que los hombres. En cuanto a las redes sociales, ellas utilizan más filtros que ellos y es cierto que los hombres gestionan sus emociones de forma diferente. Es significativo el apoyo que tengan estos jóvenes en cuanto a redes sociales analógicas, es decir, los amigos, la familia o el apoyo de la gente de su alrededor. Estas redes sociales pueden servir de soporte, pero también pueden generar infelicidad.

¿Los jóvenes de hoy en día van al psicólogo?

Es verdad que la inmensa mayoría de los encuestados ha acudido al psicólogo alguna vez en su vida, peor es cierto que hoy en día la figura del psicólogo está muy normalizada e incluso se puede llegar a confundir con el orientador del instituto. No me ha parecido tan relevante el número de jóvenes que va al psicólogo como el hecho de que se ha dejado de estigmatizar el ir al psicólogo, la gente ya no tiene reparos en decir que va, aunque es cierto que los que van al psicólogo lo hacen cuando ya tienen mucha necesidad, no lo hacen de manera preventiva. Otro dato que me parece muy significativo es que el 89% de los que van al psicólogo dicen que irían más si fuera más barato.

Tras los datos que aporta el informe ¿qué se puede hacer?

Por parte de los progenitores y educadores controlar las redes sociales que utilizan. Tienen que ser capaces de trasladar a la juventud los efectos negativos que tienen cada aplicación que utilizan. Que entiendan que lo que ven por las redes sociales, esa dictadura de la felicidad, no es real. Eso de 'si quieres puedes' no es cierto. A veces no puedes y necesitas apoyo. Debemos concienciar al sistema educativo y a los padres de que es su responsabilidad trasladar a la juventud el lado negativo de las redes sociales. No quiero demonizarlas, porque es cierto que tienen cosas muy buenas, no me gustaría que se alimentara el discurso contra las pantallas o las redes sociales, pero los jóvenes deben conocer los efectos negativos que tienen. Y, sobre todo, favorecer al acceso a los psicólogos, ya que estamos viendo que el dinero es un problema.

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