El turismo rural de Euskadi afronta una Semana Santa con “buenos” datos a pesar del confinamiento perimetral de algunos municipios
“Todo el pueblo sabía que Muskiz iba a salir de la alerta roja, estamos indignados”. Son las palabras de Josu Alonso, propietario de la Casa Rural Labeondo, después de que el municipio quedara confinado perimetralmente este lunes, y esa misma jornada lograra salir de la alerta máxima. Esta Semana Santa, además de no poder salir de Euskadi, un total de 19 municipios permanecerán cerrados, al menos, hasta el próximo martes, 6 de abril, cuando el Labi vuelva a revisar los datos de transmisión de la COVID-19. Aun así, Nekatur, la Asociación de Agroturismos y Alojamiento Rurales de Euskadi, afronta la festividad con un 85,45% de ocupación y afirma que han “recibido alguna cancelación, pero no se ha notado tanto”.
Muskiz entró el sábado en la lista de municipios cerrados perimetralmente junto con Berriz, Ermua, Elorrio y Ondarroa en Bizkaia, Ataun, Beasain, Idiazabal, Lazkao, Olaberria, Ordizia, Urretxu, Zaldibia y Zegama en Gipuzkoa, y Elciego, Elvillar, Iruña de Oca, Urkabustaiz y Zigoitia en Álava. La tasa de incidencia por 100.000 bajó de los 400 en Muskiz el mismo día que las nuevas restricciones entraron en vigor en la localidad, algo que todos “esperaban”, tanto vecinos como a hosteleros. En la Casa Rural Labeondo la ocupación para esta Semana Santa es “muy bajita”, “normalmente viene gente de fuera de Euskadi. Hemos tenido varias consultas, pero al final no han llegado a realizar las reservas”, comenta Alonso. De todas maneras, se siente “indignado” por no poder acoger tampoco a visitantes de Euskadi durante estos días, porque “la gente espera a última hora para reservar y así saber qué tiempo va a hacer durante esos días”, explica.
En la Casa Rural La Corchea, en Elciego, han pasado de tener “todo ocupado” para la próxima semana a tenerlo “todo cancelado”, según comenta María, su propietaria. Elciego también tendrá que permanecer confinado perimetralmente estos días, y “aunque puedan venir con las reservas que tenían, los clientes no pueden salir del pueblo ni acudir a las visitas que tenían reservadas, por lo que han decidido cancelar sus estancias”, señala. Algo parecido ha pasado en Hostal Arrigorri de Ondarroa. “Este no es un pueblo que destaque por ser turístico. Los clientes que llegan aquí lo hacen por el precio, y su intención es visitar los alrededores”, indica Gotzon Iparragirre, encargado del hospedaje. Por eso, que Ondarroa esté entre los 19 municipios confinados perimetralmente les perjudica. “Teníamos el 50% del alojamiento reservado, y esperábamos poder llegar al 80% con las reservas de última hora, pero ahora empiezan a llegar cancelaciones”, sostiene, “los clientes valoran todo, que la situación del pueblo no es buena, que no pueden salir, y eso les echa para atrás”.
Donde no han percibido los efectos de las nuevas medidas es en Altzibar-Berri, en Urnieta. Eli Etxezarreta, la propietaria, contaba con una ocupación del 25% para la Semana Santa. Este agroturismo guipuzcoano no ha recibido ninguna reserva de los municipios que han llegado estos días a la alerta máxima, por lo que cree que, en su caso, “estas nuevas medidas no afectarán mucho”. No obstante, el nivel de ocupación es bastante más bajo que en los últimos años, cuando ha llegado a ocupar el 90% del alojamiento para los días festivos. “La gente tiene ganas de salir con sus amigos, pero no se puede, y hay que cumplir con las medidas”, afirma.
Amaia Sagasti, de Iberreko Errota, en Muxika, tampoco ha sufrido las consecuencias de las medidas adoptadas por el Labi el viernes pasado: “Por suerte, de momento, mantendremos todas las reservas que teníamos”. Este agroturismo afronta estas dos semanas con el alojamiento lleno. Según su propietaria, la gente “se siente liberada con la posibilidad de poder hacer planes”, pero recuerda que además de miedo, también hay “inconsciencia”. “Cuando la gente pide reservas que no están permitidas por las medidas no las aceptamos, porque o lo hacemos todos juntos o no salimos de esta”, afirma.
Reyes Uriarte, dueña de La Casa Vieja, en Maturana, también tenía su negocio completo para los primeros días de la Semana Santa, y pese a tener alguna habitación libre para los siguientes días calificaba su tasa de ocupación de “buena para lo esperado”. Sin embargo, desde que entraron en vigor las nuevas medidas ha recibido alguna cancelación, “sobre todo de familias con niños”, explica, aunque este alojamiento no está dentro de ninguna localidad confinada. Uriarte está segura de que los ciudadanos “quieren salir de la ciudad y disfrutar del campo aunque sea por unos pocos días”.
En Samaniego, la casa rural La Molinera hace frente a una Semana Santa con todas sus habitaciones reservadas. Su propietaria, Amaia Balda, se alegra de la situación: “Esperábamos peores datos”. Además, después de las nuevas medidas no han tenido ninguna cancelación. Respecto a la situación actual, Balda cree que “aquí se puede trabajar en estos momentos en los que no se puede salir de la comunidad porque Euskadi es bastante grande, pero para nuestros vecinos de La Rioja, por ejemplo, es complicado por ser más pequeño”.
En Vitoria y Bilbao, donde la incidencia roza el umbral de los 400 casos por cada 100.000 habitantes en los últimos 14 días, sin embargo, el escenario es diferente. Las dos capitales vascas no tendrán que cumplir con las máximas restricciones anunciadas por el Labi el pasado viernes, por lo que podrán recibir turistas de todos los puntos de Euskadi. Los responsables del Hotel Hito, en Vitoria, valora positivamente poder acoger a todos los clientes, porque veían venir “el confinamiento perimetral, y no se podrían recibir las reservas de última hora”. En estos momentos el alojamiento cuenta con un nivel de ocupación del 70% entre el 1 y el 4 de abril. En el hotel Ilunion de Bilbao el panorama no es tan bueno. Según indica su director, Álvaro Díaz, la previsión del hotel no llega al 30% de ocupación para la Semana Santa, como “tampoco lo hizo durante el puente de San José”. En relación con las nuevas medidas cree que “no permiten ser optimistas, porque retrasan la apertura con otras comunidades”, de donde, subraya, “llegan muchos de los turistas”.
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