Desde el pasado julio está en vigor en Galicia la ley que, tramitada por iniciativa del PSdeG y aprobada por unanimidad, regula la asistencia para una muerte digna en los centros hospitalarios. Sin darle luz verde a la eutanasia, el texto jurídico intenta evitar el ensañamiento terapéutico con las personas que, en un estado terminal, ya no pueden revertir su estado de salud, por lo que la aplicación de cualquier tratamiento solo provoca sufrimiento. Dos meses después el Hospital Clínico de Santiago está ante uno de estes casos, el de una niña de 12 años cuya familia está inmersa en una amarga lucha por esa muerte digna, la cual llegará hasta los tribunales, según confirman.
La Cadena SER ha revelado este miércoles el caso de Andrea y la lucha de su familia. A sus 12 años padece una enfermedad rara y degenerativa, y su estado es ya irreversible. La situación, explica su madre, se agravó el pasado junio con una trombopenia -merma de las plaquetas- y desde ese momento solo ha empeorado, incluso teniendo que estar en la Unidad de Cuidados Intensivos en varias ocasiones. Ahora mismo, inmersa en una “desnutrición calórico-proteica”, su cuerpo ya ni siquiera admite la alimentación artificial. No obstante, no se le concede la muerte digna a pesar de existir un informe favorable del Comité de Bioética Asistencial.
Ese informe, que no es vinculante, relata la SER, recomendó el pasado día 14 dejar de seguir prolongando mecánicamente la vida de Andrea. Pero el Servicio de Pediatría del CHUS decidió no seguirlo. Según la gerencia del área sanitaria, los profesionales están siguiendo los principios de la bioética y las leyes vigentes. Esta misma afirmación la han reiterado este miércoles en una reunión con la familia, cuyo resultado, han relatado, los impulsa a acudir a la Justicia.
Tal y como ha declarado a Radio Galicia la madre de Andrea, su petición es, precisamente, uno de los supuestos que contempla la nueva ley. “No estamos pidiendo eutanasia”, subraya. “Lo que quiero es que mi hija cierre los ojos, poder despedirnos de ella” y que pueda tener una “muerte digna” sin seguir padeciendo esta enfermedad, “neurodegenerativa e irreversible, que ha llegado al final y no hay más”. Ni siquiera se trata “de una sedación terminal”, resalta, solo de no prolongarle la vida artificialmente durante más tiempo.