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OPINIÓN | 'Este año tampoco', por Antón Losada

¿La historia de la pandemia se está repitiendo? El arranque del verano de 2021 en Euskadi está arrojando cierta sensación de ‘déjà vu’ con respecto al de 2020. Casos importados, brotes asociados a las fiestas, al ocio y a la hostelería y repunte de la incidencia desde su momento más bajo del año. La sensación está, además, soportada con datos que corroboran el aumento claro de los contagios. Eso sí, el escenario tiene tres diferencias. Una es claramente favorable: casi el 43,11% de la población está ya totalmente vacunada contra la COVID-19. Las otros dos no lo son tanto: el arranque de la escalada llega con unas tasas mucho más altas que el pasado año tras el confinamiento total y han entrado en escena nuevas variantes del Sars-Cov-2, singularmente la denominada delta y que ya se sospecha que represente el 37% de los positivos en el mayor de los brotes activo, el relacionado con el viaje de estudios de centenares de estudiantes vascos y de otros muchos puntos a Mallorca.

El verano de 2020: la antesala del “tsunami”

El primer estado de alarma acabó el 18 de junio. Por aquel entonces, las autoridades sanitarias vascas se habían felicitado por lo que se vino en llamar el día “cero-cero”, sin positivos ni fallecidos. Fue un espejismo ya que no ha habido otro igual en toda la pandemia y porque en aquella fase se hacía un volumen muy pequeño de pruebas. Pero ya a principios de junio se habían producido dos señales de alarma en forma de sendos brotes hospitalarios en Txagorritxu y en Basurto. El R0 es un indicador que mide a cuántas personas contagia cada positivo -se explica en una pizarra en la película ‘Contagio’ de 2011- y ya en la primera parte de junio había superado claramente la barrera de 1. Esto es, cada infectado multiplicaba el virus a más de una persona e indicaba que la pandemia se estaba expandiendo. Fue celebrarse la Selectividad, retrasado el pasado año hasta principios de julio, y ese R0 volvió a dispararse, aunque la entonces consejera, Nekane Murga, minimizaba su trascendencia cuando, ola a ola, ha sido el primer alertador de la que se avecinaba.

Con la red de rastreo ya operativa, empezaron a registrarse brotes de entidad. En Eibar, las celebraciones después de los exámenes dejaron 619 positivos, en la vecina Ermua otros 120, en un ‘camping’ de Zarautz se llegó a 80 casos y una persona que viajó de Lleida –entonces epicentro de la nueva ola- a Ordizia motivó un brote con 78 y que será recordado porque obligó a celebrar las elecciones autonómicas en ese pueblo con extremas medidas de prevención. Las semanas pasaron y los brotes siguieron aflorando. En las fechas en que tocaba celebrar fiestas patronales, las crónicas hablaban de aglomeraciones y de positivos. Osakidetza no paró de mandar alertas para realizar cribados entre clientes de bares y restaurantes. A principios de agosto, el mensaje cambió. Nekane Murga aludió a que lo que se había incubado no era una nueva ola sino un “tsunami”. Otra de sus frases del verano fue que Osakidetza tenía gente entre la vida y la muerte en la UCI “porque alguien ha estado de copas o en una reunión familiar”. El lehendakari, Iñigo Urkullu, habló por vez primera a principios de agosto de un nuevo concepto que luego será compañía diaria durante más de medio año: el toque de queda.

¿Cómo acabó todo? Euskadi anunció el 15 de agosto, un sábado festivo en pleno mes de agosto, que iba a volver a decretar la emergencia sanitaria, que entró en vigor el lunes 17 y que se mantiene vigente aún casi once meses después. A su frente está una mesa de crisis llamada Labi que se ha reunido 18 veces desde entonces, a lo que se suman las 12 reuniones anteriores de la primera ola. Este miércoles se volverá a citar. En la última reunión Urkullu deslizó que podría poner fin a la emergencia sanitaria, aunque el escenario ha cambiado. 

