Santiago, 26 de junio de 2014. Dos hombres de traje y corbata caminan apresuradamente por el entorno de la zona histórica de la ciudad. Piden indicaciones para llegar a la calle del Preguntoiro, donde se ubica el que hace menos de tres años fue inaugurado como auditorio Novacaixagalicia, comprado en 2008 por la antigua Caixanova a 100 metros de su otro centro social en la ciudad, creado en el antiguo edificio del Banco Gallego. Los hombres llevan en las manos una carta con el logotipo de Abanca. Es el convite que recibieron para el acto de presentación de la marca que el venezolano Banesco le acaba de poner a Novagalicia Banco tras convertirse oficialmente en propietario de los restos de las antiguas cajas gallegas. Al comienzo de este evento fue tomada una fotografía que, junto con otras dos, puede servir para resumir casi cinco años de avatares políticos y financieros, pero también sociales.
A las puertas del edificio que antes albergó la sede de los grandes almacenes El Pilar, esperaban el máximo responsable de Banesco y vicepresidente del nuevo banco, Juan Carlos Escotet, su presidente, Javier Etcheverría, y el consejero delegado, Francisco Botas. Todos esperaban por Alberto Núñez Feijóo, invitado al evento como presidente de un Gobierno que, como advirtió el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB), se tuvo que limitar a “opinar” en la privatización de la entidad. Feijóo, según cuenta Faro de Vigo, se resistió inicialmente a participar en la clásica imagen del apretón múltiple de manos con los nuevos directivos. “Da mala suerte”, ironizó, antes de acceder a posar. A lo mejor, porque no era la primera fotografía de este tipo que protagonizaba con lo que queda del sistema financiero gallego como protagonista.
Feijóo celebra la fusión en su residencia oficial con directivos de Caixa Galicia y Caixanova
La otra imagen de estas características está datada el 11 de mayo de 2010 y tenía como escenario la residencia oficial de Monte Pío. En ella Feijóo, el anfitrión, está flanqueado por José Luis Méndez, Julio Fernández Gayoso, Mauro Varela y José Luis Pego. Era la escenificación del proceso iniciado unos meses antes con una reunión en el Parlamento en la que el presidente, sentado con Méndez y Gayoso, anunciaba la intención de la Xunta de impulsar la fusión de Caixanova y Caixa Galicia. Lo hacía “como consecuencia del estudio concienzudo” de la situación de ambas entidades, aseguraba. Poco después, en enero, la entonces conselleira de Hacienda y hoy secretaria de Estado de Presupuestos, Marta Fernández Currás, presentaba en rueda de prensa la “auditoría externa encargada por la Xunta de Galicia a KPMG”, un estudio “independiente” que, previo pago de un millón de euros, avalaba la “solvencia de la fusión de las cajas gallegas”, que producirían una “rentabilidad y eficiencia altas”.
Ni solvencia ni galleguidad
“Solvencia y galleguidad”, se repetía desde la Xunta para resumir el contenido de aquel informe, que resultó no ser una auditoría y que tampoco avalaba la fusión “paritaria”. En todo caso, recomendaba que Caixanova absorbiera a Caixa Galicia, pero solo a modo de “diagnóstico acelerado”. “Que la fusión era viable lo dijo la Xunta, no lo inventé yo”, resumía en 2013 en el Parlamento uno de los antiguos directivos, Javier García de Paredes, quien junto con Pego y Gayoso se puso al frente del artefacto que resultó de la fusión, Novacaixagalicia, nacido con el visto bueno de un Banco de España que, cuatro meses después de aprobarla, ya la consideraba inviable mientras las reformas financieras consensuadas entre el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero y el PP de Mariano Rajoy abocaban a la caja resultante a su bancarización.
Feijóo, con José María Castellano en México (imagen difundida por la Xunta)
A pesar de a la tormenta político-financiera, desde la sede de la Xunta en San Caetano se seguía apadrinando el proyecto y reiterando que seguiría existiendo una entidad con su “centro de decisión en Galicia”. En este contexto fue en el que se produjo la tercera imagen que ilustra el periplo, la de Feijóo situado tras un atril con el logotipo de Novacaixagalicia y al lado de otro mueble idéntico en el que se situaba José María Castellano, experimentado empresario escogido para ser presidente ejecutivo del que ya pasaba a ser NCG Banco, Novagalicia Banco a efectos comerciales. Esos atriles se colocaron para un encuentro empresarial en México D.F. en el cual el titular de la Xunta elogió el “gran proyecto bancario” del que la Xunta “no debe permanecer al margen”.
En este punto llegó el nuevo Gobierno de España con su reforma financiera. Novacaixagalicia quedaba reducida a una fundación sin arte ni parte en el negocio bancario y Novagalicia entraba en pérdidas mientras en la calle se recrudecía el conflicto por la estafa de las preferentes. El banco que había heredado el fruto del ahorro gallego iba a ser vendido por piezas por parte del FROB y la más sustanciosa fue adquirida por Banesco, un banco de menor dimensión pero más saneado que puso sobre la mesa 1.003 millones de euros, cifra importante pero mucho menor que los 9.000 millones de dinero público con los que había sido rescatada la entidad.
Feijóo se desliga, Escotet dirige
Tras conocerse el resultado de la subasta, a finales de 2013, un poco entusiasmado Feijóo llamaba a “felicitarse” por el resultado de la operación. Intentando dejar en el olvido aquel documento en el que el propio Ejecutivo había forzado la inserción de la firma de la conselleira de Hacienda entre las de Méndez y Gayoso para situarse como pieza esencial de la fusión, el presidente aseguró no “poder aceptar, de ninguna forma”, que “la quiebra del sistema financiero gallego tuviera que ver con el Gobierno que presido”. “Intentar mezclar esto con la política es confundir, y yo no estoy aquí para confundir”, sentenció, mientras reducía a “calumnias” las críticas de la oposición por vincularlo a él mismo con todo lo acontecido.
Este fue el contexto en el que se celebraron los actos de este jueves. Se desconoce dónde fue a parar la estilográfica Mont Blanc que, grabada con la leyenda Fusión das caixas galegas. Santiago, 29/11/2010, Feijóo mandó guardar en un lugar preferente de San Caetano. El presidente, de anfitrión a convidado, aseguró creer en un “galleguismo de hechos” y les dijo a los directivos que “Galicia espera mucho de ustedes” como tierra “exigente y también agradecida”. Escotet, por su parte, presentó a la entidad como una “banca alineada con los intereses de la sociedad”. Acto seguido, la comitiva se trasladó a la plaza de San Martiño Pinario, en las cercanías de la catedral, donde Abanca ubicó una orquesta sinfónica que los paseantes, si lo deseaban, podían dirigir. Para demostrarlo, el jefe de Banesco cogió la batuta y, distendido, dirigió a los músicos. Feijóo, como el resto de dirigentes de la Xunta, sonrió y aplaudió el inicio de una nueva andadura en la que, ahora sí, poco tiene que ver.
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