El lehendakari, Iñigo Urkullu, entre sonrisas, ha optado por no responder a la pregunta clave que sobrevuela en la Euskadi política, la de cuándo serán las elecciones de 2024 que a él le corresponde convocar aunque haya sido apartado por el PNV y sustituido como candidato por Imanol Pradales. En la sesión de control al Gobierno del Parlamento Vasco Urkullu ha hablado de que era el último pleno de control... del año. Implícitamente, ha dado a entender que tras el parón vacacional de Navidad, que en la Cámara se estira todo enero, en febrero volverá a haber actividad parlamentaria, lo que llevaría los comicios, como mínimo, a abril. “Están cegados con las elecciones pero seguiremos trabajando”, ha señalado en euskera a este respecto, despejando la imagen de 'lame duck' o 'pato cojo' popularizada en Estados Unidos sobre los mandatarios abocados a no continuar.
Urkullu ha repetido el mismo mensaje dos veces. Significativamente, la primera ocasión en que lo ha hecho ha sido en una pregunta preparada por su propio partido, el PNV, que se ha permitido la broma de que iba a poner “contra las cuerdas” al lehendakari para que revelara la fecha electoral. En lugar de eso, lo que ha hecho Urkullu es enumerar una batería de cien medidas pendientes para lo que queda de mandato. Y ha incluido materias como la ley contra el cambio climático, cuya aprobación implica sí o sí no disolver el Parlamento al menos hasta febrero. También ha prometido devolver las listas de espera de la Sanidad pública “a niveles previos de la pandemia” y cerrar la transferencia a Euskadi de la gestión de Cercanías y otras dos materias pendientes del Estatuto de 1979. La escenificación se ha completado con Urkullu dando la mano a su compañero Iñigo Iturrate agradeciéndole la interpelación.
El tono del debate ha cambiado después. La jefa de la oposición y portavoz de EH Bildu, Nerea Kortajarena, le ha pedido a Urkullu un balance de la legislatura y de su mandato, iniciado en 2012. El lehendakari ha sido tajante: “El balance al terminar la legislatura. Quedan meses por delante”.
Kortajarena, que no será la candidata de su coalición ya que se ha optado por Pello Otxandiano, ha apuntado a que “los datos hablan de un retroceso, de decadencia” en la gestión. “No estamos bien, hemos estado mejor y hay condiciones para estar mejor”, ha recalcado poniendo como ejemplo el “colapso” en las Urgencias de la capital, de Vitoria, con hasta 16 horas de espera o con el incremento de la preocupación ciudadana sobre las políticas de Vivienda con una parte del Ejecutivo, la del PSE-EE, aplicando las zonas tensionadas mientras el PNV mantiene el recurso con la ley de Vivienda estatal que las permite. “Necesitamos abordar un proceso de regeneración política e institucional”, ha señalado Kortajarena.
Urkullu, que ha confiado en lograr un “acuerdo” con el Estado sobre Vivienda, ha negado el catastrofismo. Ha criticado que la principal fuerza de la oposición vea todo “siempre negativo” cuando “nunca en la historia” en Euskadi hay “tantas personas trabajando y cotizando” o tantos recursos en Sanidad y Educación. Citando encuestas europeas, ha considerado que la comunidad autónoma vasca es “el tercer mejor país en servicios públicos”. Además, ha criticado que EH Bildu se promocione como un modelo alternativo al PNV cuando apenas plantea 300 millones en enmiendas al presupuesto. “¿Todo se soluciona con cambiar sólo el 2% a un presupuesto de 15.000 millones?”, se ha preguntado.
En un tercer debate, sin embargo, se ha dado la circunstancia de que Carlos Iturgaiz, líder del PP en el Parlamento pero ya no en el partido, ha indicado no ya que el Ejecutivo está “en funciones” sino “en defunción”. Y se ha despedido como si hubiese elecciones ya convocadas. Se ha despedido él, que no sigue ya como candidato, y ha dicho adiós a Urkullu. Serio, Urkullu ha replicado: “¿He disuelto el Parlamento? Yo no sé cuándo serán las elecciones”. El comentario ha motivado las risas de sus señorías.