Es un clásico electoral. La cercanía de elecciones, sobre todo si estas traen consigo la posibilidad de un cambio político, agudiza el ingenio de algunas formaciones políticas para agitar el voto del miedo, advertencias que se mezclan con las peticiones de voto y que, en muchas ocasiones, tienen poco o nada que ver con la realidad. Esta técnica, tan vieja como el propio procedimiento electoral, tiene en Galicia algunos hitos singulares a los que en los últimos días se está añadiendo el empecinamiento de Alberto Núñez Feijóo por amenazar varias veces al día con la posibilidad de que múltiples ayuntamientos acaben convirtiéndose en “pequeñas Venezuelas” si después del 24-M acceden a sus gobiernos distintas fuerzas de la izquierda. Pero antes ha habido otros.
Aunque sería posible realizar una antología del miedo electoral desde los comienzos de la andadura autonómica un posible inicio del recorrido por los terrores más recientes es el comienzo de la década pasada, cuando el último y atribulado gobierno de Manuel Fraga veía cada vez más próxima la posibilidad de que una coalición de socialistas y nacionalistas pudiera ascender al poder. En un clima político cada vez más convulso y con crecientes protestas sociales por conflictos como las vacas locas, la gestión del Prestige o la guerra de Irak el entonces presidente de la Xunta afrontaba las elecciones municipales de 2003 advirtiendo de todo un caos si, como después sucedió, PSdeG y BNG desbancaban a los candidatos populares de algunas destacadas alcaldías.
En este contexto, Fraga advertía de que un gobierno del PSdeG equivalía a un gobierno de los “comunistas”, toda vez que el partido que dirigía Emilio Pérez Touriño decía que “quiere acabar con los burgueses”. Mayores eran las advertencias para el BNG, que en la altura ya compartía gobierno con los socialistas en ayuntamientos como Lugo o Santiago. El Bloque, decía el titular de la Xunta, “quiere poner un muro en Pedrafita [límite con Castilla y León]” y si gobernaba en Galicia seguiría el modelo “de algunos vascos” que “quieren con el terrorismo mejorar el país”.
Algo tan grave como el terrorismo fue otra de las herramientas de campaña del propio PP dos años más tarde, cuando se impusieron los dictados de la dirección estatal del partido que llevaron a Fraga e a adelantar las elecciones al 19 de junio de 2005. Mientras las encuestas auguraban la pérdida de la mayoría absoluta una asociación de víctimas del terrorismo aseguraba en rueda de prensa en A Coruña que, si el PP perdía la Xunta, “dentro de poco tendremos aquí a ETA”. Poco después Fraga era preguntado al respecto por Iñaki Gabilondo en la Cadena SER y ratificaba la amenaza: “Una coalición PSdeG-BNG podría facilitar la llegada del terrorismo a Galicia”, sentenciaba el patrón de la derecha.
Panfletos 'anónimos' sobre la incautación de tierras
Menos de cuatro años después de aquellas advertencias de Fraga el electorado gallego fue llamado de nuevo a las urnas para renovar el Parlamento. Las carrera previa a las elecciones autónomicas de 2009 fue una de las más duras que se recuerdan. Así, por ejemplo, en el primero día de la campaña muchos carteles electorales de las fuerzas que sustentaban al gobierno aparecieron acompañados por otros del PP que, con los colores corporativos del PSOE, atacaban con dureza a gestión de Touriño y Quintana. En los días siguientes se sucedieron las filtraciones, los anónimos dirigidos a los medios de comunicación, los correos y las noticias falsas e incluso la difusión de un accidente de tráfico del vicepresidente de la Xunta que nunca había sucedido.
Cuando faltaban tres días para la cita con las urnas en varias localidades de la provincia de Ourense se difundieron panfletos que, con ningún logotipo y abundantes faltas gramaticales, alertaban de una supuestas perversas intenciones de socialistas y nacionalistas. “¿Te quieres quedar sin tus fincas?”, preguntaba el encabezado del escrito, cuya impresión y difusión fue atribuida al PP. “Si gobierna el BNG y el PSOE te pueden quitar tus tierras y dárselas a otros con la excusa de que no las trabajas”, continuaba el texto. “Si gobierna el BNG y el PSOE no puedes vender y comprar tus fincas libremente”, agregaba, antes de citar varios artículos de la ley del Banco de Terras, que el PP después desarrolló en el Gobierno. “El PSOE y el BNG quieren quedarse con tus tierras”, “en defensa de la libertad y de la propiedad de tus fincas, el 1 de marzo dice no al bipartito”, culminaba.
El peligro radical y/o bolivariano
En las siguientes convocatorias electorales se sucedieron las victorias del PP y, a lo mejor por eso, el partido de la derecha aflojó el discurso del miedo, al menos en Galicia. Así, por ejemplo, en la campaña autonómica de 2012 tanto Feijóo como Rajoy apenas pasaron de las apelaciones más o menos genéricas a infundir temor sobre un posible gobierno bipartito o tripartito. “Galicia no está para bromas”, dijo Rajoy en la plaza de toros de Pontevedra, mientras Feijóo agitaba sin excesiva pasión a fantasma de la presunta “imposición” del idioma gallego.
Pero llegó Podemos y todo cambió. Las elecciones europeas supusieron un duro golpe al bipartidismo en todo el Estado y en Galicia trajeron consigo el menor número de votos al PP de los últimos veinticinco años. En este contexto, la formación de las 'mareas' municipales y la posible consecución de gobiernos de izquierda tras el 24-M ha llevado a los populares a instalarse de nuevo en el discurso del miedo, ahora asentado en una supuesta llegada a los municipios de gobiernos “radicales”, “separatistas” o “bolivarianos”.