El estudio y puesta en valor del castro vettón de Villasviejas del Tamuja (Botija, Cáceres) ha alcanzado un nuevo hito con el descubrimiento, por parte del Instituto de Arqueología de Mérida, de una entrada a su recinto amurallado previamente desconocida.
Este es uno de los resultados más destacables, aunque no el único, de la campaña de excavaciones que ha desarrollado allí este verano dicha entidad (CSIC-Junta de Extremadura), con el apoyo del Ayuntamiento de Botija.
Los trabajos han tenido un mes de duración y han sido financiados por la Consejería de Economía, Comercio e Innovación a través de un proyecto de investigación del Plan Regional de I+D coordinado por Victorino Mayoral, investigador del IAM. “El objetivo de la campaña era confirmar una serie de hipótesis planteadas a partir de los resultados de las prospecciones geofísicas realizadas en el yacimiento”, indica Mayoral.
Estos métodos no invasivos han permitido conocer con gran detalle cómo estaba organizado el asentamiento (trazado de las calles, distribución de las viviendas y otros tipos de edificios, etc); sin embargo, es necesario contrastar estos datos con la realización de excavaciones para aclarar cuestiones que la geofísica no puede resolver, precisa el investigador principal de este estudio.
En concreto, este año se han realizado una serie de sondeos para verificar el trazado de la muralla que cerraba uno de los dos recintos del castro, situado en la parte Sur del poblado y que abarca una superficie de más de cuatro hectáreas.
Se trata de una obra “imponente” por sus dimensiones y monumentalidad. Con un aparejo de sillarejo y hasta tres metros de grosor, esta fortificación fue construida en la etapa final del castro, a inicios del siglo I a.C, utilizando canteras de granito localizadas a más de seis kilómetros de distancia del poblado.
La extracción, transporte y montaje de este material constructivo refleja una obra de gran calidad técnica, que implicó un enorme esfuerzo organizativo y que marcó la imagen del asentamiento en sus etapas finales, ya bajo el control romano.
Hasta la fecha, buena parte de esta estructura permanecía oculta. Su trazado exacto era desconocido y se asumía que a grandes rasgos coincidiría con el de los cercados de piedra de las parcelas agrícolas que ocuparon el solar del castro. Ahora, gracias al uso combinado de las prospecciones y los sondeos, se han descubierto novedades en el trazado de esta muralla.
Destaca en este sentido el descubrimiento de un nuevo acceso, una puerta que aseguraba su fácil defensa, y que se localizaba en la esquina nororiental del recinto. Este acceso completaría a los otros tres ya descubiertos, los identificados en las excavaciones de 2019, y la entrada, detectada por las prospecciones geofísicas en la esquina sudoriental.
“Se ha confirmado del mismo modo que una de esas entradas corresponde a un momento posterior a la construcción de la citada muralla. Esto nos revela la posibilidad de que existan en el castro etapas de ocupación más recientes, de las que apenas se contaba con ningún indicio”, explica Mayoral.
Este descubrimiento contribuirá a entender a fondo los motivos de la construcción de estas defensas y el papel de Villasviejas en el contexto histórico del contacto entre indígenas y romanos durante la etapa republicana en el suroeste peninsular.
Para el investigador, todo esto hace que “estemos ante el que probablemente sea uno de los ejemplos más espectaculares de la arquitectura defensiva de este período en dicha área geográfica”.
Además de las estructuras, la campaña ha proporcionado numerosos hallazgos, cuya clasificación y datación ayudarán a precisar más la historia de este asentamiento emblemático del final de la Protohistoria en Extremadura.