Techos de lujo en el bazar o Memorial de víctimas: así se han transformado los antiguos cines y teatros de Vitoria
Vitoria, que estrenó el cinematógrafo en 1896, puede presumir de que el lugar en el que se produjo la primera proyección, 'Baignade de nègres', sigue emitiendo cine más de 125 años después. Lo que entonces era Teatro Circo ahora son los multicines Florida, los únicos que sobreviven en el centro de la ciudad. El complejo ha tenido otros nombres como Ideal Cinema o Albéniz y fue también Teatro Florida. Estuvo cerrado y reabrió. No queda nada en su estructura de aquella época, pero sus palomitas tienen un olor histórico. Sin embargo, buena parte de su patrimonio cultural es pasado en una ciudad que tuvo en la calle de San Prudencio o en General Álava cuatro y tres recintos, respectivamente. Con el cambio del siglo XX al siglo XXI, Vitoria aún era la ciudad de España con más pantallas de cine por habitante. Hasta 16 recintos de cine o de teatro han bajado la persiana, aunque muchos edificios antiguos conservan su esencia, como el Centro Obrero Católico o las fachadas del Gran Cinema Vesa y del Teatro Príncipe. Preparen sus entradas, que comienza la función:
El primer Teatro Principal (1822-1914)
Con permiso del teatro Canuto, en el Casco Viejo y operativo de manera intermitente entre 1806 y 1856 cuando no era o carnicería o matadero, el primer gran coliseo de la ciudad fue el Teatro Principal, que no es el mismo que el actual espacio con ese nombre y que nació como Nuevo Teatro a raíz del gran incendio que consumió el original. Ese edificio acoge ahora el Memorial en honor a las víctimas del terrorismo, un espacio inaugurado en 2021 por el jefe del Estado, Felipe VI, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el lehendakari, Iñigo Urkullu. Sin embargo, en la ciudad es más conocido porque durante décadas fue Banco de España, donde se gestionó el cambio de la peseta al euro. En la Guerra Civil, cuando Vitoria se convirtió una de las ciudades de referencia para Francisco Franco, uno de los líderes de la rebelión, José Millán-Astray, pronunció desde su balcón un discurso arengando a las masas.
Salón Variedades/Pabellón Rocamora (1905-1907), el primer Iris Salón (1906-1919) y el segundo (1976-1990) y El Recreo Infantil (1919)
Se dice que el Salón Variedades o Pabellón Rocamora, aunque era una instalación provisional y duró muy poco, fue el primer cinematógrafo propiamente dicho de Vitoria, ya que el Teatro Circo, donde se estrenó el invento procedente de Pamplona, ofrecía también otro tipo de espectáculos teatrales, deportivos y circenses. Su ubicación aproximada es muy similar a la trasera del Teatro Circo -salida actual de los Cines Florida-, a la altura del Arca. Ahora es un edificio moderno con locales comerciales en los bajos. Se abrió en noviembre 1905 impulsado por la empresa local Cronophone. El estreno se hizo con cinco películas con música de gramófono y la cita fue “concurridísima, prodigándose los aplausos sin cesar”, según la crónica de 'La Libertad'. La decoración era “admirable” y había 500 asientos repartidos en “preferencia”, para las gentes “distinguidas”, y “general”, para el pueblo llano. En mayo de 1906 mejoró sus prestaciones con la contratación de un “explicador” para narrar las películas mudas. Pronto se transformó en Pabellón Rocamora y ofrecía, según 'El Heraldo Alavés', el “mejor” aparato de cinematografía conocido en la ciudad. Pero el proyecto solamente aguantó unos meses y en 1907 era historia.
Entre otras cosas, sucumbió a la competencia del primero de los dos Iris Salón que ha tenido Vitoria y que estuvo abierto de 1906 a 1919, con varios nombres también. Abrió el sábado 7 de julio, San Fermín, con un “sainete” titulado 'La tienda del montañés' y con los siguientes precios: una entrada con derecho a butaca costaba 50 céntimos de peseta, una silla 35 céntimos y un pase para estar de pie en la galería 25 céntimos. ¿Dónde estaba? Se ubicaba en el tramo de General Álava donde hoy está la floristería Díaz de Argote, un restaurante que ha sido italiano y oriental y una inmobiliaria. Se clausuró en mayo de 1919 entonces denominado Bellas Artes y con la obra 'Don Pedro I el Cruel'. Sin embargo, en esos años se le conoció también como Buenos Aires, Parisiana o Novedades.
