En la sede de la Federación Provincial de Empresarios de Hostelería de Pontevedra el teléfono no ha dejado de sonar durante la mañana de este miércoles. Eran, sobre todo, propietarios de locales de ocio nocturno, los principales damnificados por las medidas aprobadas por la Xunta para contener el brote de coronavirus con origen en las fiestas estudiantiles en Mallorca. “Es injusto que nos cierren por un macrobotellón en Mallorca” es el resumen del estado de ánimo en el sector.
“Desolación, sensación de injusticia y decepeción”, añade Beatriz Carballido, gerente de la federación. Es ella quien ha descolgado las llamadas de los empresarios de la noche pontevedresa. Estos apuraban los preparativos para reabrir sus locales este uno de julio. Deberán esperar. Aunque las restricciones del Gobierno gallego entran en vigor el sábado, día 3, el secretario general técnico de la Consellería de Sanidade dijo este miércoles que su departamento hablaría con los ayuntamientos afectados para que instasen a los hosteleros a ya no abrir.
Carballido explica que la frustración también se debe a que la causa última de este retraso en la desescalada “no es la hostelería próxima, del día a día, sino esta hostelería del macrobotellón”. Y teme, en nombre de sus asociados, que la incidencia del virus vaya a más. “Estamos todos demasiado confiados. Y viendo la actitud de algunas personas”, se extiende, “por ejemplo, el tema de los botellones no está controlado. Y en ellos hay gente joven que pueden ser supercontagiadores”.
La preocupación reside ahora en este regreso inesperado a la incertidumbre, señala. Mientras en los restaurantes, por ejemplo, parece ya no haber problemas, el ocio nocturno pontevedrés seguirá clausurado. Y eso que, según Carballido, su repaertura tampoco era la panacea. “Es un poco extraño. La propia esencia del ocio nocturno es relacionarse. De hecho, a muchos empresarios no les compensa y todavía no iban a abrir. Otros han cerrado para siempre”.