Esta semana ha sido muy comentada en medios y redes sociales la breve declaración de independencia realizada por Carles Puigdemont durante unos segundos. Se ha recordado que la República Catalana proclamada por Lluís Companys duró unas nueve horas. Y también que la República Gallega de 1931, declarada el 27 de junio tras una protesta de los trabajadores de construcción del ferrocarril Ourense-Zamora, llegó hasta el día siguiente. Pero también existió durante un día (el 7 de octubre de 1934) la llamada República Federal de A Illa de Arousa, proclamada en esta localidad pontevedresa dos días después del inicio de la huelga general revolucionaria en toda España, que tuvo un especial incidente en Asturias y Cataluña.
Como explican los responsables del blog Pandulleiros, especializado en la historia de la localidad, en ese ambiente de contestación social contra el gobierno derechista, la Agrupación Local del PSOE en A Illa de Arousa convocó una asamblea en la que se aprobó la organización de una huelga general para el lunes 8 de octubre, como protesta por los métodos y condiciones de trabajo, principalmente en las fábricas de conserva locales. Terminada la asamblea, en la tarde de ese domingo 7 de octubre, los asistentes a la reunión se encaminaron a la taberna de Juanito de Luísa. Allí, siguiendo el ejemplo de la proclamación realizada por Companys en la tarde del sábado, la conversación se dirigió hacia la posibilidad de hacer lo mismo en A Illa, una población que -en buena medida por su carácter insular- siempre tuvo una fuerte conciencia de una identidad propia y además un importante componente obrero e izquierdista.
“Segundo Nine, uno de los asistentes al histórico momento, cogió un trozo de papel de estraza del mostrador y preparó rápidamente la lista con el Gobierno Provisional del recién creado Estado Arousano”, destaca el blog Pandulleiros. Una lista en la que figuraba como presidente Santiago Otero Pouso “Pajares”; como ministro de Justicia Andrés Mougán Cores “Tormenta”; ministro de Gobernación, Manuel Iglesias Dios; ministro de Hacienda, Demetrio Ramos Lojo; y como ministro de Cultura, Luis de Saa Bravo.
Sin embargo, destacan los autores de Pandulleiros, el “inofensivo evento típicamente tabernario” fue reprimido de forma desproporcionada por las autoridades, que lo elevaron “a la categoría de conspiración secesionista fruto de los fantasmas que ya creían ver por todos los rincones ante el deterioro de la situación política que se estaba experimentando en los últimos tiempos en el país”.
Así, al día siguiente, jornada de huelga, llegó a A Illa una dotación de Guardias de Asalto que ya antes de desembarcar en tierra comenzaron a disparar al aire “para despejar el Cantiño, que se hallaba invadido de isleños”, como recogió la prensa del momento. Los agentes hicieron cacheos y persiguieron a los participantes en la reunión secesionista (de la ya habían sido advertidos), siendo detenidas trece personas. Todos los arrestados fueron trasladados a Vilanova de Arousa en el guardacostas 'Tritón', y de allí a Pontevedra en un camión de la Guardia de Asalto. Al día siguiente explotó una bomba en a Illa, de origen desconocido, lo que provocó el regreso de la Guardia de Asalto en dos buques, el 'Tritón' y el 'Castelló'. Hubo registros por las casas, buscando supuestamente un cargamento de explosivos procedentes de Portugal. Hubo nuevas detenciones, entre las que estaba Santiago Otero Pouso “Pajares”, presidente de la efímera república, que había conseguido huir el día anterior.
El sábado 13 todos los detenidos fueron puestos en libertad, pero acusados de un delito de sedición tuvieron que pasar por un Consejo de Guerra, que remató con su absolución en marzo de 1935. Por desgracia, no fue este el final de la historia, pues una parte importante de estos detenidos y de los participantes en la reunión en la que se acordó la proclamación de la República de A Illa de Arousa -la mayoría militantes socialistas- fueron asesinados en el verano de 1936 o sufrieron otras represalias durante la dictadura franquista.
Fue el caso de Santiago Otero Pouso “Pajares”, asesinado por los falangistas en 1937; su cadáver fue arrojado al mar, pero al ser devuelvo por las olas, sus asesinos llenaron su cuerpo de piedras para sumergirlo nuevamente en el fondo de la ría. También el de José Bua Laredo, presidente de la Agrupación Local del PSOE, asesinado en diciembre de 1936 al intentar huir en un traslado. Por su parte, Luis de Saa Bravo (uno de los ministros) fue condenado a 12 años de prisión por “auxilio a la rebelión”.