Los fantasmas del catastrófico octubre de 2017 han regresado este septiembre de 2019 a los montes gallegos. Más de 500 hectáreas ardidas en apenas veinticuatro horas dispararon desde el pasado jueves todas las alarmas. La combinación de altas temperaturas y del fuerte viento del noreste avivó las llamas desde el interior de Ourense y Lugo hasta comarcas costeras como la de O Barbanza, superando ya las 900 hectáreas sólo en los incendios revelados por la Xunta en apenas dos días y, otra vez, poniendo en peligro zonas habitadas.
Tras una primavera agitada en la que el monte gallego ardió más que en todo 2018, el segundo mejor año de la serie histórica, el primer foco de preocupación de un verano hasta ahora relativamente calmado llegaba este jueves desde Porto do Son. El fuego, ya controlado, se inició en la parroquia de Miñortos, se declaró de madrugada y alcanzó casi las 90 hectáreas en pocas horas amenazando varias viviendas.
Los equipos de extinción también luchaban contra las llamas en varios puntos de la provincia de Ourense cuando, un poco más al norte, regresaban escenas que devolvían a la memoria colectiva el fatídico otoño de 2017. Poco después del mediodía del jueves se declaraba un incendio en la parroquia monfortina de Seoane que el fuerte viento del noreste extendió con rapidez hasta muy cerca de las casas, obligando a desalojos preventivos. Una columna de denso humo cubrió el cielo de Monforte de Lemos mientras el incendio obligaba a cortar dos de sus principales vías de comunicación.
El fuerte viento contribuyó a expandir el fuego y el humo hacia el vecino municipio de Pantón, también con riesgo para viviendas, dando lugar a momentos de fuerte tensión mientras las rachas dificultaban el trabajo de las brigadas de extinción. La superficie afectaba superó las 465 hectáreas en el que, por el momento, es el incendio más voraz de esta ola a las puertas del otoño tras un verano más tranquilo de lo habitual en los montes gallegos gracias a numerosos episodios de lluvia y escasos períodos prolongados de calor y viento. Hacia el mediodía del viernes la Xunta dio por controlado el fuego en Monforte.
En la madrugada del jueves al viernes se añadía a la lista de incendios comunicados oficialmente por la Xunta se añadía otro en Sardiñeiro (Fisterra). Allí han ardido ya unas 120 hectáreas según las estimaciones provisionales. En el terreno trabajaron numerosos efectivos forestales de la Xunta y el Gobierno central, así como miembros de la Unidad Militar de Emergencias (UME). A pocos kilómetros, en Ribeira y durante la madrugada del sábado, se inició un incendio que supera ya las 100 hectáreas afectadas y ha llegado al vecino municipio de Porto do Son.
El otoño, nuevo campo de batalla
Mientras los pronósticos de Meteogalicia apuntan a que los fuertes vientos del noreste, el temido nordés, continuarán azotando a Galicia, esta nueva ola de incendios supone, por la vía de los hechos, un recordatorio de lo vivido en 2017 pero también la confirmación de una tendencia. El otoño es, cada vez más, un nuevo campo de batalla en la lucha contra los incendios forestales.
Tal y como muestran los datos acumulados recogidos anualmente en el Plan de Prevención y Defensa Contra los Incendios Forestales de Galicia (Pladiga), septiembre y octubre son meses peligrosos para el monte gallego. Mientras que en la última década el número de incendios en los meses del verano descendió muy notablemente con relación a la década anterior, los siniestros en otoño han aumentado.
Como telón de fondo de esta tendencia permanecen conocidos factores estructurales, como la falta de ordenación y las cuestiones vinculadas a la política forestal gallega. Pero, como han venido alertando voces expertas y también organismos oficiales como la propia Meteogalicia, a estos elementos se añade ahora otro incluso más relevante: el calentamiento global y la crisis climática que trae consigo. Desde la Xunta, no obstante, se ha vuelto a aludir a la existencia de “desaprensivos” y a incendios “interesados”, en palabras del presidente de la Xunta sobre el fuego en Porto do Son.