El nuevo currículum gallego de Bachillerato obliga a estudiar religión a parte del alumnado
¿Dejadez o discriminación? Es la pregunta que planea sobre parte de la comunidad escolar gallega tras conocer, esta semana, el nuevo currículum del Bachillerato, publicado en el Diario Oficial de Galicia el pasado 29 de junio. Además de adaptar estos niveles de la enseñanza secundaria a la LOMCE la nueva normativa trae implícita preceptos que, en la práctica, van a forzar a una parte del alumnado a cursar la materia de Religión Católica, que la conocida como 'ley Wert' convirtió en evaluable y computable para ámbitos como la media global de las calificaciones.
Este privilegio de la materia religiosa no está explícito en la norma, pero se convierte en un hecho a la hora de escoger determinadas materias en el primer curso de Bachillerato. Junto a las áreas troncales -como las lenguas, por ejemplo-, el estudiantado tiene que seleccionar dos o tres materias específicas entre once alternativas posibles. Esas materias tienen cargas horarias diversas -4, 3, 2 o 1 hora semanal- y el total de la elección tiene que sumar 6 horas semanales. De este modo, el abanico de combinaciones es múltiple: una materia de 4 y otra de 2, dos de 3, tres de 2, o una de 3, otra de 2 y una tercera de una hora semanal. Esta última posibilidad es la que puede abocar al estudio de la Religión, ya que es la única de las obligatoriamente ofertadas que tiene esa carga horaria y la Administración no garantiza una alternativa con las mismas características.
Esto es lo que sucedería, por ejemplo, con una alumna que decida cursar las materias de Tecnología Industrial I y Tecnologías de la Información y de la Comunicación I, con un estudiante que elija Anatomía Aplicada y Cultura Científica o con quien tenga interés en cursar Lenguaje y Práctica Musical y una segunda lengua extranjera. En todos estos supuestos, al seleccionar una materia de 3 horas y otra de 2, no tendrían garantizada la posibilidad de completar las horas exigidas sin asistir a la materia religiosa.
En este escenario, ¿tendría la Consellería de Educación margen de maniobra para evitar la imposición de la religión por la vía de los hechos? Podría haberlo hecho si, por ejemplo, al determinar las materias de libre configuración que son de competencia autonómica, hubiese incluído entre las materias específicas una materia alternativa a la religión con una hora semanal. Al no hacerlo, depende en última instancia de cada centro educativo la voluntad o posibilidad de ofertar o no una alternativa.
Reclamación sindical
Esta situación llega después de que, durante la fase de alegaciones al decreto, ya existieran demandas para solucionarla. Una de ellas llegó desde el sindicato STEG, que al comprobar que nada ha cambiado en el texto definitivo considera que “solo existen dos respuestas posibles” a la pregunta de “por qué la Xunta no legisló” al respecto. “La primera, la menos mala, es la ineptitud a la que nos tiene acostumbrados esta Consellería”. “La segunda, gravísima -dicen-, es el desprecio absoluto de la Administración por un derecho básico, la no discriminación por razón de religión”. “De tratarse de una situación que la Consellería no contempló, debe rectificar este error”; en caso contrario, advierten, “el STEG estudia emprender acciones legales que contribuyan a mejorar el ya abultado récord de sentencias condenatorias” de la Xunta en el ámbito educativo.
A juicio del STEG resulta “intolerable” que la Xunta apele “a la tan manida autonomía de los centros” para responsabilizarlos de que haya o no alternativa a religión. E una “falacia”, afirman, porque “olvida el deber de la Administración para velar por el respeto a los derechos fundamentales del alumnado”. En este caso, “no garantiza a los centros medios humanos necesarios para cubrir la posible demanda” de alternativa a la religión ni prevé qué sucederá si “quienes no quieran estudiar religión” no sean estudiantes suficientes como para poner en marcha una nueva materia.
“Incluso en caso de que los centros acuerden ofertar alguna materia de una hora, como sugiere la Administración, de no tratarse de contenidos alternativos a la religión, sino de otra materia cualquiera, seguiríamos teniendo una situación discriminatoria”, porque quien “acepte la religión en la escuela” tendría la posibilidad de “escoger entre dos materias de una hora” y “quien no acepta, solo podría escoger una ”. Todo esto sucede, en última instancia, concluyen, por la “premisa falsa introducida por la LOMCE”, según la cual “la Religión es una materia más, como si en este país no hubiera llegado la Ilustración”.