José Luis Méndez, señor de Caixa Galicia durante casi tres décadas todavía no había dado ninguna explicación sobre sus responsabilidades en la gestión, expansión y caída de la gran entidad financiera del norte gallego. Cuando la caja que gobernó como si fuera suya fue abocada a una fusión con Caixanova el financiero aprovechó que cumplía 65 años para retirarse del escenario, previo rescate de su millonario plan de pensiones, y hasta este viernes no dijo nada en público al respeto. Por el camino fue despojado de los elogios y honores que le llovían en los años de las alegrías financieras. Ya no es hijo predilecto de A Coruña ni doctor honoris causa por la Universidad de esa ciudad y algunos de los políticos que antes se sentían cómodos haciéndose fotos a su lado le preguntaron por lo sucedido en la comisión de investigación del Parlamento gallego. Él sobrevoló el debate para, esencialmente, liberarse de culpas y repartirlas.
Destilando displicencia hacia el órgano parlamentario Méndez aprovechó su intervención para intentar convencer a quien lo escuchaba de que él poco o nada sabía del que, admite, es uno de los “asuntos relacionados con las cajas de ahorros que mayor impacto social generaron”, lo que “se dio en conocer como preferentes”. Méndez intentó “ilustrar la actitud de caja en relación a la comercialización” de los productos que atraparon los ahorros de miles de personas leyendo una “circular” interna “sobre cautelas” a la hora de colocar las preferentes. Ese documento, dice, señalaba aspectos como que “la decisión de inversión corresponde al cliente”, que “no se puede preguntar al cliente sobre sus circunstancias personales” o que se le debe indicar que el producto “tiene aspectos positivos y negativos”, “siempre” huyendo del papel de asesor y realizando el correspondiente test de conveniencia.
Por todo esto Méndez traslada, de facto, toda la responsabilidad al personal de la caja. “No puedo concebir casos de abuso o mala comercialización, excepto por incumplimiento de la normativa” y “no tuvimos conocimiento de ningún incumplimiento”, ya que “en caso contrario se promoverían las medidas oportunas”. Él dio “instrucciones claras” para “no incurrir” en la actual situación, hizo “lo indecible para actuar sin perjudicar” en la colocación de estos productos, “no hubo tampoco incentivos de ningún tipo” a los trabajadores y trabajadoras para propiciar la venta. Así las cosas, Méndez no se siente “culpable” y, ante la exigencia de disculpas que le llegaba desde la bancada parlamentaria, se limita a hacer una reflexión: “¿Disculpas? Evidentemente que sí, porque en la vida se hacen cosas acertadas y no acertadas. Si no hay mala intención se pueden pedir disculpas en este caso”.
La fusión, lanzada por Feijóo
Méndez extiende, de facto, la cerrada defensa de su “buena fe” en la emisión de preferentes a toda la gestión al frente de la caja y, concretamente, a la decisión de fusionarla. El ex director general admite que “había un SIP -las conocidas como fusiones frías'- con entidades de fuera de la región” pero este se descartó cuando “el señor presidente”, en referencia a Alberto Núñez Feijóo, le “comunicó” el “acuerdo del Parlamento” de “mantener el centro de decisión” de las cajas en Galicia y la apuesta del Gobierno gallego por la unión con Caixanova. “Trasladé el contenido de dicha carta al consejo de administración, que se mostró favorable a la fusión de las cajas gallegas”, la cual estaba “avalada” por el Banco de España y por la Xunta, que “coincidían”.
En este contexto, y mientras asegura que no cobró indemnización alguna por abandonar la dirección general en 2010, Méndez asegura no saber mucho más de casi nada. Con su abogado sentado a escasos metros aseguró desconocer las negociaciones previas a la fusión, el “proyecto de integración”, “cómo es posible” que la entidad fusionada perdiera 9.000 millones e incluso “de quién es” en la actualidad la amplísima colección de arte que era propiedad de Caixa Galicia. Ni PSdeG, ni AGE, ni el BNG, ni siquiera el PP lograron obtener grandes aclaraciones de quien Francisco Jorquera (BNG) considera “nuestro Rodrigo Rato”. “Si hay justicia en este país tendría que responder ante un tribunal” por convertir la caja “en la cueva de Alí Babá”, le espetó Yolanda Díaz, de AGE. A pesar de todo Méndez igual que llegó, se fue. “No he pretendido ser arrogante, pido disculpas”, dijo.