El Decreto 76/2000 de la Xunta declaró “Monumento Natural” a Fraga de Catasós, en Lalín, atendiendo a que “este contorno presenta unas características botánicas de gran importancia, singularidad y belleza” y a que los ejemplares de castaños presentes en él “son considerados como los mejores de Europa por su esbeltez, despertando el interés de diversos investigadores”. De nada valió. De igual manera, el Decreto 67/2007 del Gobierno gallego creó el Catálogo gallego de árboles singulares e incluyó en él el Bosque de Catasós como “formación singular”, señalando en su artículo noveno que “los árboles y formaciones singulares que se incluyan en el catálogo se consideran protegidos a todos los efectos”. La protección “implica la prohibición de cualquier acción que pueda afectar negativamente a su integridad, su salud y su apariencia”, añadía este texto legal. De nada valió.
De nada valió tampoco la Ley 42/2007 del Patrimonio Natural y la Biodiversidad y otras figuras de protección, o que haya constancia de que buena parte de Los Pazos de Ulloa fuera escrita por Emilia Pardo Bazán paseando por este bosque. En mayo, la Consellería de Economía e Industria, a través de la Dirección General de Energía y Minas, emitió una resolución autorizando que una línea de alta tensión (el proyecto sectorial de incidente supramunicipal LAT 132 kV O Irixo-Lalín) pase por los aledaños del Bosque de Catasós, una actuación de Gas Natural- Unión Fenosa que puede obligar a cortar hasta 2000 árboles autóctonos, la mayoría castaños, muchos de ellas centenarios. Las tres normas legales que protegen este espacio “prohíben la instalación de tendidos eléctricos en su interior, pero no en su entorno inmediato”, destacan desde la Sociedade Galega de Historia Natural (SGHN).
La entidad solicitó que se realicen las gestiones administrativas necesarias para evitar la afectación del entorno de este Monumento Natural, recordando que en el decreto 76/2000 se prohíbe expresamente la instalación de “tendidos eléctricos” y reclama que se tenga en cuenta el impacto que puede causar en toda la zona de afectación del bosque. También PSdeG-PSOE, AGE, BNG y CxG han denunciado la situación, y el vecindario del lugar, agrupado en la plataforma Salvemos as fragas de Catasós, reclama igualmente alternativas, como por ejemplo que la línea se construya siguiendo la línea de la N-525. Los vecinos y vecinas, que ya han reunido más de dos mil firmas en Lalín, realizaron el pasado fin de semana una acción reivindicativa, con una ruta de senderismo y un magosto, en el que participaron docenas de personas.
También se inició una petición online que le reclama a Gas Natural Fenosa, Xunta de Galicia y Ayuntamiento de Lalín que modifiquen su postura. El texto le demanda a la empresa que, ya que “tanto presume de su compromiso con la naturaleza en su publicidad”, busque “una solución para la línea de alta tensión O Irixo-Lalín más respetuosa para el medio ambiente y las personas”. A la Xunta le pide que “anteponga los intereses de las personas a los de las empresas”. Y al Ayuntamiento le exige que “proteja los intereses de los vecinos y vecinas solicitando la catalogación de la zona como ENIL (Espacio Natural de Interés Local)”, para impedir las obras. El Valedor do Pobo [Defensor del Pueblo gallego] ya ha solicitado el informe de impacto ambiental de la actuación, exigiéndoles a las consellarías de Medio Ambiente, Territorio e Infraestructura, de Medio Rural y del Mar y de Economía e Industria, que le remitan esta documentación antes de 15 días.
Los árboles que se verían afectadas son los que forman el entorno del núcleo del bosque, la zona en la que poco a poco los prados se van haciendo bosque. No es la parte más valiosa y densa de los bosques, pero forma parte de ellos y como el resto del lugar está compuesta por especies autóctonas: robles y varios tipos de castaños, uno de ellos de más de 30 metros de altura. En conjunto, los árboles presentes en estas 4,5 hectáreas registran una de las mayores tasas de crecimiento de toda Europa. Uno de los árboles, derribada por el huracán Hortensia en 1984, tenía 270 años y había comenzado a crecer en los tiempos de Felipe V. Fue el fitopatólogo norteamericano Filippo Gravatt el primero en reclamar, ya en 1954, la protección para este espacio, sorprendido por su belleza y por la resistencia de estos castaños a las enfermedades. 60 años después, puede que el futuro de este conjunto arbóreo, que sobrevivió a todo tipo de amenazas durante siglos, esté en el aire.