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Ulma y Orona salen de Mondragon con un portazo de más del 70% de los socios y dejan cojo al gigante del cooperativismo

Socios de Ulma en los accesos a Illumbe, donde se ha celebrado la asamblea.

Belén Ferreras

16 de diciembre de 2022 15:20 h

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Ulma y Orona salen de Mongragon y lo hacen con un sonoro portazo. Los 4.550 socios de estas cooperativas han apoyado por aplastante mayoría salir de la corporación y emprender caminos en solitario a partir de ahora y dejan tocado y cojo al gigante del cooperativismo vasco. Con la salida de estas dos empresas, las más importantes hoy en día del área industrial, el grupo perderá el 15% de sus ventas, un 13% en puestos de trabajo y un 28% de resultados. Es un agujero en toda regla que deja sumida a la corporación, la cooperativa más grande del mundo pero ya no tanto, en una importante crisis que a partir de ahora deberá recomponer.

En concreto, los 1.750 socios de Orona, reunidos en Hernani, han decidido dejar Mondragon por el 72% votos. Por su parte Ulma, que ha reunido a sus 2.789 socios de sus nueve divisiones en Illunbe, la plaza de toros de Donostia, dejará el grupo con el apoyo de 80,5% de los cooperativistas. Fuentes de Ulma han señalado que el acuerdo respaldado por los socios supone “acordar la baja de las cooperativas de Ulma en Mondragon y los acuerdos derivados de la misma. Y al mismo tiempo, instruir al Consejo Rector de Grupo Ulma para que trate de promover colaboraciones futuras con Mondragon para el desarrollo del movimiento cooperativo e impulse el desarrollo normativo necesario para que las aportaciones hasta ahora realizadas a los fondos gestionados por la fundación Mondraon se puedan seguir destinando al desarrollo del movimiento cooperativo”.

“Son las personas socias quienes determinan con su voto el camino que sigue la cooperativa. Hoy, los órganos de las cooperativas de Ulma hemos recibido un mandato claro. Somos parte del modelo de éxito que representa el modelo cooperativo vasco. Y vamos a defender y apoyar siempre sus valores. Creemos que la mejor forma de hacerlo es hacer de Ulma un grupo industrial cooperativo fuerte”, ha señalado Lander Díaz de Gereñu, presidente del Grupo Ulma tras la asamblea. Respecto a Mondragon, ha mostrado su “máxima disposición para trabajar de la mano en todas aquellas acciones que redunden en el beneficio del modelo de éxito que representamos todos”.

Por su parte, Oier Lizarazu, presidente de Orona, ha destacado que a este acuerdo de salida “tan importante para garantizar el futuro de Orona y su aportación al movimiento asociativo cooperativo se ha llegado tras la celebración de más de 80 sesiones informativas con un alto nivel de participación. Nuestro objetivo es seguir incrementando el número de personas socias impulsando así el proyecto cooperativo Orona, colaborando con el resto de cooperativas, y aportar equilibrio social y empleo en Euskadi y el resto del país”.

Las asambleas de lo que ya se conoce como el 'coopexit' se han celebrado durante toda la mañana de este viernes en un clima de gran expectación, y con muchos socios que han llegado autobuses, -por cierto de Irizar, otra de las cooperativas que decidieron romper con el grupo- y algunos después de viajar en avión desde sus respectivos lugares de trabajo en diferentes paises en los que estas cooperativas están implantadas.

La salida es el final, y a la vez el principio, de una historia anunciada. Ambas cooperativas pretendieron que se debatiera sin éxito en el último Congreso del 15 de noviembre su propuesta de convertirse en “cooperativas convenidas”. Es decir,“ no estar sujetas a las normas aprobadas por el Congreso, no participan con carácter general en los mecanismos de intercooperación y solidaridad de las cooperativas y establecer en un convenio de duración anual los posibles ámbitos y compromisos de colaboración con Mondragon”, según comunicó la dirección de la corporativa, que rechazó tratar un tema de esta entidad en el Congreso sin que hubiera un debate previo “sosegado”, y se enrarecieron las relaciones, aún más de lo que ya estaban. Días después del Congreso, al que no asistió ningún representante de Ulma ni de Orona, ambas empresas pusieron fecha a las asambleas de la salida.

