Galicia acumula más de 42.000 hectáreas arrasadas en el último mes, de acuerdo con la información facilitada por la Consellería de Medio Rural, que ofrece datos únicamente de fuegos a partir de 20 hectáreas. Hace un mes, el 14 de julio, se produjeron tormentas secas en las que rayos provocaron medio centenar de incendios. En la segunda quincena de ese mes se registraron los dos mayores fuegos en la historia de Galicia: O Courel (Lugo) -11.100 hectáreas- y Valdeorras (Ourense) -10.500 hectáreas-.
Otro de los grandes fuegos de julio fue el del municipio ourensano de Vilariño de Conso, en la parroquia de Padroalbar, que calcinó 7.000 hectáreas y afectó al parque natural do Invernadeiro.
El siguiente fuego por extensión ese mes se registró en el municipio ourensano de Oímbra, en la parroquia de Rabal, con 2.100 hectáreas quemadas. Igualmente, en ese ayuntamiento hubo otros dos fuegos en Videferre -919 hectáreas- y San Cibrao -370 hectáreas- en julio, pero vuelve a padecer incendios durante este mes de agosto y las llamas han arrasado la capilla de Santa Ana, de la que solo han quedado las paredes.
En declaraciones a Europa Press, la alcaldesa de Oímbra, Ana María Villarino, relata que el fuego iniciado el pasado domingo -está estabilizado desde el lunes- en la parroquia de As Chás alcanzó el tejado del templo altomedieval y arrasó todo el interior de la pequeña capilla, incluida la imagen de la santa.
En lo que va del mes de agosto han ardido más de 8.000 hectáreas en Galicia. Quedan seis fuegos sin extinguir en la actualidad. El mayor de ellos es el de Laza, que la Xunta da por estabilizado tras calcinar unas 2.100 hectáreas. El último en declararse, en la noche del lunes, es un fuego que afecta a la parroquia de Frontón, en el municipio de Pantón (Lugo) y que ha quemado ya más de 20 hectáreas. Prácticamente todo el territorio de Galicia espera un cambio en las condiciones meteorológicas, con lluvias y temperaturas más bajas estos días.
Otro de los fuegos más grandes del verano es el que empezó en la parroquia de Cures, en Boiro, que quemó 2.200 hectáreas y que ardió durante una semana en un territorio en el que había especial vigilancia por tenerlo catalogado la Xunta como “de alta actividad incendiaria”.