La apertura de relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba, en un momento en el que la influencia norteamericana en América Central y del Sur está en franco retroceso tiene todo el aspecto de lo que en ajedrez se denomina “gambito”: Una entrega temporal de material (en este caso se “entregan” los grupos de presión anticastristas de Florida (y no sólo de Florida) que son generalmente proclives a las tesis republicanas, con lo que se generan tensiones internas en ese partido que va a dificultar sobremanera el resto de la Presidencia Obama, y a cambio se consigue una atmósfera más favorable hacia unos Estados Unidos “dialogantes” en el marco de la Cumbre de las Américas que ha de celebrarse pronto.
Un sacrificio aparente (más que aparente, pues acaba de firmar un paquete de gasto federal, impuesto por los republicanos, en el que hay nada menos que 500.000 millones de US$ en defensa) pues el “establishment” industrial-militar en el que Estados Unidos descansa, digan lo que digan los actos hacia la galería de unos u otros, es una realidad muy consistente. Con reconocer diplomáticamente a Cuba se suaviza la tensión en la zona, se intentará debilitar por agotamiento la rígida estructura política cubana y se “desarmará” de alguna manera el “antiamericanismo” que perciben en grandes países de la zona, particularmente Brasil, que cada vez está más en las tesis de multipolaridad global que defienden China o Rusia (que para su industria militar son enemigos imprescindibles). Un movimiento en el tablero que me parece impecable en esta perspectiva.
Este movimiento, para los gobiernos de Obama y de Castro tiene motivaciones muy distintas. Como digo, para Estados Unidos es un intento de recuperar una cierta iniciativa política en toda América, que ha sido muy dificultada por una política, el bloqueo, muy discutida por más y más países. desde México a Argentina, que no podían entender ese ensañamiento en tiempos de imparable globalización. Ahora, en la Cumbre de las Américas, Obama podrá presentar otro rostro menos “aislacionista” y eso le agradará a los otros países americanos pero no tanto a sus buitres y gavilanes internos... Veremos si el Congreso acaba con el bloqueo. Esa será la piedra de toque de la “nueva situación” y hará que el sacrificio del peón anticastrista, en este gambito, se justifique. O acaso le dé nuevas fuerzas a alguno de esos pre-candidatos casi outsiders hoy. El voto hispano en Estados Unidos podría polarizarse a causa de esta decisión. Se verá.
Para Castro y el régimen cubano, conseguir que se acabe con ese bloqueo sin renunciar a su propia vía a una progresiva modernización de las estructuras económicas y políticas cubanas, en las que por fin pudieran integrarse las diversas tendencias sería un logro importantísimo y merece la pena intentarlo, sin duda. Pero un “éxito” de esa “vía cubana” al progreso social sería muy “mal ejemplo” para otras naciones que están en manos de sus respectivas oligarquías, por lo que Cuba sigue siendo un “peligro objetivo”, desde el punto de vista ideológico (como lo es Viet-Nam, del que nadie habla, en la antigua Indochina, que sigue avanzando de forma mucho más ordenada que la de otros países de su entorno) para esos grupos de gran poder económico en la región... No va a ser sencillo el período que se avecina tampoco en “este lado” del Estrecho de la Florida.
La guerra fría (que en ninguna parte como en Cuba estuvo tan cerca de estallar en la III Guerra mundial) que parece acabarse en el Caribe (mientras se calienta en el Mar Negro y Medio Oriente...) es una hidra con muchas cabezas. No va a ser un camino de rosas, y bien que lo quisiera el mundo entero. Pero hay gente que vive de la tensión internacional (esos 500.000 millones que acaba de aprobar el Congreso USA pesan más que muchas declaraciones formales) y hay que mantenerla viva, para que siga el espectáculo.
Nada sería mejor para la paz mundial que otro “Gambito Obama”. El que debería hacerse en Oriente Medio, forzando a Israel y Palestina a constituir un sólo Estado, federal y aconfesional, que acabara para siempre con el punto caliente que supone ese insoportable conflicto. Pero eso hoy parece otra partida y con otros jugadores...