CCOO ha elaborado un riguroso estudio sobre brecha salarial de género en Extremadura. Es un estudio que pone de manifiesto la existencia de desigualdad y discriminación salarial entre mujeres y hombres. Por las particularidades del sistema productivo y mercado laboral de la región, la brecha se agrava más que en el resto del país.
En mi opinión una de las aportaciones más interesantes de ese estudio es que resulta un antídoto contra la opacidad de género. La opacidad de género se apoya en el espejismo de que alcanzada la igualdad formal, que se produce en las sociedades democráticas y en la que “todos somos iguales ante la ley”, las reivindicaciones de la igualdad han concluido. Sin embargo, la distancia entre la igualdad formal y la real continúa causando un déficit democrático.
Alguno de los datos que presenta el estudio lo corrobora: el 25,14 de brecha salarial en Extremadura supera la media nacional, que se situó en 23,99%. El 10% de las mujeres asalariadas extremeñas cobran muy por debajo del Salario Mínimo Interprofesional (SMI). La brecha entre los y las pensionistas se sitúa en el 19,66% y el 86,5% de las personas beneficiarias de las pensiones no contributivas son mujeres.
La brecha se produce en todos los ámbitos (ya sean públicos o privados, de categorías inferiores o superiores, sean de un sector u otro). Las mujeres -como grupo de población- ganan de media significativamente menos que el otro grupo de población -los varones. En el caso de las extremeñas son más pobres que los hombres y más pobres que las mujeres de otras comunidades, por ello, cada vez hay más trabajadoras pobres en la regióntrabajadoras pobres . Además la brecha persiste en los tramos salariales más altos, a pesar de que las estadísticas indican una mayor cualificación por resultados educativos de las mujeres.
La discriminación salarial puede explicarse a través de una serie de factores que dificultan y condicionan el acceso, promoción y permanencia de las mujeres en el mercado laboral en igualdad de condiciones que los hombres.
Los cuidados se adjudican en mayor medida a las mujeres. Este hecho se comporta como un lastre que frena las carreras profesionales de las mujeres (en su trayectoria ascendente) y provoca discontinuidades laborales. La socialización diferenciada contribuye a la segregación ocupacional (profesiones masculinizadas y feminizadas) que a su vez se traduce desigualdad salarial.
También a través de factores que se dan en las empresas y que están relacionados con la falta de transparencia en las retribuciones o en los sistemas de valoración de puestos de trabajo que deprecia el trabajo realizado por mujeres. Esta es la opacidad que desvela el estudio de CCOO.
Las discriminaciones pueden ser groseras o sutiles, directas o indirectas, visibles o invisibles; en cualquier caso son inadmisibles en una sociedad democrática. Por eso son de agradecer estudios como este de CCOO que demuestran la persistencia de diferencias salariales por sexo y apuntan alternativas para avanzar hacia la igualdad efectiva.
Los datos y propuestas pueden ser muy útiles a la hora de definir las políticas de empleo de nuestra región y orientar la negociación colectiva para hacer real el compromiso con la igualdad, en este caso la igualdad salarial.