El Colegio Oficial de Psicología de Galicia organiza este jueves en Compostela una tertulia sobre uno de los mayores dramas de la crisis económica. Bajo el título Una mirada profesional sobre los desahucios, se abordarán desde múltiples perspectivas estos procesos y sus implicaciones, gracias a la participación de expertos como el psicólogo clínico Miguel Ángel García Álvarez. El facultativo del Complejo Hospitalario Universitario de Santiago analiza en esta entrevista las causas que llevan a las personas a situaciones límite, así como las medidas que habría que tomar para evitarlas.
¿Qué le aporta el mundo de la psicología a una tertulia sobre el drama de los desahucios?
Ayudar a entender cómo hay personas que acaban viéndose situadas en un estado de riesgo para su salud mental que llega a tener efectos de toma de decisiones sobre su propia vida. El drama de los desahucios despertó la atención de todos cuando comenzaron a darse casos de suicidios de gente que iba a perder su casa, así que la clave será explicar cómo se puede llegar a esa situación y qué se debería hacer, desde los ámbitos de responsabilidad, para buscar la reducción de este riesgo.
¿Cómo llega una persona a suicidarse por problemas económicos?
La respuesta está en el ámbito de la crisis. Es bien sabido, y la Organización Mundial de la Salud (OMS) ya emitió un informe hace tiempo sobre esto, que las crisis económicas que implican desempleo y empobrecimiento de la sociedad acaban provocando un incremento sensible de los índices de suicidio. Ya era conocido desde los años 30 y es algo que se repite en todas las crisis, al igual que está sucediendo ahora en España.
¿Qué medidas se pueden tomar para evitar estas situaciones límite?
De las cinco acciones mínimas que propone la OMS, sólo una se refiere a la atención médica. La OMS propone claramente potenciar la atención primaria de salud, aquella a la que la gente acude en primera instancia. Las personas en situación de riesgo, generalmente, van a tomar un primer contacto con su médico de cabecera y ahí es donde se puede actuar ya en un principio. Las otras cuatro medidas que se proponen tienen que ver con otros ámbitos y otro tipo de políticas, ya que se refieren a potenciar el empleo, apoyar a las familias, actuar sobre la demanda de alcohol o fomentar programas de apoyo para ayudar a sobrellevar la carga económica de la deuda que sufren las personas.
¿Y está preparada la atención primaria para reducir el riesgo de suicidio?
Lo primero que se precisa para atender a estas personas es tiempo, ese tiempo tan reclamado por los médicos de primaria y que es uno de los bienes más escasos en nuestra sanidad. Reforzar esta atención primaria pasa por dotar de una manera adecuada esta línea de asistencia y no sólo reorganizar los recursos, sino incrementarlos, algo que sin lugar a dudas no se está produciendo.
¿Influye algo más en estos casos extremos?
Los suicidios hay que entenderlos como consecuencia del empobrecimiento y del desempleo y, por supuesto también, por el sentimiento de culpabilidad que sufre mucha gente. Esa explicación masiva de que se ha vivido por encima de nuestras posibilidades o que la crisis fue culpa de todos los que formamos la sociedad no ayuda nada. Este argumento se difundió a partir de 2007 y la última vez que se dijo fue en el primer semestre de 2012, cuando Rajoy dijo aquello de que vivíamos por encima de nuestras posibilidades. La responsabilidad de culpa actúa muy destructivamente.
Decir que la gente tiene derecho a fracasar, como declaró Soraya Sáenz de Santamaría hace unos días, tampoco ayudará.
Hay cantidad de intervenciones en este sentido. Quien dice esto está diciendo una frivolidad despectiva con aquellos que a día de hoy está en una situación que no se debe llamar fracaso. No se puede pensar que al menos cinco millones de personas fracasaron por factores individuales.
Los medios de comunicación no suelen publicar noticias de suicidios, excepto en casos como los de los desahucios, por temor al efecto de imitación. ¿Es adecuada esa política?
No es cuestión de no publicarlo, sino de cómo publicarlo. Hay determinados suicidios que son espectaculares y si sólo nos quedamos en eso, sí se puede provocar imitación, pero cuando la información se toma en serio y se desvelan los diferentes componentes que llevaron a esa situación, no debería influir. Cuando se humaniza, se personaliza y se pone rostro al suicidio, no hay riesgo. Hay que informar con cuidado, huir del sensacionalismo y llamar a la ayuda de la sociedad ante estos problemas.
¿No puede haber banqueros con remordimiento de conciencia o problemas psicológicos por sus actuaciones en casos de desahucios?
Soy escéptico al respecto por una razón: por el andamiaje de argumentos que deja a salvo de una forma difícil de explicar a aquellos que más se beneficiaron o se están beneficiando de la crisis. Hay toda una argumentación basada en causas económicas que impide responsabilizar directamente a esta gente. No creo que exista sentimiento de culpa en esos sectores tan minoritarios. En la crisis del 29, en los Estados Unidos, se tiraban por las ventanas en Wall Street, pero no conocemos ni un solo caso de suicidio aquí.