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La guerra deja al mínimo las reservas de maíz para las vacas y el sector lácteo teme el sacrificio de reses

Daniel Salgado

13 de marzo de 2022 21:49 h

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El mercado global implica riesgos globales, dice el lugar común. Las consecuencias del aleteo de la mariposa son impredecibles y pueden suceder a miles de kilómetros. La invasión rusa de Ucrania, iniciada el 24 de febrero, lo corrobora. Debido al conflicto, las reservas de maíz en Galicia, y por lo tanto la materia prima principal del pienso destinado a la ganadería, se encuentran al mínimo. Dependiendo de las fuentes consultadas, en uno o a lo sumo dos meses se agotarán. La vía inmediata, e incierta, de salida a la situación, a la espera de la paz en la región, es la apertura de nuevos mercados.

Alrededor del 27% del maíz que importa España anualmente tiene origen ucraniano. En 2018, lo hizo por más de 1.883 millones de euros. Las relaciones comerciales entre los dos estados son intensas, sobre todo en importaciones: el Estado español es el segundo de entre los europeos en comprar mercancías a Ucrania; el séptimo en exportaciones al país ahora en guerra. Además del maíz, llega aceite de girasol, y trigo. Un informe del Ministerio de Agricultura, datado en noviembre de 2020, profundiza en esta relación bilateral ahora congelada por el ataque ruso.

En Galicia, la problemática tiene una dimensión particular. Porque las principales consumidoras de piensos elaborados con maíz ucraniano son las vacas productoras de leche. Y en la comunidad gallega viven casi medio millón, el 41% del total del Estado. Detrás, Castilla y León, con 130.000 reses, el 11%. “Somos deficitarios en la producción de materias primas para la elaboración de piensos dirigidos a la cabaña ganadera –explica a elDiario.es Bruno Beade, director de la Asociación Gallega de Fabricantes de Alimentos Compuestos (Agafac)– y el 80% llega por barco desde fuera de la Península Ibérica”. Ucrania, uno de los tradicionalmente considerados graneros de Europa y el tercer productor mundial de maíz, también surte a Galicia.

Según los cálculos de Agafac, alrededor del 40% del millón cien mil toneladas de maíz que importa cada año la comunidad llega de allí. Con una especificidad. Entre enero y junio, Ucrania es el único lugar donde las empresas gallegas de piensos pueden comprar maíz, debido al ritmo de las cosechas, seña Beade. Si no se articula una alternativa, añade, en un mes la cabaña vacuna, y en parte también la avícola, puede quedar desabastecida. En el horizonte más pesimista, los ganaderos deberán hacer sacrificios.

Roberto García, secretario general de Unións Agrarias, el principal sindicato del campo gallego, considera que no se llegará a esa situación. “No es previsible que lleguemos a ese escenario”, opina para elDiario.es. El Gobierno central negocia ahora establecer lazos comerciales con el maíz argentino y brasileño, vedados por incompatibilidades legislativas comunitarias. Beade las achaca a guerra comerciales y entiende que esa será la manera de “mitigar el desabastecimiento”. Pero no los precios.

Es a ellos a los que remite García en una explicación que amplía el foco y se retrotrae a antes de la invasión rusa. “Se dan dos fenómenos simultáneos. Uno, cierto pánico al desabastecimiento alimenticio del ganado. Y dos, una mayor dependencia del pienso debido a la sequía”, dice, “obtener materia prima para él resulta difícil”. La tonelada de maíz se ha encarecido ya unos 100 euros y se paga a 350. Además del pienso, también han subido la energía eléctrica, del gasoil, de los plásticos, de los fertilizantes. “Hay un grave problema de costes, porque el ganadero no tiene capacidad de repercutir todo eso en el precio”, afirma. Coincide Beade, que menciona “un año y medio” de aumento de los precios de las materias primas.

Miles de hectáreas en barbecho

El sindicalista va más allá y aunque confía en las medidas de ministerio y Unión Europea para abrir otros mercados de maíz, lamenta “las miles de hectáreas a barbecho” en Galicia cuando “no está garantizada la materia prima para la alimentación de ganado”. Otras voces incluso critican la sobreabundancia de eucalipto en la comunidad mientras el retroceso de la superficie agraria útil es constante desde hace años. En todo caso, las consecuencias derivadas de la guerra en Ucrania a miles de kilómetros están colocando de nuevo en el centro del debate conceptos como la soberanía alimentaria o energética, antes desplazados a la izquierda del tablero político. “Estamos en el mercado mundial, y todo lo que sucede en cualquier parte del mundo, nos afecta”, resume Bruno Beade.