Décadas más tarde, en el interior del actual Teatro Principal, funcionó también una Sala Iris, pensada para películas más selectas. Iba a ser ubicado en la planta tercera del Teatro Príncipe, en su día el salón de fiestas del casino Gran Peña, pero finalmente acabó en el Principal. Estuvo operativa desde 1976 hasta 1990 y la primera proyección fue Amarcord, de Federico Fellini. Actualmente son dependencias del propio teatro, sin un fin específico. De 1919 es también un espacio del que hay muy escasa documentación. Se llamaba El Recreo Infantil, estaba en el 45 de Eduardo Dato -ahora allí hay un edificio nuevo y, en los bajos, una sucursal del banco andorrano AndBank- y estaba especializado en espectáculos para niños.
El Círculo Obrero Católico (1912)
El navarro monseñor José Cadena y Eleta era obispo de Vitoria cuando, en 1912, se decidió levantar un centro cultural en la actual calle de Vicente Goikoetxea. El espacio, de tres plantas, se vino en llamar Centro Obrero Católico y ofrecía un lugar de esparcimiento para los trabajadores con billares y otros juegos. También se construyó un cine-teatro con unas 500 localidades.
Esas dependencias forman parte ahora de la sede del Obispado y el antiguo cine-teatro se conserva prácticamente tal cual, constituyendo el espacio cultural más antiguo de Vitoria así conservado. En un cuidado color blanco, se aprecian molduras, esculturas y barandillas como lucían un siglo atrás. El escenario está presidido por una fecha grabada: 1912. En 2012, con motivo del centenario del local, se realizó una profunda reforma -ya hubo otra en 1985- para instalar conexiones, iluminación, nueva acústica o salidas de emergencia, pero el recinto mantiene su esencia. Aunque ya no forme parte del circuito de cines y teatros de la ciudad, explican en el Obispado que sí lo emplean “regularmente” para actividades diocesanas o de otros colectivos, así como para conferencias o cinefórum.
El Teatro Príncipe o Guridi (1925-2012)
Cuatro meses antes de la inauguración, cuando las obras ya dejaban entrever la factura del nuevo coliseo de Vitoria, una ciudad de unos 35.000 habitantes en 1925, la revista ‘Celedón’ definió al futuro Teatro Príncipe como “la catedral del espectáculo”. “Para Navidades se abrirá al culto”, prometía Norberto de Mendoza, el promotor. El teatro y el lujoso casino que iba a tener, llamado Gran Peña, eran lo que “correspondía” a una ciudad “culta, progresiva y señorial” como la Vitoria de la década de 1920. “Quiero que Vitoria cuente con un centro de recreo y otro de espectáculo diario, pero trayendo lo mejor y lo más nuevo, lo de más atractivo en películas y en compañías cómicas, dramáticas y líricas”, prometía De Mendoza. El actor Ricardo Puga, vitoriano él, declaró que aquel teatro era “lo mejor” que había visto. “¡Y cuidado que he rodado por teatros!”, apostillaba.
El Teatro Príncipe se erigió en el actual número 6 de la calle de San Prudencio. Era en el tramo comprendido entre Eduardo Dato y San Antonio, abierto unos pocos años antes al tránsito. Estaba en frente del Frontón Vitoriano y del hotel al que daba nombre y también a la vez se construyó en ese lugar el Banco de Vizcaya. El escenario estaba ubicado hacia el Oeste y un edificio de tres plantas hacía las veces de gran fachada hacia San Prudencio.
