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El aprisionamiento del pesquero gallego Punta Candieira en aguas irlandesas a finales de mayo ha sido el último ejemplo del creciente clima de tensión que se vive tras el Brexit entre los pescadores de la República de Irlanda y los buques del resto de la Unión Europea (UE) que faenan en sus caladeros.

El acuerdo de salida del Reino Unido de la UE firmado a finales de diciembre supondrá para la flota irlandesa una reducción del 15% de su volumen de capturas hasta 2026. Se trata de la caída más pronunciada de todos los países de la Unión, de acuerdo con cálculos del propio gobierno irlandés, y equivaldría a unas pérdidas de 43 millones de euros para el sector. La rebaja incluso llegaría al 25% en el caso de la caballa, cuyo recorte resulta especialmente gravoso para Irlanda, ya que esta especie se cría en sus aguas territoriales pero migra mayoritariamente a los mares del Reino Unido, especialmente a la zona de Escocia, cuando tiene el tamaño adecuado para poder ser capturada.

Con un pastel más pequeño a repartir y con crecientes problemas administrativos para exportar sus capturas a Gran Bretaña, muchos pescadores irlandeses ven con peores ojos el actual sistema de cuotas, que regula el reparto que tienen que hacer de sus caladeros con los barcos pesqueros de otros Estados miembro de la UE. “Lo que existe ahora es puro colonialismo. La flota belga o española captura, por ejemplo, más lenguado en nuestras aguas que los barcos irlandeses”, denuncia Patrick Murphy, presidente de la Organización de Productores de Pescado del Sur y Oeste de Irlanda, en declaraciones a eldiario.es. “Mientras tanto, cada vez más de nuestros pesqueros van al desguace. ¿Acaso los pescadores de España permitirían esto?”, asegura.

Su asociación es una de las impulsoras de la ola de movilizaciones convocada por el sector en las últimas semanas y que este miércoles llegará a las calles de Dublín. El objetivo: pedir al Gobierno irlandés más ayudas para el sector y reclamar una renegociación de las cuotas que priorice a los pescadores de Irlanda en detrimento de las flotas de otros países de la UE.

“Esta desconfianza de los irlandeses no es algo nuevo”, asegura Ramón Manuel Muñiz, presidente de la Asociación Española de Titulados Nautico-Pesqueros (Aitenape). A su juicio, desde que la política pesquera común echó a andar, tanto británicos como irlandeses miraron de reojo a la flota del continente. Tanto es así que recuperar el control de los caladeros fue una de las principales banderas enarboladas por los partidarios del Brexit en el Reino Unido antes del referéndum de 2016, a pesar del escaso impacto económico de la pesca en la economía del país. “Quizás por el hecho de ser islas, siempre pensaron que habían salido mal parados del reparto de las cuotas. Ahora que las capturas en aguas del Reino Unido van a reducirse, la hostilidad hacia los de fuera es probable que aumente en Irlanda”, afirma Muñiz.

Caladeros de merluza

En Irlanda, la pesca da trabajo de forma indirecta a 10.000 empleados y a 4.000 más si se incluyen las fábricas de procesamiento de pescado. Sus caladeros son particularmente atractivos para las flotas de otros países de la UE dedicadas, especialmente, a la pesca de la merluza.

El palangrero gallego Punta Candieira fue arrestado el 31 de mayo por la Marina irlandesa, tres días después de haber sido acusado por pescadores irlandeses que operaban en la Bahía de Bantry de echar sus artes de pesca dentro de las 12 millas costeras reservadas para buques con bandera de Irlanda. Ese día tuvo un incidente con el barco irlandés Lours de Mers, supuestamente tras una maniobra peligrosa realizada por el Punta Candieira para evitar que esta otra embarcación le cortara sus líneas de anzuelos.

El choque entre el palangrero gallego y los pescadores irlandeses, que será juzgado por el Tribunal Penal de Cork a partir del 2 de julio, ha tenido repercusión en el debate político de Irlanda. El diputado independiente en el Parlamento de Dublín Michael Collins criticó en las últimas semanas al Gobierno de la isla por haber tardado tres días en apresar al Punta Candieira desde que los pescadores irlandeses denunciaron los hechos y reclamó a la Marina del país mejorar la protección de las aguas territoriales ante posibles futuras incursiones de barcos españoles.

“Sin entrar a juzgar el caso del Punta Candieira, sí que es cierto que las autoridades de algunos países utilizan este tipo de zarpazos contra las embarcaciones extranjeras como una demostración de fuerza cuando hay un problema interno con el sector pesquero, como diciendo ‘aquí estamos con vosotros’”, recalca el presidente de Aitenape.

Un reparto de cuotas difícilmente modificable

Aunque la Comisión Europea actualiza todos los años las cuotas pesqueras siguiendo las indicaciones del Consejo Internacional para la Exploración del Mar (ICES, por sus siglas en inglés), con el fin de mantener la sostenibilidad a largo plazo de los caladeros, el sistema de reparto de las mismas entre los países de la UE difícilmente podría sufrir grandes alteraciones, tal y como reclama el sector pesquero irlandés.

“Ese reparto siguió el principio de estabilidad relativa, que se fijó en los años 70. Se hizo tomando en consideración las regiones especialmente dependientes de la pesca. La complejidad política de abrir ese melón sería enorme y no hay una presión real para cambiar el sistema”, afirma el profesor de Economía Pesquera de la Universidade de Santiago de Compostela, Gonzalo Rodríguez.

El eurodiputado socialista gallego Nicolás González Casares cree que la creciente preocupación entre los pescadores irlandeses no tiene tanto que ver con la presencia de barcos gallegos y de otros países de la UE en sus aguas, como con los problemas causados por el Brexit o los cambios regulatorios. “Las protestas de ahora creo que no van dirigidas contra los pescadores españoles sino que entran en la dinámica de presión interna hacia el Gobierno irlandés, en un momento en que se están negociando las cuotas del próximo año”, asegura.

González Casares confía en que los ánimos del sector se calmen en los próximos meses con la aprobación a nivel europeo de la Reserva de Ajuste Brexit, un programa de ayudas de más de 5.000 millones de euros destinado a aliviar la situación de los sectores y países más afectados por el Brexit, que contará con líneas de apoyo específicas para la pesca.