El perfil ha cambiado por completo. El nuevo adicto al juego en la región es un joven de entre 20 y 25 años enganchado a las apuestas deportivas. Tanto en las casas de apuestas físicas que han proliferado como la espuma, como a través de Internet.
Hay un elemento que preocupa especialmente a las asociaciones que atienden a personas ludópatas: la incorporación al juego desde edades muy tempranas, e incluso menores de edad.
La Asociación Cacereña de Jugadores de Azar en Rehabilitación (ACAJER) denuncia la ‘impunidad’ que existe en el mundo de la publicidad. Resulta complicado combatir esta adicción cuando son los propios futbolistas de primera división, y son los tenistas de élite, los protagonistas de las campañas.
José Alberto de Juan Lerma, de ACAJER, relata cómo antaño la ‘tragaperras’ estaban situada en el bar junto a la máquina expendedora de bolitas para los niños, sin mantener ninguna clase de protección. Ahora el deportista icono de masas es usado como reclamo.
A ello se suma la facilidad que tienen las nuevas generaciones para acceder a las nuevas tecnologías. Pero ademas, la ausencia de restricciones para colocar por ejemplo una casa de apuestas al lado de un colegio.
Otra de las asociaciones que trabaja con adictos al juego es la Asociación de Jugadores de Azar en Rehabilitación de Extremadura, que confirma el nuevo perfil de ludópata y relata la falta de control de las casas de apuesta físicas.
Estos locales tienen aspecto de bar, llenos de pantallas de televisión y rodeados del reclamo del juego. La teoría dice que el cliente debe presentar el DNI, aunque en la práctica no es así. El documento debe ser garante de que no se trata de un menor o de una persona incluida en el listado de ‘autoprotección’ (es una lista en la que se da de alta el ludópata de manera voluntaria para evitar recaer).
“No estamos en contra de las casas de apuestas, es un negocio y una economía. Estamos en contra de la falta de control, de ese registro que evite la recaída de adictos o el juego entre menores”, señala Antonio Regalado, de la asociación extremeña.
Comenta casos donde el joven, o el menor ludópata, termina por robar dinero del monedero de sus padres, o utiliza la identidad de sus padres para seguir jugando de manera online. “Se están superando los límites. ¿Y qué se hace?, porque resulta muy complicado controlar a un chaval que tiene acceso al juego a través de su teléfono, su tablet o su ordenador”.
Estudio de campo
La Unión de Consumidores de Extremadura ha hecho un estudio en el que han acompañado a un chico de 17 años en la visita a varios establecimientos de este tipo para comprobar. El resultado es que sí pudo jugar en el 25 por ciento de los establecimientos, gracias a que le acompañaba un mayor de edad.
Detalla que desde 2014 han proliferado hasta una treintena de casas de apuestas físicas en la región, y advierte que hasta el ocho por ciento de los adolescentes tiene una adicción al azar, en la mayoría de los casos relacionada con las apuestas deportivas. Ante esto alerta del riesgo para los menores, pero también para la sociedad en su conjunto.