Inicialmente iba a ser un cine, pero se optó por un teatro cuyo escenario -de 158 metros cuadrados- se pudiera adaptar para la proyección del cinematógrafo, de modo que el negocio fuese mucho más rentable. El arquitecto fue el donostiarra Augusto de Aguirre Wittmer y las obras corrieron a cargo de Agustín Linazasoro. Se trataba de un “coliseo moderno” y “totalmente alejado del tradicional teatro a la italiana”, el modelo clásico del cercano Teatro Principal. En el patio había 1.000 asientos y en el anfiteatro otras 700 butacas, “probablemente el mejor de todos los de España”. Con los palcos, la capacidad se aproximaba en origen a los 2.000 espectadores.
El Teatro Príncipe quedó inaugurado el 25 de diciembre de 1925 con las obras aún sin terminar. Aquella Navidad se estrenó el local con cine. Se proyectó primero el cortometraje ‘Un día aciago’ y, después, el largometraje ‘El mundo acusador’. Hasta febrero no se programaron artes escénicas. El 13 de febrero de 1926, por ejemplo, se anunciaba en el cartel una exhibición de tangos de “Carlitos Gardel”, la notabilísima estrella argentina que, en España, solamente había pasado por Madrid y Barcelona. La lectura del ‘Heraldo Alavés’ del día siguiente muestra que el argentino tuvo una fría acogida, aunque él contó en su país haber quedado impresionado por el novísimo coliseo que le acogió. Un telegrama en el que se le informaba de problemas de salud de un allegado obligó a Carlos Gardel a marcharse antes de tiempo de Vitoria y a regresar a Argentina.
El momento cumbre para el nuevo Teatro Príncipe llegó el 15 de enero de 1927 con el estreno de ‘El caserío’ de Jesús Guridi. La historia del Teatro Príncipe y la de Jesús Guridi están íntimamente ligadas. Aunque la apertura del recinto se produjo en la Navidad de 1925, ni las obras estaban terminadas ni el casino Gran Peña estaba operativo. Tampoco las primeras sesiones convencieron del todo al público vitoriano. El gran momento para el Teatro Príncipe llegó el 15 de enero de 1927 cuando el maestro Jesús Guridi estrenó en Vitoria, la ciudad que le vio nacer en la calle de la Florida en 1886, su gran zarzuela ‘El caserío’.
Aquel día, sábado por la tarde-noche, la fachada del teatro fue engalanada con “preciosas colgaduras” e iluminación eléctrica. La Gran Peña ya llevaba abierta desde Reyes. “Muchísimas personas, estacionadas al final de la prolongación de San Prudencio, mantenían su admiración presenciando el disparo de bombas y chupinazos, así como la llegada trepidante de los automóviles”, describía el ejemplar del lunes siguiente del ‘Heraldo Alavés’. Y, en el interior, “el aspecto era algo excepcional”. Ellos iban de “rigurosa etiqueta” y ellas, “siempre el más preciado joyel de todo momento dignificante”, luciendo tocados y distinguidísimas. Una perfumería donostiarra les regaló a ellas botes de fragancia y a ellos pastilla de jabón.
Murió Guridi en Madrid en 1961 y su ciudad natal decidió cambiar de nombre al Teatro Príncipe, que pasó a llamarse Teatro Guridi desde ese mismo año. En 1986, en el vigésimo quinto aniversario de su fallecimiento, se conmemoró el ‘Año Guridi’ y la ciudad creó una placa conmemorativa del fastuoso estreno de 1927. El 21 de diciembre de 1991, tras una gran reforma interna, el Teatro Guridi dejó paso a los cines Guridi, en cuya primera cartelera estaban ‘Terminator II: El juicio final’ o ‘El robobo de la jojoya’.
En 2012 cerraron los cines, que en 2015 pasaron a ser un supermercado BM y, en otra parte, un gimnasio Altafit, que ocupa también la primera planta. La firma de abogados Bestax y elDiario.es/Euskadi tienen también su sede en el edificio. En la fachada se conserva el cartel vertical de los cines, que hace años que no se ilumina, el voladizo que cubre los arcos de entrada al antiguo teatro y el enorme rótulo en lo alta de la fachada del antiguo Teatro Príncipe. En el interior, quedan vidrieras y escaleras de madera originales de hace un siglo.