El verano de 2021: la cara joven de la pandemia

El segundo estado de alarma terminó el 9 de mayo. En aquel momento Euskadi estaba en alerta roja por alta transmisión comunitaria, es decir, más de 400 casos por cada 100.000 habitantes en 14 días. Pocos días antes las UCI habían alcanzado su tope desde la primera ola, con 195 pacientes críticos con COVID-19 y toda la actividad quirúrgica no urgente suspendida por la alta presión asistencial de la que ya es la enfermedad que a más personas ha afectado de golpe en la historia de Osakidetza. Pero la relajación súbita de medidas no truncó una tendencia descendente. El propio Labi la fue acompañando con la derogación de más restricciones. A principios de junio hubo un susto al llegar al punto habitual en el que la curva había repuntado en ocasiones anteriores, en alrededor de 200 de tasa, pero la caída siguió después y la vacunación ha ido avanzando a ritmo de crucero, con hasta 19 pinchazos por minuto en algunos momentos.

Pero llegó la Selectividad… y las celebraciones posteriores. Cientos de jóvenes contrataron un viaje a Mallorca con la compañía Tufindecurso.es, que había hecho una fuerte campaña de captación en los institutos. Contaba una fuente a este periódico que llegan a invitar a fiestas a los delegados de clase para que influyan en la decisión de sus grupos. Fiestas sin medida y sin medidas han arrojado un sinfín de positivos entre los vascos que estuvieron en la isla, sobre todo de Gipuzkoa, pero también en jóvenes de Madrid, Andalucía, Murcia, Cantabria y otras muchas zonas. Son 267 los positivos confirmados hasta este viernes y en 99 de ellos hay sospecha de que se trate de una infección generada por la variante delta, detectada en origen en India y que está haciendo estragos en países como el Reino Unido.

A ello le ha seguido el brote originado en las fiestas de San Juan de Hernani, con 205 casos hasta el viernes en el municipio y en la comarca. Su tasa de incidencia roza ya los 1.000 y los positivos diarios son los máximos en toda la pandemia allí. Ahora se conocen ya los casos de estudiantes contagiados procedentes de Salou o que estuvieron en Burdeos. ¿Tendrán consecuencias las aglomeraciones en Irún por San Marcial? ¿Y los botellones en Gorliz? Entretanto, esta semana, el 'lobby' de la hostelería -e importantes medios de comunicación- ha vuelto a esgrimir que “dos de cada tres brotes” se dan en los centros escolares y en las oficinas y empresas.

Solamente en otro momento de la pandemia los positivos entre personas de 10 a 29 años habían supuesto el 70% del total, y fue tras los brotes del verano pasado. Después de terminado el curso escolar, que ha siempre ha mantenido el 98% de las aulas abiertas al menos y algunos de cuyos focos no se han originado precisamente en los centros. Se aprecia muy bien en los gráficos que acompañan esta información cuándo se han contagiado más los jóvenes. Ahora mismo, la tasa entre los adolescentes de 17 a 18 años ha superado ya la barrera de 1.000 hasta el punto que se está valorando ya cambiar la prioridad de las citas de vacunación para llamar ya a los más jóvenes y cortar esta escalada. No hace ni dos semanas el debate era precisamente cómo algunas personas de esta edad cruzaban a Francia para recibir la vacuna antes y tener un verano más relajado

La situación, por el momento, no ha generado un incremento de la atención hospitalaria, aunque en zonas de Catalunya ya está notándose la ola de positivos en consultas de atención primaria. De hecho, en Euskadi hay un dato que indica que los positivos en las personas jóvenes no son siempre inocuos. El 43% de todos los casos -aquí no se desglosa por edad- son sintomáticos en el momento de la toma de muestras. El 18 de junio, hace dos semanas, estaba situado en el 33%.

En nuestros especiales interactivos, se pueden consultar todos los datos sobre la evolución de la pandemia en Euskadi, sobre los positivos y fallecidos en todas y cada una de las residencias de Álava, Bizkaia y Gipuzkoa y el avance día a día de la campaña de vacunación. También tenemos mapas con los brotes más destacados.