Por ello, la decisión que Ulma y Orona han tomado este viernes era esperada, pese a los esfuerzos que lleva realizando la dirección de la corporación durante toda esta semana para convencer a los cooperativistas de estas empresas de las bondades de quedarse en Mondragon, en un periodo convulso y con acusaciones cruzadas de las que no se tenía precedente. El presidente, Iñigo Ucin, se ha prodigado con declaraciones en la revista TULankide -editada por el grupo cooperativo- y en otros medios como la televisión pública vasca, reiterando la importancia de continuar “juntos” y de que “la ruptura no beneficia a nadie”, pero, a la vista de los resultados, con poco éxito. Hay que tener en cuenta que las dos empresas díscolas están en un momento álgido en cuanto a resultados y a expansión. Era fácil prever que los socios no darían la espalda a una dirección que les ha llevado a colocarse en lo más alto del ranking en sus respectivos sectores. Y aunque el argumento de Mondragon es que están en ese punto gracias al paraguas de la corporación, han pesado más los argumentos favorables a iniciar trayectorias independientes, sin estar sujetos a las normas del consejo cooperativo y de los sistemas de solidaridad por los cuales todas las empresas contribuyen con el 10% de sus resultados a un fondo que permite que las que más ganan eviten la caída de las que pasan por dificultades. Un mecanismo que ha funcionado con éxito a lo largo de los años salvo en la sonora quiebra de Fagor en el año 2013. Precisamente Orona, una de las empresas que se despiden ahora del gupo, fue entonces una de las cooperativas más beligerantes y críticas a la hora de seguir aportando fondos a la empresa, que había dilapidado muchos millones del fondo de solidaridad para intentar reducir su deuda, y finalmente una de las que bloqueó nuevas inyecciones de liquidez a la empresa de electrodomésticos a la que se dejó caer y entró en quiebra para que no arrastrara al resto del grupo.

Mensaje “en clave de ilusión” desde Mondragon

La dirección de Mondragon ha insistido toda esta semana en que, pasara lo que pasara en las asambleas, el grupo seguirá siendo fuerte. Este mismo viernes, tras conocer el varapalo de la decisión y mostrar su “respeto” por lo votado por los socios de ambas empresas, desde la direccion del grupo se aseguraba que se “enfoca el nuevo horizonte poniendo el acento en los valores de intercooperación y solidaridad, señas de identidad que han permitido que sus cooperativas, de forma totalmente autónoma y soberana, hayan podido ampliar sus proyectos empresariales y contar con la solidaridad del conjunto en el caso de atravesar coyunturas adversas”. Además, se trasladaba “un mensaje en clave de ilusión, soportado en la evolución positiva de sus negocios, en los proyectos de futuro que se están abordando en la actualidad y en la confianza de que el modelo cooperativo es el adecuado para enfrentar los desafíos de los mercados y para construir sociedades más cohesionadas y sostenibles”.

Pero lo cierto es que ambas empresas que ahora rompen tienen un peso muy importante. Orona es el quinto fabricante europeo en sistemas de elevación o ascensores y da empleo a 5.507 personas, de las que 1.750 son socios cooperativistas. El año pasado aumentó su facturación un 4,1% hasta alcanzar los 832 millones. Su red industrial se extiende por trece países y quiere seguir creciendo. En la última asamblea fijó previsiones para 2030 en unas ventas de 1.200 millones y una plantilla de 7.500 trabajadores. En cuanto a Ulma, factura en torno a los 900 millones de euros y da empleo a 5.500 personas, de los que 2.789 son socios, con presencia en 81 países, en un negocio dedicado a la construcción con diversas divisiones que abarcan, además de la construcción propiamente dicha, los servicios de mantenimiento, la logística, la agricultura, la arquitectura, el embalaje y los bienes de equipo. Es decir se trata de dos empresas de gran peso económico y de empleo, pero también de proyección de imagen de Mondragon en el mundo.

No es la primera el grupo cooperativo, afronta una ruptura En la historia de Mondragon se produjo otra sonada discrepancia interna, hace ahora 14 años, en 2008, que llevó a las asambleas de socios de Irizar y de Ampo, a decidir emprender camino en solitario. Ampo es ahora líder global en componentes de fundición de acero inoxidable y alta aleación y en válvulas de alto valor tecnológico para el gas y el petróleo. En 2021 facturó 157, 79 millones y ganó 6,8 millones de euros. Irizar, por su parte, líder en fabricación de autocares y de lleno metido en los vehículos eléctricos, factura más de 620 millones de euros y tiene presencia en los cinco continentes.

Ese proceso no supuso la salida de más cooperativas, y ahora también están convencidos de que si hay una ruptura, la de de Ulma y Orona serán las últimas huidas. “Este hito refuerza la convicción en nuestros valores, y una sensación de unidad y cohesión que realmente me ha impresionado”, señalaba Ucín hace unos días.

Lo cierto es que en esta semana muchas de las cooperativas más fuertes del grupo, desde Laboral Kutxa a Eroski, han salido en defensa de los valores de la corporación, dando por zanjado que haya más 'fugas' en el grupo, que a la espera de descontar lo que suman Orona y Ulma, este año prevé superar los 12.000 millones en ventas y emplea 80.100 personas.

El Gobierno vasco, mientras tanto, ha observado toda la crisis desde la barrera, pidiendo “respeto” para la decisión que tomaran este viernes los socios fuera la que fuera, como decía esta misma mañana la consejera de Desarrollo Económico y Competitividad, Arantxa Tapia, que confiaba en que “el espíritu cooperativo de esa responsabilidad y solidaridad siga permanente a lo largo de los próximos años”.

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