Es difícil pensar en un movimiento social y político que sea capaz de hacer historia desbordando las calles de las principales ciudades y villas dos veces en doce meses en la Galicia de la segunda década del siglo XXI. En un movimiento que no sea el feminismo. La masiva manifestación unitaria del pasado domingo en Lugo anticipaba ya una previsión de alta participación en la jornada de huelga y movilización de este 8 de marzo. Pero, como hace un año, el movimiento feminista se desbordó en calles y plazas de villas y ciudades gallegas.
Apenas había transcurrido la mitad del día y la jornada ya apuntaba a éxito de movilización. Las centrales sindicales avanzaban que los turnos de noche emitían buenas señales y en ciudades como Vigo o A Coruña, monumentos emblemáticos y lugares muy visibles llamaban a la huelga “por todas las mujeres, por todos los derechos”. Desde el Parlamento llegaba también una significativa señal política; las dos comisiones que estaba previsto celebrar este viernes tuvieron que ser suspendidas por falta de quórum. No había acudido ninguna diputada, tampoco las del PP, cuyo líder clamaba casi al mismo tiempo en Madrid contra “los organizadores” de la huelga.
El rechazo de Casado en concreto y de dirigentes de la derecha en general a la convocatoria feminista del 8M estuvo muy presente en las pancartas y consignas que desde la mitad de la mañana atestaron infinidad de calles en Galicia. Incontables ríos humanos llenaron de lila el paisaje: en forma de poderosa “tormenta feminista” desde los cuatro puntos cardinales de Santiago, como concentración que se convertía en manifestación en A Coruña o con los puntos habituales de las protestas ciudadanas quedándose pequeños ante la masiva concurrencia de mujeres en Vigo, Ourense, Pontevedra, Ferrol o Lugo.
Hubo multitudes en las ciudades ya durante la mañana. Y, proporcionalmente, también en pequeñas villas y ciudades de múltiples puntos de Galicia. Lalín, A Estrada, Rianxo, Cangas, Vilagarcía... Fueron muchas las plazas de poblaciones relativamente pequeñas en las que también resonó el clamor feminista. También en Vilalba, donde incluso el monumento a Manuel Fraga apareció con un mandil llamando a la huelga. Allí una de las protagonistas fue Pilar, una mujer que se mueve en silla de ruedas y que lleva seis años denunciando que una obra del Ayuntamiento de Abadín le impide salir de casa sin ayuda.
Mientras la Xunta optaba por un perfil discreto, lejos de la masiva movilización de las calles pero también de la estridencia de la cúpula del PP, los colectivos feministas cómo Galegas 8M, Marcha Mundial das Mujeres, Plataforma Feminista Galega y numerosos movimientos locales tomaban las calles. Con ellas, representantes de las principales fuerzas políticas de la izquierda, que muy mayoritariamente optaron también por el segundo plano entre las multitudes.
Inmensa diversidad
Estas multitudes eran diversas en el sentido más amplio del término. En edad, en profesiones, en orígenes... Y así lo mostraron, todavía con más amplitud, en las manifestaciones de la tarde, donde los centros de las siete principales ciudades y algunas villas volvieron a desbordar, pero con mucha más amplitud que durante la mañana. Salpicadas entre la concurrencia figuraban rostros de dirigentes de todas las formaciones políticas de la izquierda. Y, en ciudades como A Coruña, Vigo u Ourense, también del PP.
A esa hora las centrales sindicales ya consideraban la huelga un “éxito”, especialmente en sectores con gran presencia femenina, y personas que no habían secundado el paro laboral sí lo hicieron con las manifestaciones.
Decenas de miles de mujeres, pero también muchos hombres. Familias enteras, grupos de amistades, agrupaciones profesionales, organizaciones políticas y sindicales secundaron el llamamiento feminista. El adjetivo “histórico” comenzó a repetirse por las calles gallegas en la tarde-noche del 8M cuando, en gran parte de las convocatorias, muchas personas se preguntaban, en la parte final de las manifestaciones, si la cabecera había comenzado o no a caminar.
“Feminismo para adelante, machismo para atrás”, “revuelta feminista”, “aquí está, aquí se ve, el feminismo gallego en pie”, se coreó incesantemente. También fueron múltiples los cánticos contra la precariedad laboral, la brecha de salarial de género y, muy especialmente, contra los asesinatos machistas. En las pancartas y carteles, muchos de ellos hechos en casa, proliferaban el rechazo del machismo y la exigencia de calles y vidas seguras para todas las mujeres: “
Las marchas de A Coruña (40.000 personas, según a Policía Local), Santiago (unas 20.000) y Vigo (105.000, indicó la Policía Local) fueron las más numerosas. Pero el clamor feminista también se desbordó en los centros de Ourense, Lugo, Pontevedra y Ferrol y de muchas villas.
Pocas personas dudaban, al final de las manifestaciones, que doce meses después el feminismo gallego había logrado otro día histórico. En las calles, en los centros de trabajo, en las casas e incluso en las pantallas de televisión. Sirva como nota para la historia de Galicia que este 8M la huelga feminista incluso logró que haya tenido que suspenderse el histórico programa Luar de la Televisión de Galicia, que se emite cada viernes, temporada tras temporada, desde 1991.