Aficionados a la astronomía fundamentalmente del norte de Europa, pero también de otros países como Estados Unidos, Rusia, Chile, Abu Dabi y Dubái, observan cada noche el cielo de Extremadura. Tienen instalados sus telescopios que controlan remotamente a miles de kilómetros en sus propias casas.
“Tan cerca como necesites, tan lejos como quieras”, es el lema del complejo de astroturismo “Entre Encinas y Estrellas” (e-EyE), situado en Fregenal de la Sierra, en plena dehesa extremeña, para ofertar sus observatorios modulares destinados al alojamiento de telescopios robóticos que se pueden controlar remotamente desde cualquier lugar del mundo a través de internet, lo que se conoce como “hosting”.
Actualmente son 30 los telescopios colocados en este complejo, que puede ya considerarse como un centro de referencia europeo en la observación astronómica robotizada al ser el que cuenta con un mayor número de equipos instalados, sin competir lógicamente con los observatorios profesionales, como el de Calar Alto, en Almería, o el el Instituto Astrofísico de Canarias.
“Entre Encinas y Estrellas” es una proyecto privado, desarrollado por una pareja de navarros, José Luis Quiñones y Cristina Fabo, aficionados también a la astronomía y que se consideran “enamorados de los cielos extremeños” desde hace 20 años, cuando llegaron a trabajar a la comunidad autónoma para montar una empresa belga destinada a envases de plástico.
“Cuando una persona desea realmente algo, el Universo entero conspira para que pueda realizar su sueño”, según José Luis Quiñores, quien parafrasea a Paulo Coelho para resumir el desarrollo de su proyecto, que comenzó su andadura hace tres años, tras instalar su propio telescopio en la parcela que había adquirido en Higuera La Real.
Así, la idea surgió con la intención de querer acercar el limpio cielo extremeño que ellos ya disfrutaban a otros astrónomos que tienen equipos pero sólo podían utilizarlos pocos días al año por vivir en zonas muy contaminadas lumínicamente o con malas condiciones para la observación astronómica.
Se trataba de combinar un hobbie con la experiencia empresarial para poner en marcha una iniciativa muy tecnológica pero a la vez muy sostenible con el medio rural, apunta Quiñones, quien aclara que “quieren ganar dinero para poder sobrevivir”, pero no persiguen únicamente el rendimiento económico, sino crear también una comunidad de astronomía a través de foros, cursos o servicios de formación.
Turismo rural
Por ello, además de los observatorios modulares, “Entre Encinas y Estrellas” cuenta con tres casas de turismo rural, que ofrecen, además, “un viaje a través del universo” con sesiones de observación astronómica o cenas bajo la vía láctea. Según José Luis Quiñones, los telescopios instalados en Fregenal pueden tener un coste que va desde los 30.000 a más de los 100.00 euros, por lo que los observatorios disponen de un completo sistema de seguridad para proteger los equipos en caso de mal tiempo o sobretensiones de la red eléctrica, así como dispositivos perimetrales y cámaras de vídeo-vigilancia y meteorológica las 24 horas del día.
Además, cuentan con un equipo técnico con amplia experiencia pues han participado con el Instituto Astrofísico de Canarias en el seguimiento de eclipses, caza de asteroides o en expediciones científicas a Groenlandia para observar las auroras boreales.
El perfil de estos “inquilinos de cielo” es el de una persona bastante inquieta intelectualmente, en su mayor parte empresarios, pues se trata de un hobbie que, además de no ser barato, “requiere mucha destreza y conocimientos en muchos ámbitos”, tal y como explica Quiñones.
Especialmente “increíble” para él es el caso de un astrónomo profesional ya retirado y que, “después de pasarse toda la vida trabajando en Chile a la búsqueda de agujeros negros, ahora su pasión es tener su propio telescopio donde por fin puede ver las estrellas”.
José Luis Quiñones destaca la importancia de la colaboración de los astrónomos aficionados o semiprofesionales con los grandes centros científicos y, en ese sentido, relata la experiencia de uno de sus clientes que, junto con un astrofísico ruso, ha descubierto una supernova y una estrella doble variable muy extraña.
A su juicio, la dehesa extremeña reúne las condiciones idóneas para la observación astronómica con equipos semiprofesionales porque, aunque no tiene mucha altitud, sí carece totalmente de contaminación lumínica, dada la despoblación de la región, y las propias encinas crean calma en los vientos y absorben el polvo en suspensión, a lo que se une un clima no lluvioso.