El Gran Cinema Vesa (1951-1982)
Vitoriana de Espectáculos (VESA) surgió en 1931, unos días antes de la proclamación de la II República en España. Para 1951, cuando se inauguró el Gran Cinema Vesa, esta compañía ya controlaba todos los cines y teatros de la ciudad y, singularmente, los de la calle de San Prudencio, el Teatro Príncipe, el Teatro Principal y el actual cine Florida, que ha tenido muchos nombres a lo largo de la historia. Pero el Gran Cinema Vesa, el actual edificio Ópera, fue pionero doblemente. Fue el primer cine sonoro construido como tal en Vitoria -y no un teatro que ofrecía también películas- y fue el primer edificio gestionado por VESA diseñado desde el principio por la compañía.
Ya en la década de 1940, en plena posguerra, VESA manejaba algunos diseños para la parcela contigua al Teatro Principal. En 1944, Jesús Guinea y Emilio de Apraiz ya habían esbozado una idea bastante aproximada al menos de la fachada principal, cuyo elemento característico es un porche abovedado con un cuarto de esfera. Juan Carlos Centeno, en su obra ‘Los teatros y cines de Vitoria. Arquitectura para el espectáculo’, señala que “es una composición muy típica de algunos locales anglosajones de la primera época del cine” y que los arquitectos conocían, lo que pudo “haberles servido de inspiración”. Sorprende el parecido de esa entrada con las del Bijou Dream Theater de Chicago, el Saxe Theater de Minneapolis y el Walpole Picture Theatre londinense.
Los vitorianos conocen que el edificio tiene una segunda salida, hacia la calle de los Fueros. Esta entrada tiene 10 metros por 18 de la principal, pero fue también ornamentada con una suerte de tres columnas con cristaleras opacas. La central sobresale hacia la vía pública, según Centeno, porque alojaba el sistema de sonido del cine. Arriba, estaba rematada por una especie de faro en el que se veían las letras ‘V’, ‘E’, ‘S’ y ‘A’ iluminadas con neones. “El torreón luminoso es un elemento característico de esta arquitectura, que se puso de moda en la época del cine mudo”. Tanto el Real Cinema como el Cine Callao de Madrid tenían también esos ‘faros’ atrayentes. En la entrada de San Prudencio, también había un cartel luminoso vertical similar al del Principal o al que todavía hoy se conserva de los desaparecidos cines Guridi.
No todo fue sencillo para el Gran Cinema Vesa. La licencia de obra la obtuvo en 1947 y se inauguró en 1951 con 89.770 pesetas de sobrecoste. La primera película fue ‘El diablo dijo ¡no!’, una malísima traducción del orginal ‘Heaven can wait’ de Ernst Lubitsch y producida por la 20th Century Fox. La prensa de la época destaca la buena acogida del público. Este local tenía un aforo de ¡1.300! espectadores. Sin embargo, su pantalla pronto se quedó pequeña. A principios de la década de 1980, con una oferta de salas más modernas en la ciudad, era complicado llenar el Gran Cinema Vesa en sus proyecciones. Cerró en 1982 y VESA lo vendió en 1988.
Ahora es un edificio de oficinas con muy poco o nada que recuerde su pasado. Solamente en el vestíbulo interior se mantiene el enlosetado en forma de estrella que daba la bienvenida a los espectadores. En la fachada principal sí que se intuyen sobre la pintura gris uniforme las formas de algunas de las letras del nombre antiguo y quedan los agujeros en los que iba enganchado el cartel vertical. Ahora ha sido renombrado como Edificio Ópera y acoge oficinas en sus plantas superiores y comercios en la baja, incluido un restaurante Krunch. En los últimos meses se especuló con que podría ser usado para ampliar el Teatro Principal anejo y devolverlo a sus funciones culturales, pero el proyecto nunca cristalizó.
