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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Profesionales y pacientes denuncias el “caos” del nuevo hospital de Vigo

En el mismo día y casi a la misma hora en la que Feijóo aseguraba en el Parlamento que iba “a rescatar el hospital de Vigo de las mentiras de la oposición”, un grupo de trabajadores y pacientes del Álvaro Cunqueiro (HAC) comparecieron ante los medios para relatar sus vivencias en primera persona en el nuevo centro sanitario de la ciudad olívica. Ni fue la oposición, porque ninguno de ellos era político, ni los sindicatos los que lo hicieron. Incluso entre lágrimas y emocionados explicaron la “caótica situación” que viven en una infraestructura de la que enumeraron y explicaron múltiples deficiencias y “riesgos” para enfermos y personal tras dejar claro que lo hacían como profesionales y usuarios. Y lo que explicaron fue impactante.

Hablaron una matrona, una enfermera de Cardiología y otra de la UCI, un radiólogo, una técnica de Anatomía Patológica, otro del laboratorio, una enfermera, un celador y una paciente del oncológico. Denuncian la escasez de equipaciones y material, las deficiencias en el diseño de las infraestructuras, la falta de personal o la descoordinación. En definitiva, definieron la situación de un hospital “que no estaba preparado para el traslado” y que sufrió las prisas y los “problemas logísticos y de concepción” para un centro que, en conclusión, sigue en obras. Así lo dice el doctor Sáez o una matrona que habla claro: “Hay aspergillus porque está en obras; primero hay que acabar el centro, después hacer la higienización y los controles y luego los traslados; no pueden trasladar pacientes antes que el material”.

Así, el doctor Sáez, del servicio de Radiología, advierte de los “problemas diarios” que va a seguir teniendo el HAC si continúa la “mala planificación y la infinidad de defectos” que dice que existen. El traslado, según anunció la Xunta, pretende reanudarse el próximo lunes 21 tras ser suspendido por la aparición de aspergillus y este trabajador ya avisa de que debería “garantizarse la asistencia radiológica” porque el centro se quedaría con tan solo dos unidades para los pacientes, incluidos los ambulatorios, por lo que los problemas podrían extenderse por el área sanitaria. Además, alerta de una dotación de únicamente tres TACs, “una de ellas de gama muy baja, del tipo que venden en Vietnam o Cambodja”.

El doctor Sáez aclara que no hay riesgo para los pacientes en su ámbito, pero que sí habrá un problema con las listas de espera por las insuficientes salas de Radiología y porque hay equipos -como los de resonancia- que deben ser “muy testados antes de poner en marcha el hospital” y que todavía no llegaron. Todo, recuerda, mientras la conselleira de Sanidade dice que es el centro sanitario “mejor dotado”.

En el mismo sentido se expresó Rosa, matrona desde hace 31 años en el Hospital Xeral, que aclara que su área “no cumple los requisitos minimos” ante la “indiferencia de los responsables”. Esta trabajadora relató todos los defectos del área de obstetricia, como en la zona de urgencias, que dice ser “de pena”. “Tenemos seis salas y ninguna tiene baño pero sí hay una mesa de diseño que no se necesita”, explica, tras asegurar que “es imposible” que el hospital “esté diseñado por gente profesional de la sanidad”. Además, censura la insuficiencia de personal o la ausencia de baños para lavar los neonatos. Incluso dice que la sala donde se guardan las cuñas sucias está al lado de “donde se lavan los cirujanos que van a hacer una cesárea”.

El relato de Inés, enfermera que ya participó en el traslado del Meixoeiro, no cambia mucho. Habla de “improvisación total”, suciedad en muchas áreas y ausencia de material como desfibriladores. “Llegó con el último paciente y es algo vital porque salva vidas”, dice. También denuncia la falta de medicación y asegura que ella y otros compañeros llegaron a trasladar medicamentos ensus coches particulares. Timbres que no funcionan, escasez de tomas de agua o UCIs no operativas son otras de las quejas de esta profesional que cree que tendrían que “haber llamado al juzgado, al notario o a un medio de comunicación” para que comprobasen una situación vivida entre “el abandono”. “Nuestro y de los pacientes porque a los responsables solo les importaba el tiempo”, insistió.

“Aquí 'desaprendí' a hacer todo lo que sé”

Modesta, por su parte, lleva desde 1974 en el laboratorio del Xeral y cree que en el nuevo hospital volvió hacia atrás. “Creo que desaprendí a hacer todo lo que sé”, dijo entre lágrimas. Habla de falta de espacio -“en un habitáculo de 3x6 y sin ventanas van a meter tres camas para enfermos que pueden estar cuatro horas”-, de material almacenado en cajas o de falta de enchufes. Y denuncia “problemas muy gordos” como una supuesta desconexión de tanques donde había células de médula ósea. “Llevo 40 años años en el Xeral y viví obras incluso de quitar escaleras y nunca pasó lo que aquí pasa”, resume.

Pilar, enfermera del hospital de día, dice estar “preocupada por la cuestión humana” y denuncia la falta de intimidad, ausencia de luz para pinchar a los pacientes, el deterioro de las duchas, la mala calidad de la comida -“en el Xeral había 60 dietas y aquí no llegamos a 10”- o la falta de cobertura de móvil o internet. “La gente está muy enfadada y el personal hace de parapeto; también hay quien tiene miedo a hablar, sobre todo los que no tienen plaza fija en el hospital”, insiste esta profesional en una reflexión que también hicieron varios compañeros.

Otra compañera enfermera, Anusca, también fue crítica al advertir de la ausencia de toma de agua en la UCI, donde trabaja, lo que llevó a que se hiciesen obras mientras trabajaban los profesionales, separados de los obreros tan solo por unos plásticos. Mientras, Miguel, uno de los celadores, aclaró que ya hay presentada una denuncia por la “usurpación de funciones” que sufrió su colectivo, poniéndose en riesgo datos muy “sensibles” como historias clínicas de los pacientes.