“Yo seguí de ruta y ¡menuda sorpresa me llevé!”. Avelino Barreiro, de 84 años, conocido como El Tigre de Carril (Vilagarcía) “porque es un devorador de kilómetros” sobre su bicicleta, era uno de los ejes del programa Os nosos maiores (Nuestros mayores). El espacio, emitido en la tarde de este domingo por la TVG, narra “la rutina diaria de dos protagonistas que sólo tienen en común su franja de edad”. En el caso de Avelino, que pedalea “7 u 8 horas al día” y hace “400 o 500 kilómetros a la semana”, se destaca su carácter “activo e inspirador”.
Hacia el ecuador del programa, Avelino hace una pausa en su recorrido. Se para en una fuente para recargar el botellín de agua y allí se produce la sorpresa. De pronto, mientras suena de fondo el On the road again de Willie Nelson, se detienen allí tres ciclistas con los logotipos de la Xunta y el Xacobeo en sus maillots. La cámara se centra en el que va delante.
“Tú a mí me suenas. ¿Tú no eres Avelino? El Tigre de Carril, te llaman...”. “Me lo puso un amigo... eres el presidente de la Xunta, ¿no?”. Sin querer, esa pregunta final de Avelino puede estar ofreciendo una de las claves de la sobreexposición de Alfonso Rueda en los medios públicos: el bajo nivel de conocimiento del sucesor de Feijóo. Hace poco más de 15 días, Rueda acudía al prime time de la TVG a pintar a mona en Land Róber (así es como presentan a los invitados, el equivalente a “hoy ha venido a divertirse a El Hormiguero...”). Esta vez, su aparición iba dirigida a un nicho muy concreto de público: el de mayor edad, clave siempre en los procesos electorales gallegos.
“¡Vaya casualidad!”, exclama Rueda, dando un apretón de manos a Avelino. La situación recuerda a aquella leyenda urbana de los 80 -que aparecía incluso en los libros de texto- en la que un motorista acudía al rescate de un conductor al que se le había averiado el coche. Tras llevarlo al taller o a un lugar donde pedir ayuda, el hombre se quitaba el casco y el asombrado conductor descubría asombrado que quien le había ayudado era el rey, Juan Carlos I. Cuatro décadas después, parece que nadie puede andar por Galicia en bici -o en moto, que Rueda presume también de motero- sin encontrarse casualmente con el presidente de la Xunta. Y con una cámara de la TVG.
Tras presentarle a Avelino a sus acompañantes, que se mantienen en un discreto segundo plano, Rueda les dice: “Hace más kilómetros en un día que vosotros en tres meses”. Y, cuando les desvela su edad, el presidente lanza su análisis técnico, propio de un casi profesional de las dos ruedas. “Me cago en tal, quién nos diera. Estás fino de carallo”.
“Me pareció una persona estupenda. Por la televisión ya lo veo una persona sencilla, me agradó mucho”. Otra vez, sin proponérselo, Avelino levanta el velo. Rueda como una “persona sencilla”, cercana. Su recorrido tomando cañas sin alcohol los fines de semana por las localidades gallegas -bajo el lema Galicia non para, que parafrasea otra de las expresiones típicas de Land Róber- y su presencia en programas como éste pretenden dibujar un perfil del hombre que, tras trece años como número dos, afrontará en cuestión de meses su primera cita con las urnas como cabeza de cartel.
“Teníamos que cogerte en la Xunta y llevarte a dar charlas por ahí para decirle a la gente mayor que lo que tiene que hacer es deporte”, ofreció Rueda. Mirando a cámara, en uno de esos insertos que ayudan a contar la historia, Avelino repetía “La gente mayor tiene que hacer deporte, ya lo dijo el presidente”. Y antes de seguir de ruta juntos, mientras volvía a sonar Willie Nelson, Rueda dejó una promesa -aún no electoral-: “Cuando me jubile voy a quedar con Avelino, que andará por ahí todavía”.