El verbo oír está en desuso. Parece que ha pasado a la historia arrastrado por el torrente vertiginoso en que vivimos y se está imponiendo arrolladoramente escuchar.
A mí estas cosas me producen desazón. Quizá es difícil aceptar un mundo tan cambiante que se atreve a removerlo todo: lo que está mal, lo que está bien y lo que está regular. Ese cambiar por cambiar me desasosiega, y me genera impotencia como se extienden nuevas tendencias impulsadas por los medios-redes de comunicación de esa manera tan generalizada.
De repente todo el mundo dice escuchar. La semana pasada, el programa “La Ventana”, interviene Juan Marsé y dice que no oye bien y que debía ser problema de su teléfono; Carles Francino, le contesta: se te escucha perfectamente. Se puede escuchar con interés, con disimulo, con emoción, pero no casa escuchar perfectamente y si el presentador le hubiera contestado yo no te escucho hubiera sido maleducado.
Lo malo de este trasvase (en el que escuchar le quita el sitio a oír), es que se pierde la palabra oír y se difumina el concepto escuchar. Si eliminamos una de las dos palabras desaparecen frases como: “Te estoy escuchando con atención pero no te oigo bien, la cobertura no es buena” o “No des voces, te oigo perfectamente. Sí, pero no me escuchas porque estás pendiente de la televisión”
Peor aún sería que esta desaparición fuera el síntoma de la pérdida de una actitud –que es más grave que la pérdida de una palabra- porque cuando corremos o leemos con los cascos puestos, cuando hablamos por teléfono y chateamos a la vez, seguramente no estamos escuchando sino oyendo. Y podríamos sospechar que en los debates, ahora que tanto se prodigan; en las llamadas negociaciones, de las que tanto se habla, se oyen pero no se escuchan.
Soy firme defensor de la reivindicación y la lucha por los derechos sociales y laborales a la vez que del diálogo y la concertación social. La lucha y el diálogo son compatibles cuando atraviesan un proceso de escucha. Los problemas para escuchar están en nuestro cerebro, las dificultades para oír en nuestro oído. Recuperar el verbo oír es bueno para nuestro léxico, aprender a escuchar para ser mejores y más sabias personas y para poder construir una sociedad mejor.