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Urkullu y el jefe de la Ertzaintza alertan de “injerencias” en la Policía vasca

En el seno de la Ertzaintza hay un elefante. En las últimas semanas está creciendo un movimiento “asindical” ahora institucionalizado con las siglas de la asociación EAE-AAE con movilizaciones, reclamaciones laborales y hasta una amenazada de paralizar la salida del gran evento internacional del año en Euskadi, el Tour de Francia. Todo el mundo en el cuerpo habla de ello. Hablan los agentes de base; habla la cadena de mando; hablan los sindicatos corporativos tradicionales, ahora desbordados; y habla la cúpula política. ¿Quiénes son en realidad? ¿A quién representan? ¿Por qué atraen a sus convocatorias a cientos o miles de policías? En la jornada anual que se celebra en Arkaute de entrega de medallas al mérito y de homenaje a los fallecidos y víctimas del terrorismo el elefante estaba presente. Nadie lo ha mencionado pero ha parecido asomar la trompa en los discursos del lehendakari, Iñigo Urkullu, y del jefe de la Policía vasca, Josu Bujanda. Urkullu se ha preguntado en voz alta si se han pervertido los “valores” fundacionales de una institución que es un pilar del autogobierno vasco y ha hablado en genérico de “injerencias”. Bujanda ha apostillado que si antes el riesgo estaba fuera, en quienes llamaban “cipayos” a los ertzainas, ahora está “dentro”.

Urkullu, en su alocución, ha repetido hasta la saciedad los conceptos “compromiso”, “profesionalidad” y “respeto”. Cree que son los principios que han de guiar a la Ertzaintza. “Ninguna institución, tampoco la Ertzaintza, puede permitirse el lujo de perder el respeto de la sociedad”, ha solemnizado. Y ha lanzado al aire un par de preguntas: “¿Han cambiado los valores de ser ertzaina? ¿Ha cambiado el sentido de la Ertzaintza?”. Dando a entender que hablaba del cibercrimen, pero quizás también con otro sentido, el lehendakari ha alertado también de las “injerencias organizadas” a las que se enfrenta el cuerpo. “Amenazan nuestra señas de identidad”, ha añadido al tiempo que ha apelado a “preservar” el autogobierno. “Son amenazas que adoptan nuevas formas de expresión y extorsión. Son amenazas que utilizan la mentira y la manipulación”, ha incidido. La Ertzaintza -ha concluido- tiene que “dar la mano” y no “la espalda” a la sociedad vasca.

Bujanda, más breve y también sin ser concreto, ha afirmado en euskera y castellano que en el pasado había una parte del país que cuestionaba el modelo policial, lo que llamaban “cipayos” a los uniformados de la Policía autonómica. “Ahora lo tenemos dentro. Tenemos que estar atentos. Mantener nuestro modelo”, ha dicho Bujanda, quien ha participado en el acto con el uniforme de gala, txapela roja incluida.

Según ha informado el Departamento de Seguridad, en esta edición -correspondiente a la labor policial de 2022- se han concedido doce condecoraciones. Son “seis con distintivo blanco, que se otorga en reconocimiento a la participación exitosa en servicios de gran dificultad o importancia en los que se hayan evidenciado relevantes cualidades profesionales o cívicas”, “cinco con distintivo azul, que se otorga a integrantes de otras fuerzas y cuerpos de seguridad, personal de los servicios públicos de emergencias y protección civil, personal de seguridad privada, así como quienes realicen actos de relevante importancia en defensa de la seguridad pública” y “una con distintivo rojo, que reconoce las actuaciones policiales de carácter extraordinario, en beneficio de una tercera persona, a riesgo de la propia vida”. Los que han recogido sus medallas son Josu Baizan Goikoetxea, Maite Álvarez Pastrana, Cristian Del Río Rementería, Asier Carballeda Garcia, Javier Rodríguez Cordeiro, Edorta Menéndez San Cristóbal, Josu Gotzon Lujua Altuna, Endika Gómez Custodio, Alesandro Sánchez Santos, Thibault Roux, Stephane Lapeyre y Karim Fillali. Los tres últimos son de la Policía Nacional francesa. Asimismo, otros 36 agentes han recibido una “felicitación”.