El Teatro Amaya (1955-1982)
En la zona de la calle de La Paz pegada al hospital de Santiago hay una pensión llamada “Amaia” y, algo más alejada, una panadería “Amaya”. Son dos vestigios de que, hace unas décadas, allí existió el Teatro Amaya, que luego fue también cine. Se abrió en 1955 con el estreno de ‘La ley del silencio’ de Marlon Brando, otra de esas películas cuyo título original ('On the waterfront') nada tiene que ver con la versión traducida. en los bajos de un bello edificio residencial construido en 1952. Cuenta un vecino que ese bloque era conocido como el “coño” de Vitoria porque siempre exclamaban los visitantes: “¡Coño, qué casas!”. El Amaya se apagó en 1982.
El viejo recinto se reconvirtió entonces en local comercial. Ha habido una tienda de deportes (Marañón), una perfumería y, actualmente, gran parte del viejo Amaya es un bazar llamado Eusdeko, ya que el resto permanece cerrado. Si se accede a la tienda, su distribución no es la habitual. El espacio está repartido en diferentes niveles y, sobre todo, lo más llamativo es que, al fondo, hay un techo elevadísimo decorado con molduras y colores antiguos. Son los vestigios del Amaya, aún conservados a pesar del paso del tiempo y que acompañan las compras de los clientes.
El Cine Samaniego (1959-2001)
'Helena de Troya', protagonizada por la italiana Rossana Podestà, sirvió para inaugurar el cine Samaniego de Vitoria, en la calle del mismo nombre. El estreno tuvo lugar el día de Nochebuena de 1959. En 1982, el espacio se clausuró y reabrió un año después ya reconvertido en multicine, con cuatro salas y 662 asientos. Era el primer espacio de esas características en la historia de Vitoria y fue el modelo que imitarían después todas las cadenas. Los Samaniego formaban parte con los Guridi de la oferta de VESA en el centro de la ciudad en unos años en el que los Florida estaban cerrados. Dejaron de vender entradas en 2001 y en 2002 la Diputación adquirió el recinto por 2,4 millones de euros para ampliar la sede central de la Hacienda de Álava, ubicada en el bloque contiguo. Es ése el uso actual de las viejas instalaciones, cuya entrada ha pasado a tener una estructura metálica. Eso sí, se mantiene abierta con una rotulación similar a la de los cines la cafetería del espacio cultural y que mantiene el nombre Samaniego.
El Gran Cinema Gasteiz (1964-1991) y el Astoria Palace (1966-1990)
En 1959, el Ayuntamiento abrió un nuevo tramo de la calle del General Álava entre Eduardo Dato e Independencia. En los bloques de reciente construcción se emplazaron dos salas de cine, el Gran Cinema Gasteiz en 1964 y el Astoria Palace en 1966, una a cada lado de la acera. Estuvieron abiertos hasta 1991 y 1990, respectivamente. Explica Iñaki Armentia que eran amplios pero que se cuidaron de que su aforo no alcanzara los 1.000 espectadores para pagar menos impuestos.
La inauguración del Gran Cinema Gasteiz tuvo lugar el 1 de agosto de 1964 con 'Cleopatra', protagonizada por Liz Taylor. La prensa lo definió como un “solemne estreno exclusivo del mayor espectáculo de la historia del cine”, “la película que el mundo entero está ansiando ver”. Por su parte, el Astoria Palace se abrió en la Navidad de 1966. La primera proyección fue 'El barco de los locos', con Vivien Leigh y el portorriqueño José Ferrer. La aportación de estas dos salas tan cercanas era que su tecnología era más moderna, tanto en calidad de imagen como en sonido. “Pantalla gigante, sonido estereofónico magnético de alta fidelidad, aire acondicionado, máximo confort. Única sala en Vitoria y provincia equipada con la maravilla del Todd-AO 70 mm”, explicaba la publicidad del Gran Cinema Gasteiz.
En la actualidad, el local del Gran Cinema Gasteiz es una de las muchas lonjas vacías del Ensanche vitoriano. Hasta 2020 fue una tienda de la cadena New Yorker. Antes fue también Mango durante muchos años. Ambas firmas se valieron de sus grandes dimensiones para centros comerciales de ropa. El antiguo Astoria Palace es un Zara desde hace décadas y también son unas instalaciones muy amplias.
