80 años de Zeltia, la empresa surgida de un matadero y científicos represaliados de la que nació la biotecnología gallega

El 3 de agosto de 1939 los hermanos lucenses José y Antonio Fernández López, hijos de un tratante de ganado cuyo negocio venían industrializando, firmaron ante un notario de O Porriño (Pontevedra) la constitución de una empresa en sociedad con varios científicos que habían fijado su residencia en el entorno de la vecina ciudad de Vigo tras ser represaliados por la dictadura que había ganado la guerra cuatro meses antes. Era Zeltia, firma pensada para sacar rédito de los residuos de los mataderos de los Fernández y que en estas ocho década derivó en todo tipo de proyectos farmacéuticos y químicos que contribuyeron a situar a Galicia a la cabeza de la biotecnología.

Junto con los Fernández, en aquella acta notarial firmaron, entre otros, el doctor galleguista Ramón Obella Vidal, que había creado el primer laboratorio de microbiología de Galicia cuando aún ni se estudiaba en la universidad; Fernando Calvet, científico catalán de renombre que había sido apartado de la docencia; o Fidel Isla Couto, miembro de otra destacada familia galleguista que trabajaba con Obella Vidal en el Instituto Bioquímico Miquel Servet de Vigo, germen previo de Zeltia. En los años siguientes aquellos y otros apellidos que se irían ligando al devenir de Zeltia estarían implicados también en todo tipo de proyectos de reconstrucción social, cultural y económica de la Galicia de posguerra, como la fundación de la editorial Galaxia.

Pero lo que buscaba Zeltia en aquellos inicios era obtener insulina de los páncreas de los animales que se sacrificaban en los mataderos de los Fernández. Con el tiempo también elaboraron extractos hepáticos a partir de los hígados, o aminoácidos de la sangre. Y experimentaron con la agricultura para obtener medicamentos también a partir del cornezuelo, un hongo del centeno con propiedades vasoconstrictoras (y alucinógenas) con el que ya venía trabajando el Instituto Miquel Servet.

En la biografía de Obella Vidal editada hace diez años por el Foro Enrique Peinador su autor, Ricardo Gurriarán, relata cómo el científico ya había registrado dos años antes, durante la guerra, el nombre Zeltia en Portugal. En ese libro se cuenta también cómo los investigadores que impulsaron Zeltia en O Porriño no eran del gusto del régimen, pero uno de los hermanos Fernández, José, “que tenía acceso a los ministros y al propio Franco, en cierta oportunidad llegó a este espetándole que si el Jefe del Estado necesitaba carne, él necesitaba hombres, y los hombres que él necesitaba estaban en la cárcel”.

Problema de salud con el lindano cancerígeno

De la insulina de los animales y el cornezuelo del centeno Zeltia pasó a fabricar pesticidas para el campo, rama de negocio que acabaría creando un problema de salud aún presente en O Porriño, donde el lindano empleado para esa producción, que después se descubriría cancerígeno, fue utilizado como material de relleno y sigue apareciendo ahora, medio siglo después, bajo carreteras y fincas de la zona.

Zeltia también apostó por los insecticidas domésticos, con el ZZ como emblema, un producto obtenido a partir del DDT que era necesario diluir con caolín, cuyas mejores vetas identificaría otro destacado galleguista, el químico y geólogo Isidro Parga Pondal, también represaliado por el régimen.

Después vendría la fabricación de antibióticos, pinturas con la marca Xylazel y, en 1986, al igual que la antigua empresa cárnica había apostado por el mar con los frigoríficos flotantes de Pescanova (los Fernández nuevamente de la mano de otro galleguista, Valentín Paz Andrade), la rama farmacéutica creaba Pharma Mar para buscar en los océanos también remedios contra el cáncer. Y alrededor de todo aquello, la progresiva creación de estudios universitarios, centros de investigación y nuevas empresas que hacen que Galicia tenga un nombre en la bioquímica y la biomedicina.

La Zeltia original, renombrada Zelnova Zeltia y centrada en los insecticidas (Zeltia SA desaparecería oficialmente por fusión en el Boletín Oficial del Registro Mercantil del 26 de febrero de 2016), acabaría siendo con el tiempo una simple división química de Pharma Mar, convertida en matriz del grupo y emigrada a Madrid. Pero el pasado mayo otro Fernández, Pedro Fernández Puentes -primo de los Fernández de Sousa Faro, la generación que impulsó y hundió respectivamente Pharma Mar con José María y Pescanova con Manuel- la incorporó a su grupo Zendal, surgido también del conglomerado original y especializado en vacunas. Y con sede igualmente en O Porriño, donde hace ahora 80 años los hijos de un tratante de ganado y unos científicos represaliados firmaron ante notario el nacimiento de la biotecnología en Galicia.