La memoria de miles de extremeños tirados en cunetas durmió durante cuatro décadas. Su voz dormida despertó con el final de la dictadura franquista, cuando se levantaron algunas fosas y comenzó a hablarse de la memoria de las víctimas. Aunque las incursiones se frenaron en seco con el golpe de estado de Tejero.
No será hasta 2002 cuando surja el actual movimiento por la recuperación de la memoria histórica. Se encendió la chispa que movilizó a familiares y a la ciudadanía. Comenzó un trabajo organizado para dignificar la figura de miles de represaliados, que tiempo más tarde tendría su reflejo legislativo en la Ley de Memoria Histórica de Zapatero.
Se cumplen 15 años de intenso trabajo. La Asociación por la recuperación de la memoria histórica en Extremadura fue pionera en la exhumación de decenas de personas represaliadas. Le ha acompañado un minucioso proceso de investigación histórica y la búsqueda de testimonios de familiares. También han interpuesto denuncias por la permanencia de restos franquistas en plazas y calles. Han dado voz a la memoria.
La exposición
La entidad muestra en una exposición todo el trabajo que ha realizado hasta el momento. Se trata de la colección ‘Tras las huellas de la memoria en Extremadura 1936-2017’, que recorrerá 10 localidades de Badajoz hasta el próximo año y que cuenta con el respaldo de la Diputación provincial pacense.
Se compone de 21 paneles, a los que les acompañan un ciclo de cine de películas realizadas por el Gobierno de la República y el Sindicato de la Industria del Espectáculo de la CNT. Para su proyección han contado con el apoyo y colaboración de la Filmoteca de Extremadura y la Fundación Anselmo Lorenzo (FAL).
El objetivo es mostrar a todos los públicos el proceso de la memoria, pero en especial a los más jóvenes, según explica Ángel Olmedo, historiador y miembro de la asociación. Entre los temas que analizan está el golpe de estado contra la II República y el ‘genocidio’ franquista con el caso de la matanza de Badajoz. También los consejos de guerra o la figura de la mujer como objeto de la represión. Ellas fueron tristemente protagonistas, “víctimas del escarnio público, paseadas por las calles rapadas, vejadas”.
En la elaboración de los paneles han participado historiadores e investigadores como Julián Chaves, Justo Vila, Candela Chaves, Ángel Olmedo, Silvia Herrero, Celia Chaves, Juan A. Aranda, Javier Martín, José M. Corbacho o Cayetano Ibarra. El proceso ha estado coordinado por Ángel Olmedo.
Dignificar a las víctimas
Explica la entidad extremeña que el franquismo se preocupó por buscar y dignificar a las víctimas de la represión republicana. La dictadura realizó su propio proceso de memoria histórica. A sus víctimas les otorgó prebendas y veneró con grandes dosis de 'simbología'.
Prueba de ello es el decreto que fijó el 20 de noviembre como día de luto nacional, y que ordenaba que en cada pueblo y parroquia figurara en lugar visible una inscripción con el nombre de José Antonio Primo de Rivera. Y en su caso, los nombres de sus Caídos.
Durante décadas los “caídos por Dios y por España” fueron los únicos que merecían esa consideración. De manera que durante la guerra (1936/1939) y la posterior dictadura “hubo un proceso sistemático desde las instituciones franquistas para borrar de la memoria colectiva a todas las personas ”desafectas“ al régimen.
Extremadura y más concretamente, la provincia de Badajoz, “fueron algunos de los más dolorosos escenarios de esta tragedia”. Sus familiares nunca tuvieron la oportunidad de cerrar el duelo con un entierro digno. No tuvieron derecho a un reconocimiento social.
Hablando en cifras
También cree relevante hablar de cifras. En Extremadura, según las últimas investigaciones, el franquismo acabó con la vida de al menos 13.200 extremeños, frente a las 1.600 personas de la represión republicana. De las 13.200 víctimas a consecuencia de la represión franquista documentadas hasta la fecha, 11.200 pertenecen a la provincia de Badajoz y 2.000 a Cáceres.
Además 11.500 extremeños fueron juzgados y sentenciados, convirtiéndose Extremadura en una de las comunidades más afectadas por la violencia franquista. De ellas, más de 1.000 mujeres.
“El franquismo nació matando y murió matando”
El colectivo de memoria histórica habla sin censura. Pone de manifiesto que el franquismo fue un régimen que “nació matando y murió matando”. Hasta el final de sus días.
Hace referencia a uno de los casos recogidos en la exposición, el del extremeño del extremeño Francisco Granados. Natural de Valencia del Ventoso, que fue ejecutado en 1963 junto a Joaquín Delgado por un delito consumado de “terrorismo”. Sin embargo en 1994 los autores reales de la carga explosiva que se les atribuyó reconocieron su autoría y exculparon a los fallecidos.
“Es necesario mostrar que fue una dictadura sangrienta, y que cualquier oposición fue aniquilada. En esta exposición se muestra la amplitud de la dictadura”.
Proyecciones de cine
Junto a los paneles informativos el proyecto se centra en un ciclo de cine bajo el título ‘Arte y política en el cine de la II República’. Se podrán visionar una serie de películas tanto de ficción como de carácter documental, rodadas en zona republicana durante la guerra (1936/1939).
Días atrás pudo verse por ejemplo en Villanueva de la Serena la cinta ‘Aurora de Esperanza, dirigida por Antonio Saus, que fue producida y rodada en Barcelona en 1937 durante la guerra civil. Refleja una sociedad en crisis laboral bajo la mirada de un obrero en paro, “lo que abre un curioso paralelismo con los tiempos actuales”.
El cine republicano producido en este periodo es además una fuente documental privilegiada para el historiador, ya que permite saber cuál era el entorno social e histórico en el que fue producido. Es un cine “muy avanzado” en comparación con lo que había en la época y con lo que se hacía durante el franquismo.
Otro de los materiales que se puede visionar es un vídeo que detalla el proceso de la recuperación, en este caso en Arroyo de San Serván. Cuenta el relato de este desde que los familiares se dirigen a la asociación para solicitar su apoyo, pasando por la excavación y el homenaje posterior. Se recogen además testimonios de gente que cuenta sus experiencias propias.