El Iradier (1968), el Mikeldi (1982) y los multicines Mikeldi (1989-2005)
Como Bilbao, Vitoria también tuvo sus cines Mikeldi. Fueron dos, una sala en Prudencio María Verástegui y otro recinto más amplio en Zaramaga. La primera estaba pegada a la antigua estación de autobuses (ahora museo Artium). Antes, en la zona se abrió el Cine Iradier apenas unos días después de que dejara de operar el ferrocarril vasco-navarro, cuya parada principal se ubica también en las inmediaciones. Era 1968. La primera proyección en el Iradier fue 'El padrecito' de Cantinflas. El portal 'Vitoria en fotos' explica que tenía un aforo de 995 butacas, “incluido un pequeño anfiteatro de 99 localidades”. En 1982, aquel Mikeldi de Prudencio María Verástegui se abrió con 'Las pequeñas fugas'. Tenía 182 butacas. En ese lugar tiene sus oficinas desde hace años la asociación de jubilados 'Las cuatro torres'.
Los multicines Mikeldi en el portal de Villarreal (ahora de Legutio) abrieron en 1989 de la mano de RKU Visión con notable éxito de público aunque quedaron algo alejados del centro. Ofrecían 1.224 butacas. Mas, a principios del siglo XXI, se construyeron en las afueras de Vitoria tres centros comerciales, el de Lakua en el barrio del mismo nombre, el Gorbeia en Zigoitia y El Boulevard en Zaramaga. Todos ellos estrenaron modernos multicines rodeados de tiendas, bares y restaurantes y grandes aparcamientos gratuitos. A los Mikeldi, también en Zaramaga, la cercana competencia los hizo languidecer. En 2001, la plantilla fue a la huelga por la propuesta de despidos de la empresa gestora y, para agosto de 2005, ya habían cerrado sus puertas. Y eso que en 1999 habían sido reformados para disponer nueve salas y no cinco, como hasta entonces. Aquellas obras costaron unos 125 millones de pesetas. Ahora un supermercado de la cadena Eroski ocupa ese lugar y mantiene una entrada trasera, la que se utilizaba para salir de las películas.
El Cine Azul (1976-2004)
El promotor Antonio Ochoa, con espacios culturales en Vitoria y en otras ciudades, abrió en la plaza de Zaldiaran de Vitoria el cine Azul, de una sola sala. En 1990, se reformó para dividirse en dos espacios y poder competir con los multicines. Ofrecía 481 butacas. Se mantuvo en este formato hasta 1999. Desde entonces hasta 2004 probó fortuna con dos proyectos que hicieron del Azul un espacio alternativo que ofrecía producciones en versión original, según 'El País'. Fue el caso de 'Los otros', de Alejandro Amenábar, una de las grandes producciones del cine español pero que en Euskadi solamente se ofreció en inglés, como fue rodada, en este cine. También se estrenó 'Amélie' en francés. Pero hace 18 años cerró sus puertas para siempre. Ahora el local lo ocupa una empresa de reformas y rehabilitaciones llamada Ertz 4.
Los Ster de Lakua (2001-2007) y los nuevos recintos
En 2001 Vitoria estrenó el nuevo modelo de cine en centros comerciales y bajo el paraguas de grandes cadenas internacionales con la apertura de los Ster estadounidenses en Lakua. Lo uno coincidió con el cierre de los Samaniego en el centro y la crisis de los Azul y Mikeldi. Sin embargo, el modelo no ha sido precisamente estable. Los Ster pasaron a manos de Ábaco, primeros dueños del recinto de proyecciones de El Boulevard. Mientras, en el parque Gorbeia de Etxabarri-Ibiña se instaló Yelmo. El tiempo dictó que Ábaco cerrara Lakua -ahora hay un circuito de 'karts' allí- y cediera El Boulevard a Yelmo, mientras que el Gorbeia quedó un tiempo sin actividad hasta que lo rescató VESA, la gestora de cines y teatros más tradicional de Vitoria y que los mantiene abiertos en la actualidad.
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