Los cazadores discuten la emergencia cinegética de la Xunta para cazar jabalíes sin límite y dicen que la población baja

Beatriz Muñoz

Santiago de Compostela —

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La decisión de la Xunta de Galicia de declarar la emergencia cinegética para permitir en casi todo el territorio gallego la caza sin límite de jabalíes ha recibido críticas desde todos los ángulos: los sindicatos agrarios la tachan de “parche” que no resuelve el problema de fondo, colectivos animalistas preguntan cuál es el criterio que sigue el Gobierno gallego si dice que no tiene censos de población del animal, científicos avisan de que puede ser contraproducente y los cazadores aseguran que “no hay una plaga” y que en el monte, en realidad, ven una tendencia o estable o a la baja.

“Las cacerías que se están haciendo son las que ya estaban previstas sin que hubiese declaración de emergencia cinegética. No conozco ninguna cuadrilla que fuese fuera de los días normales”, zanja el responsable de prensa de la Federación Galega de Caza, Antón Arrojo, y cazador él mismo. Con la medida de la Xunta se amplían las jornadas que está permitido salir a abatir animales, pero la realidad es que la actividad de los cazadores ha seguido limitándose al fin de semana. Y lo que se encuentran en el monte es que “las capturas son normales o a la baja” y eso es lo que aventuran que va a pasar lo que queda de temporada (hasta febrero).

Para Arrojo, que dice que los cazadores “no están en contra” de la emergencia, el problema “no es en el monte, sino en las ciudades y zonas periurbanas”. Los animales se han acercado a núcleos de población grandes y se han multiplicado los vídeos que los muestran en zonas céntricas de Lugo, Ourense, Santiago o A Coruña, en donde fueron vistos recientemente en un parking y en la Praza de María Pita. El portavoz de la Federación de Caza señala que en estos lugares resultan “muy visibles porque todo el mundo los graba”. En cualquier caso, para este entorno no tiene ninguna aplicación la emergencia cinegética: “Son zonas de seguridad, no se puede cazar, como es lógico”.

La presencia de los jabalíes en zonas urbanas o próximas a poblaciones grandes trae conflictos: provocan daños en cultivos, en especial en los de maíz, y, al haber más tránsito en estas áreas, es más probable que haya un accidente cuando cruzan carreteras. Estos son los motivos con los que la Consellería de Medio Ambiente de la Xunta, dirigida por Ángeles Vázquez, defiende su medida: 4.048 avisos por daños durante la temporada entre el 1 de agosto de 2022 y el 31 de julio de 2023, y riesgos para el tráfico. También la posibilidad de que los cerdos domésticos se contagien de peste porcina africana si entran en contacto con algún jabalí infectado. La emergencia se aplica en 248 municipios (son el 80% del territorio gallego) y se extiende desde mediados de septiembre y hasta finales de febrero.

“En la ciudad tienen más tranquilidad”

El biólogo Xabier Vázquez Pumariño cita estudios liderados por las investigadoras Carole Toigo y Sabrina Servanty para explicar que, “aunque puede parecer contraintuitivo”, matar más jabalíes lleva a que se incremente la población porque las hembras tienden a reproducirse antes y a tener camadas más numerosas. Es una respuesta ante esta situación de estrés. Añade que la estrategia debería eliminar al 65% de los animales para lograr el resultado que busca y ese porcentaje no resulta alcanzable. Uno de los motivos, dice, es que ni siquiera hay un censo en Galicia y se desconoce el número de ejemplares o su distribución por edad o sexo. Recurre a otro trabajo encabezado por Laura Lago que apunta que los accidentes de tráfico provocados por la irrupción de jabalíes en la calzada aumentan en la temporada de caza y en los días en los que se desarrolla esta actividad en el monte.

Vázquez Pumariño señala que la clave para abordar el problema en el caso de las áreas urbanas está en saber por qué se acercan a ellas: “Como no hay un trabajo previo de investigación por parte de la Xunta, realmente no lo sabemos y no le podemos poner coto, en consecuencia. Lo único que nos queda es especular”. Considera que la comida puede ser uno de los elementos, pero cree que hay otro aspecto a tener en cuenta, y es que “tienen más tranquilidad que en el monte” porque en las zonas pobladas no se les puede disparar. “Si tú fueses un jabalí, te irías a una ciudad; te pueden molestar pero no disparar”, plantea.

Ni seguimiento ni evaluación

Jacobo Feijóo, del sindicato Unións Agrarias, señala que, desde 2019, es la tercera emergencia cinegética por el jabalí de la Xunta. “Y va a haber una cuarta y una quinta porque no se aborda el fondo del problema”, avanza. Da por hecho que la medida aprobada para esta temporada no va a marcar la diferencia y reclama a la Consellería de Medio Ambiente que aborde la gestión de la población de este animal analizando la situación por comarcas, revisando dónde entran en cultivos, y que establezca una densidad por hectárea.

La emergencia cinegética es, en su opinión, “un parche”. La misma palabra usa la responsable del Sindicato Labrego Galego, Isabel Vilalba, que añade que “no hay un seguimiento efectivo del problema”, ni gestión “integral” por parte de la Xunta, ni evaluación de resultados de sus estrategias. “Llevamos años con esto y los daños no solo no menguan, sino que, como poco, se mantienen y vemos más ejemplares en zonas urbanas. En un año vamos a estar hablando de lo mismo”, asegura.

Tras conocerse la decisión de la Xunta, también fue rechazada por colectivos animalistas. Pacma organizó una concentración contra una política que consideró al servicio “del lobby de la caza” y cuestionó que se adopten estas medidas sin datos del número de animales que hay en la comunidad. La Fundación Franz Weber afeó que la única respuesta del Gobierno gallego sea “sembrar los montes de plomo”. Cuando presentó la emergencia cinegética, la directora xeral de Patrimonio Natural, Belén do Campo, justificó no tener un censo porque le corresponde al Gobierno central realizarlo, aunque la contabilidad se hace con los números que remiten los territorios.