Una plaza de la Virgen Blanca vacía -tremendamente vacía- y rodeada de vallas y de 13 controles de la Policía Local y de la Ertzaintza ha sido la imagen que ha quedado para la historia de Vitoria en el año de la pandemia del coronavirus, que ha golpeado duramente a esta ciudad desde que se coló el 28 de febrero en el hospital de Txagorritxu. Por vez primera en años, a las 18.00 horas de un 4 de agosto, al sonar a esa hora las campanas de San Miguel, no ha bajado Celedón, no se ha detenido el mundo por seis días. Aunque en algunos momentos se especuló con un chupinazo alternativo y sin público, se convino que este año no toca celebrar las fiestas de La Blanca y el alcalde, Gorka Urtaran, ha animado a esperar con más ganas las de 2021. Y la ciudad lo ha respetado.
Algunos vecinos, eso sí, han querido dejar constancia de que la ciudad no olvida qué momento tan singular del año es y han entonado desde sus balcones el “¡Celedón ha hecho una casa nueva!”. Otros han hecho sonar a todo volumen otras melodías populares. Pero minutos antes y después del gran momento de Vitoria -se llegan a juntar 80.000 personas en el centro de la ciudad-, salvo por el amplio dispositivo de seguridad, la tarde parecía una más de cualquier día de verano, con colas en las heladerías, las terrazas de los bares llenas y algunos vitorianos de compras. Muy pocas personas llevaban pañuelos de fiestas y está por ver cuántos se calzan las abarcas y se visten de neskas y blusas hasta el 9 de agosto. Solamente la visita del circo italiano al recinto ferial de Mendizabala, que por lo demás permanece vacío y sin tómbolas, feriantes y barracas, parece dar a entender que es tiempo festivo.
De hecho, las restricciones se mantendrán y serán evidentes en los próximos días. Se vigilarán 'botellones' y se evitarán aglomeraciones en la hostelería o en zonas como la balconada de San Miguel este 5 de agosto, que es el día grande de las fiestas y es tradicional la ofrenda de flores a la patrona, la Virgen Blanca. El operativo especial se mantendrá hasta el mismo 9 de agosto, cuando Celedón regresa a San Miguel. “Nuestro objetivo principal es evitar aglomeraciones. Estamos ante un asunto de salud pública. El coronavirus nos ha obligado a suspender las fiestas de la Virgen Blanca. Pedimos un ejercicio de responsabilidad a todos los vitorianos y vitorianas. Este año no toca”, ha defendido la edil responsable de Seguridad, Marian Gutiérrez.
elDiario.es/Euskadi
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