Los restos mortales de los hermanos Salvador y Manuel del Amo Jiménez, naturales de la localidad pacense de Villagonzalo, volverán a su tierra 82 años después de la muerte de ambos, en 1941, en la prisión franquista de Orduña, en Vizcaya. El próximo lunes, 31 de julio, a las 20:00 horas en la Casa de la Cultura de Villagonzalo tendrá lugar un acto cívico de homenaje a Manuel y Salvador, junto con familiares, amigos, vecinos y asociaciones de memoria histórica.
El hijo de Manuel del Amo, Pedro del Amo, cuya muestra de ADN ha sido primordial en el proceso de identificación, “con 95 años verá descansar los restos de su padre en el cementerio del pueblo que lo vio nacer, acompañado de sus seres queridos, según ha informado la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Extremadura.
Una vez realizado el acto de homenaje, a las 21:00 horas los restos de Manuel serán trasladados y reinhumados en el cementerio de Villagonzalo y los de Salvador al día siguiente 1 de agosto de 2023, en el cementerio de Badajoz, donde descansa su esposa.
Manuel fue condenado a muerte, y posteriormente le fue conmutada la última pena por la de 30 años de prisión, por ser afín al gobierno de la II República. Salvador corrió una suerte similar, condenado a 20 años de prisión por 'Auxilio a la Rebelión'. Después de pasar por varias instituciones penitenciarias en Extremadura (Castuera, Mérida, Cáceres), ambos fueron trasladados a la Prisión Central de Orduña para cumplir su pena. Salvador tenía 52 años cuando murió el 13 de marzo de 1941, estaba casado con Dionisia Donoso y tenía tres hijos. Su hermano Manuel murió un mes después, con 48 años, el 5 de abril de 1941.
Oficialmente, la causa de la muerte fue “miocarditis”, pero en realidad fue por “avitaminosis”, enfermedad producida por la falta o escasez de vitaminas. Anteriormente, la esposa de Manuel, Antonia Cano Castañeda, había sido fusilada el 26 de septiembre de 1936 junto a otras mujeres, “siendo desaparecida” en las tapias del cementerio de Villagonzalo tras la ocupación franquista de la localidad. Con la muerte de Manuel, dejaron huérfanos a cuatro hijos de corta edad, de los que Pedro es el único de ellos que vive.
La ARMHEx ha detallado que más de la mitad de los 4.000 presos que pasaron por la Prisión Central de Orduña eran extremeños. Esta prisión franquista se levantó en 1937 en el Colegio de los Padres Jesuitas, primero para albergar a prisioneros de guerra leales a la República y después, a partir de 1939, para todo tipo de presos que fueran calificados por los fascistas como desafectos al régimen.
Las condiciones de vida en esta cárcel eran inhumanas: torturas, hambre, humillaciones, esclavitud y muerte. La mayor parte de los presos extremeños provenían del campo de concentración de Castuera (Badajoz) y del campo de concentración de Santo Domingo (Mérida), de los cuales al menos 127 fallecieron en la prisión desde su llegada hasta 1941, según el registro de aquella.
“Después de identificarse los restos, gracias a la colaboración de las familias y de la labor de Gogora -Instituto de la Memoria, la Convivencia y los Derechos Humanos-, dos de aquellos extremeños, los hermanos Manuel y Salvador del Amo Jiménez, vuelven a su pueblo, Villagonzalo”, ha concluido la ARMHEx.